Por Palli Thordarson.- ¿Por qué el jabón es tan exitoso a la hora de combatir el SARS-CoV-2, el coronavirus y, de hecho, la mayoría de los virus? Porque es una nanopartícula autoensamblada en la que el eslabón más débil es la bicapa lipídica (grasa). El jabón disuelve la membrana grasa del virus y, entonces, éste se desmorona como un castillo de naipes y “muere”. O, más bien, y dado que el virus no puede morir, deberíamos decir que se “desactiva”. Los virus pueden mantenerse activos fuera del cuerpo durante horas e incluso días.
Ahora iniciaremos un viaje a través de la química supramolecular, la nanociencia y la virología. Intentaré explica todo esto con el mayor número de términos genéricos posibles, así que dejaré fuera algunos conceptos de química especializada.
Bien, la mayoría de los virus está construida de tres elementos clave: el ARN, las proteínas y los lípidos. El ARN (Ácido Ribonucleico) es el material genético viral (es muy similar al ADN). Las proteínas cumplen varias funciones, incluida la entrada en las células-objetivo y ayudar a la replicación del virus. Además, y básicamente, son un elemento clave en toda la estructura del virus (imagínalo como los ladrillos de una casa).
Una vez que tenemos esto entran los lípidos, que forman una capa alrededor del virus tanto para protegerlo como para ayudarlo a su propagación e invasión celular. El ARN, las proteínas y los lípidos se autoensamblan para formar el virus. No hay fuertes enlaces “covalentes”(más estables y duran más tiempo) que mantengan estas unidades juntas. Funciona de otra forma: el autoensamblaje viral se basa en interacciones débiles “no covalentes” entre las proteínas, el ARN y los lípidos. Actúan juntos como un velcro, por lo que es muy difícil romper las partículas virales autoensambladas. Y pese a todo, podemos hacerlo, con jabón.
El jabón contiene sustancias similares a la grasa conocidas como anfifílicos, algunas son estructuralmente muy similares a los lípidos en la membrana del virus. Las moléculas de jabón “compiten” con los lípidos en la membrana del virus. También compiten con muchos otros enlaces no covalente que ayudan a las proteínas, el ARN y los lípidos a unirse. Es decir, el jabón está “disolviendo” el pegamento que contiene el virus. A eso, añádele agua.
El jabón también perturba las interacciones entre el virus y la superficie de la piel, así que el virus empieza a desprenderse y caen como un castillo de naipes debido a la acción combinada entre el agua y el jabón.
Como nuestra piel es bastante rugosa, hace falta una buena cantidad de frotamiento y remojo para asegurarse de que el jabón ha llegado a la superficie de la piel y hemos acabado con todos los virus activos.
¿Y el alcohol?
Los productos a base de alcohol, que incluyen todos los productos que se etiquetan como “desinfectantes” y “antibacterianos” contienen una solución con alto contenido de alcohol, típicamente etanol al 60-80%, a veces también con un poco de isopropanol, agua y un poco de jabón. El etanol y otros alcoholes no solo forman fácilmente enlaces de hidrógeno con el material del virus sino que, como solvente, son más lipofílicos que el agua. Por lo tanto, el alcohol también disuelve la membrana lipídica del virus e interrumpe otras de sus interacciones supramoleculares. Sin embargo, necesitamos que la concentración de alcohol sea bastante alta (quizás más del 60%) para obtener una disolución lo suficientemente rápida del virus. El vodka o el whisky (generalmente etanol al 40%), por ejemplo, no disolverían el virus tan rápido.
En general, hay que quedarse con que el alcohol no es tan bueno como el jabón para esta misión. Casi todos los productos antibacterianos contienen alcohol y un poco de jabón, lo cual ayuda a matar los virus. Pero algunos también incluyen agentes destructores bacterianos “activos”, como el triclosán. Y esos agentes… ¡básicamente no le hacen nada al virus”.
En resumen: los virus son casi como pequeñas nanopartículas de grasa. Pueden permanecer activos durante muchas horas en superficies y ser recogidos más adelante por nuestro tacto.
Luego llegan a nuestra cara y nos infectan porque la mayoría de nosotros nos tocamos la cara con bastante frecuencia. El agua por sí sola no es muy efectiva para erradicar el virus de nuestras manos. Los productos a base de alcohol funcionan mejor que el agua, pero nada es mejor que el jabón: el virus se desprende de la piel y cae fácilmente con el agua jabonosa.
Así que aquí lo tienes: la química supramolecular y la nanociencia nos dicen mucho no solo sobre cómo el virus se autoensambla en una amenaza activa funcional, sino también cómo podemos vencer a los virus con algo tan simple como el jabón.
Palli Thordarson es Químico, académico de la Universidad de Nueva Gales en Nueva Zelanda. Texto publicado originalmente en su cuenta de Twitter.