Por Sonia Fuentes.- La historia se repite. Hace unos varios días se envió con carácter de urgencia al Senado el proyecto de ley corta de Sala Cuna Universal (SCU). Propuesta que en su esencia podría estar bien orientada, pero en su concreción deja ver sesgos importantes que impactarán en nuestros niños. La primera lectura revela que el foco del ejecutivo está puesto en el financiamiento y no en las necesidades y derechos de la niñez.
Preocupa que se está obviando un elemento que es esencial para la tarea educativa de este primer nivel de la educación inicial, como es el estar en manos de profesionales idóneos, conquista lograda y ampliamente argumentada desde la Educación Parvularia por más de cien años. El proyecto SCU deja en manos de “cuidadores” esta tarea tan trascendente, y con ello, se retrocede a una mirada de guardería, concepto ya casi eliminado de nuestro sistema educativo.
Por otra parte, ¿no es acaso discriminatorio garantizar el derecho a asistir a la sala cuna sólo a los niños que son hijos de madres que tienen previsión laboral? ¿Y los demás niños no son merecedores de recibir la atención educativa en la etapa más importante de su desarrollo? Esto nos muestra que el gran error de este proyecto es la perspectiva que lo orienta, la mirada desde el enfoque del trabajo y no desde lo educativo.
Lo anterior se ve corroborado al excluir de este proyecto la participación del Ministerio de Educación y centrarlo desde el Ministerio de la Mujer y desde el Ministerio del Trabajo. Este enfoque distorsiona el verdadero objetivo de esta ley que debieran ser los niños y su educación y no sus madres y su trabajo.
Como profesional de la Educación Parvularia e integrante de una Facultad de Educación, hemos asumido siempre nuestra tarea de educar con la trascendencia y responsabilidad que conlleva, cautelando que los profesionales que se formen para esta crucial tarea sean dignos, tanto desde sus características humanas como desde lo profesional, para abordar con seriedad y rigurosidad teórica y metodológica la misión a emprender: educar los primeros años de la niñez, el futuro de una nación. Esta tarea requiere de personas idóneas para desarrollarla.
La Sala Cuna que necesitamos debe ser realmente universal, educativa, inclusiva, formadora e integradora para todos y cada uno de nuestros niños/as, sin discriminación alguna. Por ello, señalamos que este proyecto debe reorientar su enfoque a lo que realmente es lo esencial: la educación de los niños y niñas de Chile. Esperemos que quienes deban legislar sobre ello, demuestren conocimiento de la trascendencia y el impacto para la educación infantil que esto significa.
Sonia Fuentes Muñoz, decana Facultad de Educación y Ciencias Sociales en la Universidad Central