Por Samuel Fernández.- No ha sido fácil. Una activa campaña contraria al acuerdo había creado una falsa sensación de inconveniencia para el interés nacional, aprovechamiento de los grandes y perdida de soberanía, entre otros reparos. Una posición principista, contraria al libre comercio y no técnica. Un eslogan, por sobre su estudio acabado. Aseveraciones difundidas sin comprenderlo y hasta sin analizarlo.
Llama la atención, pues, este Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico tiene como objetivo principal, profundizar la integración entre sus 11 países miembros: Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Malasia, México, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, además de Chile que faltaba. Representan muy distintas ideologías y, sin embargo, no han dudado en adherir.
La integración abarca, entre otros, los marcos legales del comercio; su facilitación regional; el crecimiento sostenido; bienes; mercados agrícolas; reglas de origen; textiles; administración aduanera; defensa comercial; medidas sanitarias y fitosanitarias; obstáculos técnicos al comercio; servicios financieros; competencia; propiedad intelectual; asuntos laborales; medio ambiente; pequeñas empresas; solución de diferencias; y excepciones, entre los principales. Asuntos siempre reiterados como objetivo por todos sus promotores. Ahora están en un moderno instrumento.
Asimismo, desde hace largos años, son contemplados por Chile en Acuerdos de Libre Comercio; Acuerdos de Alcance Parcial; normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC); procesos de integración regional; la ASEAN; la APEC; y una larga lista de compromisos que mantenemos vigentes, y que seguirían rigiéndonos, así fuéramos la excepción de no ratificar el TPP11, habiendo sido su impulsor. Nuestros consumidores lo han comprobado, al adquirir todo tipo de productos, casi sin aranceles, y a precios comparativamente mucho más bajos que en otros países.
Cualquier disposición perjudicial, no se nos impone sin consentimiento, pues tenemos una larga práctica comercial internacional. El TPP11 representa un progreso y una certeza normativa.
Samuel Fernández es académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Central