Por Alan Ferguz.- Hace bastante rato que se perciben en el ambiente complejidades en las formas de pensar y expresarse por parte de las personas, sobre todo en el énfasis que se ha puesto al utilizar el lenguaje, respecto a temas de contingencia y a la revuelta social cuando se ha intentado renombrar lugares o, en definitiva, incluir nuevos significantes cuando se ha vuelto necesario.
Tantas veces hemos sido testigos a través de la lectura o la escucha, del surgimiento de burlas, por parte de un sector determinado, a términos tales como “niñes”, “todes”, el cambio de nombre de Plaza Italia por “Plaza Dignidad”, entre muchas otras propuestas que han surgido durante el último tiempo, y otro sector que se esmera por el reconocimiento y la oportunidad de considerarse por fin valoradas y valorados.
De ese modo es que se puede comprender que han surgido dos posturas claras: por un lado, quienes insisten en mantener la vida indigna y de mal vivir que involucra el interés capitalista e individualista del lucro, la ganancia y la mercantilización de las relaciones afectivas, emocionales, intelectuales, espirituales y relacionales (Barrero, 2017), renegando y desacreditando este surgimiento de aquellos nuevos conceptos que permiten la integración de seres humanos que hasta ahora no habían sido considerados ni consideradas y, por el otro, quienes deseamos una ética participativa, colectiva, consideración de una memoria histórica, sabiduría popular y la libertad sin imposición de ningún tipo que atente contra la validación y el respeto.
En ese sentido, es que bastante razón tienen David Pavón-Cuéllar y Edgar Barrero Cuéllar cuando mencionan que una psicología creada y desarrollada en un sistema capitalista produce y tiene como efecto la perduración de una vida no digna, lo que además conlleva muerte, miedo, desolación, desesperanza, tortura y, más que desigualdad, me atrevo a señalar una inequidad imperante.
De ese modo, se puede hacer la siguiente analogía entre la psicología crítica planteada por ambos autores, con el esfuerzo que hacen en todo momento quienes han participado de la revuelta por introducir las subjetividades que han surgido a partir de ellas y ellos mismos desde una epistemología desarrollada desde la práctica in situ.
Dichas consideraciones se tornan relevantes cuando se da cuenta de posturas éticas que son tensionadas al escoger de manera inconsciente o por elección consciente la posición que, como seres humanos, adoptamos al momento de opinar, fundamentar, criticar o accionar.
Es por ello que detectar estas sutilezas se vuelve importante, dado que a través del lenguaje es que se estarán evidenciando los discursos dominantes que operan al momento de escoger la posición que se desea adoptar respecto a la propia ética.
Así, gracias a este colapso en el sistema decantado en la revuelta social que sigue vigente, es que por fin se logran ver esbozos que permiten a las personas darse cuenta de que lo que en verdad se enfrenta cada vez que existen discusiones políticas, cotidianas o más bien mundanas. No son tozudeces ni tampoco azarosas palabras al viento, sino que más bien, son influencias morales que se perpetúan a través del lenguaje en la ética que se ejerce a través de las acciones directas.
Por lo tanto, no adoptar una postura ética frente a cualquier tema que se presente en la cotidianeidad en un relativismo sin sentido, nos hará permanecer en un círculo eterno dejando que quienes sí han escogido donde ubicarse, decidan por nosotros, modificando a su parecer los lineamientos que dirijan en definitiva nuestras vidas.
La implicancia, entonces, es colocar atención a las subjetividades del lenguaje, en sus significantes más que en su significados– diría Lacan-, no sólo en lo que podamos oír de otro cuando exprese lenguaje, sino más importante aún, en nuestro propio discurso, para que de ese modo, podamos ser conscientes de las peroraciones que a la vez están influyendo en nosotras y nosotros, optando por una ética del reconocimiento hacia otras personas y de la libertad como fin último por sobre la imposición moral que atenta contra la aceptación real de los sujetos.
Alan Ferguz es psicólogo y psicoanalista
Bibliografía
Pavón-Cuellar, D. (2017). Capitalismo y psicología crítica en Latinoamérica: del sometimiento a la emancipación de subjetividades emergentes. Ciudad de México: Kanankil Editorial.
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