Por Viviana Rivera Barrientos.- El Ministerio de Educación busca impulsar la reactivación de aprendizajes a través de tutores y otras medidas de las que hemos leído mucho en la prensa, pero de la que todavía sabemos poco en el aula.
Desde mi experiencia (15 años en escuelas en situación de vulnerabilidad), es importante conocer y valorar el trabajo que están haciendo los establecimientos educacionales para enfrentar el retraso producido en los aprendizajes.
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Desafíos para las escuelas en 2023
¿Qué estamos priorizando en nuestro trabajo educativo?
En algunos colegios, trabajamos arduamente para diseñar nuestros propios planes y programas porque conocemos de cerca lo que pasa y nuestros estudiantes no pueden seguir esperando.
Al inicio del año escolar, la Agencia de la Calidad del Mineduc envió a los establecimientos la evaluación DIA (Diagnóstico Integral de Aprendizaje) para ser aplicado desde segundo básico; los resultados fueron deficientes en la gran mayoría de los establecimientos vulnerables.
En el colegio público donde trabajo se evidenció que el 80% de los estudiantes (o sea casi todos) no había adquirido los aprendizajes esperados ni los objetivos priorizados del año anterior.
Sin embargo, un año antes de esa evaluación, y para apoyar la lectoescritura de estudiantes más pequeños, aplicamos otro instrumento denominado PECFO que sirve para evaluar las habilidades y la conciencia fonológica (habilidades previas a la aparición de la lectoescritura).
Los resultados de esa evaluación interna de 2022 se tradujeron en el diseño y aplicación de un plan de intervención para apoyar los aprendizajes en las áreas deficientes y para afrontar rezagos a través del trabajo colaborativo entre profesoras de aula y el equipo de educadoras diferenciales que pertenecen a los Programas de Integración Escolar.
Lamentablemente, no hubo suficientes recursos para aplicarlo de forma masiva ni para socializarlo con otros establecimientos.
Este año estamos repitiendo la experiencia: aplicamos la evaluación PECFO para evaluar los resultados de la intervención del año pasado y, además, para evaluar las condiciones de los estudiantes nuevos que han ingresado al colegio.
Preliminarmente, la evaluación 2023 mantiene el rezago en las habilidades de la conciencia fonológica y también de otras habilidades fundamentales para el aprendizaje (falta de concentración, dificultades para seguir indicaciones, escasa atención auditiva, dificultades en la coordinación ojo-mano, entre otras).
En resumen, ante la crisis, evaluamos y actuamos a través de un programa específico para nuestro establecimiento que no tuvo el apoyo necesario e imprescindible para que sea exitoso o para ver sus deficiencias y mejorarlo.
No se trata de una experiencia única, hay muchas otras que el mundo de la educación ha generado ante la emergencia, pero que no reciben respaldo suficiente para mostrar sus potencialidades. Creemos mejor, entonces, pesquisar programas existentes elaborados por las propias comunidades educativas y apoyarlos, antes que diseñar nuevos proyectos.
Viviana Rivera Barrientos es académica de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la U.Central
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