Por Verónica Prieto.- De los sectores más vulnerables y golpeados por los efectos de la pandemia, sin duda el mayor ha sido la primera infancia (0 a 3 años que asiste a sala Cuna y Jardines Infantiles). Las alertas se han encendido y diversos organismos han declarado los nocivos efectos provocados en el retraso de aprendizajes, socialización y desnutrición en sectores más vulnerables de la población. Sin embargo, existe un factor que ha sido olvidado y relegado en las políticas gubernamentales: la corporalidad y el movimiento.
En la niñez, ambos factores son centrales y transversales para el desarrollo integral y la incorporación de aprendizajes. Desde los primeros días de vida, incluso antes de nacer, el movimiento del cuerpo está presente en cada uno de nosotros. Después del nacimiento, el bebé descubre el mundo que lo rodea, utiliza gestos y movimientos para autoconocerse y ser reconocido por su círculo más cercano, permitiendo a los adultos percibir e interpretar los diferentes estados de ánimo y necesidades de cada niño y niña.
En mayo de 2020, desde el Ministerio de Educación surge la política de Priorización Curricular para los niveles de educación Parvularia, Básica y Media con la finalidad de disminuir la brecha educativa entre educación pública y privada que tan marcada es en nuestro país. Inicialmente se consideró su implementación para 2020 y 2021, pero debido a la evolución de la pandemia y el sostenido aumento de nuevos casos de contagio, se ha extendido hasta 2022.
Como su nombre lo indica, la política realizó una selección de objetivos para la adquisición de aprendizajes futuros, los que a su vez fueron divididos en niveles de logro. De esta manera, el marco de las Bases Curriculares para la Educación Parvularia, pasó de tener 7 a 12 objetivos por núcleo de aprendizaje, a no más de cuatro para desarrollar en el transcurso del año escolar. ¿Cuántos de estos objetivos están destinados al desarrollo de experiencias educativas relacionadas a la corporalidad y el movimiento? La respuesta es que sólo tres para cada uno de sus niveles.
Es cierto, el avance de la pandemia y las decisiones gubernamentales, nos sumergieron en un mundo virtual que nos alejó de un ambiente compartido: dejamos de interactuar, de escuchar voces de niños jugando libremente y de vivenciar experiencias pedagógicas obstaculizadas por una pantalla. Nos vimos enfrentados a una nueva realidad en la cual se privilegió el trabajo intelectual por sobre el cuerpo; quedamos inmóviles frente a la pantalla, nuestra única conexión para el desarrollo de aprendizajes fue la virtualidad; la cual se enfocó principalmente en dar cumplimiento a la política de priorización curricular. Finalmente, decisiones que a favor o en contra, hoy nos hacen retroceder y ubicarnos en la cifra histórica más baja de los últimos nueve años en cuanto a matrículas para este importante nivel educativo. Humberto Maturana nos enseñó “El cuerpo no nos limita, sino que nos posibilita”. Velemos por el derecho a la educación integral de nuestros niños y niñas, mañana puede ser demasiado tarde.
Verónica Prieto Cordero es directora de Licenciatura en Educación de la Universidad Central de Chile