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¿Qué tan lejos estuvo Huxley de predecir la sociedad contemporánea?

Por Samuel Medina L.- Aldous Leonard Huxley escribió Brave New World (en español Un Mundo Feliz) en 1932. Sin duda la obra que lo hizo más famoso, pero que guarda en sí misma vaticinios distópicos que, aunque nos cueste admitirlo, están estrechamente relacionados con nuestro diario vivir.

Cosas que ya comenzamos a interiorizar como “normales” se encuentran dentro de la obra de Huxley. Podemos mencionar, por ejemplo, la división por medio de castas inamovibles que, además, estaban condicionadas mentalmente incluso antes de concebirse sus miembros como personas, el espanto hacia la vejez, la censura literaria y la cultura del consumo en todo su esplendor.

Para contextualizar, toda la obra se sitúa después del surgimiento de la producción en masa propuesta por Henry Ford durante los inicios del siglo XX. En Un Mundo Feliz, Ford se transforma en el nuevo Dios, donde los años están separados por AF (Antes de Ford) y DF (Después de Ford) y, también, donde la letra T es considerada de alguna manera como la nueva cruz de aquella cultura.

El mundo de la mecánica da ciertas luces a la sociedad situada en el libro. El cómo eran vistas las mujeres, muchas veces catalogadas como “neumáticas”, de alguna manera comparándolas con un auto que, bajo el concepto de que todos eran de todos, podían cambiar de vez en cuando para estrenar otro. La tecnología, específicamente lo artificial, cambia la visión del mundo feliz que, a su vez, se ve contrastada con la de Malpaís, lugar ubicado en América y donde residen los famosos salvajes (como Jhon). Lo que más se logra distinguir desde el ámbito de la tecnología son las artes, especialmente el cine y la música, desplazados respectivamente por un cine hipersensible, es decir, que podías experimentar con los 5 sentidos básicos, y también por cajas que emitían música. Nada muy distinto a lo que la tecnología del entretenimiento se esfuerza por conseguir día a día; una experiencia cada vez más “real” en cuanto a gráficos y movimiento.

De la mano con dichas tecnologías están el erotismo y, por supuesto, el consumo. El erotismo se manifiesta desde el acondicionamiento prematuro de cada persona para después ser utilizado como propósito de consumo. Gomas de mascar hormonales y otros tipos de juguetes u objetos que favorecen al erotismo, como los sexófonos, y que forman parte del consumo bajo una ya premisa mencionada (todos son de todos), por lo que, para favorecer las relaciones sexuales de las personas existían diversas atracciones (al menos para las castas más altas), como hoteles, viajes y deportes, además, eran estimuladas desde edades tempranas. Si bien mi postura se basa en que el acto sexual como tal no es un demonio que nos acecha y busca hacernos caer en el pecado, su exceso y exageración puede provocar efectos perjudiciales en la sociedad. Al menos en el caso del libro, se evidencia una pérdida completa de los sentimientos amorosos hacia una persona en específico, lo que desemboca en que nadie tenga una pareja única y, por ende, favoreciendo al negocio erótico.

Toda clase de cosas era mejor sustituirlas en vez de enmendarlas, otra premisa del acondicionamiento prematuro, de esta manera, las personas se veían obligadas a comprar nuevos aparatos cuando el que uno poseía de hallaba descompuesto. Así los deportes ofrecían actividades con la mayor cantidad de equipamientos para así hacer continuo el consumo. Sin embargo, en este punto hubo algo que Huxley no pudo predecir: la contaminación, producto de la acumulación de desechos. O, al menos, es algo que no se logra mencionar en el texto.

Con respecto al sistema de división social existente en la obra. ¿Acaso es muy distinto a las castas que predominan hasta el día de hoy en algunos países de Oriente? En ambos casos, nadie puede escapar de su círculo social (ni ascender ni descender), cada uno con una labor o misión en específico y, Ford quiera que no, no pueden relacionarse con las otras castas, a menos que sea por razones laborales. Lo mismo ocurre con nuestras barreras culturales y socio-económicas, porque, claro está, los que no viven de forma similar a nosotros, ya no son considerados dentro del “nos”, sino que se consideran dentro de los “otros”.

Los bebés eran producidos en masa, mediante un proceso de clonación donde, de un mismo cigoto se obtenían muchos embriones. La única casta que no sufría este proceso era la más alta, que tenía también un poco más de libertad al “pensar”.

Existe todo un tema con la gran droga; el soma, como escapatoria a todo problema existente. ¿Cansado? Soma. ¿Estresado? Soma. ¿Insomnio? Soma. Ingerirlo producía una profunda sensación de relajo sin los efectos del alcohol o de otro tipo de sustancias. En una parte del libro se menciona que mataba casi imperceptiblemente como un veneno, razón por la que quizás las personas morían a tan temprana edad.

Por último, la vejez. Actualmente, llegar a la vejez es vista como la mayor de las desgracias si es que no se vive en una familia acomodada o no se fue parte de un grupo privilegiado que consta de pensiones aseguradas. Con un anciano visto más como un estorbo que como un tesoro, ser viejo o vieja es casi equivalente a contraer lepra, a diferencia de las culturas antiguas, donde el anciano era fuente más pura de sabiduría.

Existen muchos casos de abandono y si es que el sujeto se encuentra dentro de un asilo, digamos que corre la misma suerte, pues algunos de estos hogares (por no decir muchos) subsisten en condiciones paupérrimas. Las personas en el mundo feliz morían muy jóvenes, por lo que la vejez era vista como una enfermedad, además, se acostumbraba a los niños pequeños a ver a los muertos y así neutralizar su reacción ante la muerte.

Estamos más cerca de lo que pensamos para convertirnos en lo que predijo una obra de ciencia ficción. Cada vez sentimos menos, cada vez somos menos empáticos, pero sí aumenta nuestro individualismo, un poco paradójico si tenemos en cuenta la sociedad globalizada en la que estamos insertos.

En el intento de hacernos sentir más cerca de los demás, nos hicieron el favor de alejarnos de ellos, incluso mientras espacialmente se encontraban más cerca de nosotros.