Por Nicolás Bonilla.- A casi un año y medio de que comenzó la pandemia, las escuelas ya habitan de manera cotidiana el formato online en su quehacer. Los consejos de profesores, las reuniones y las clases continúan en esta modalidad y poco a poco se va haciendo más habitual esta manera de interactuar. Las clases online tienen una dinámica particular, pese a las diferencias entre los estilos de cada docente, todas implican una negociación en cuanto a prender la cámara, el micrófono, escribir por el chat, cumplir con las tareas, estar presente y participar de alguna manera. Estas son las formas de interactuar que hoy en día existen en las clases en línea, ya sea levantando la mano y opinando o respondiendo cuando él o la docente les increpa, los y las niñas parecen ver limitados sus espacios de participación en la escuela remota.
Se entiende por espacio de participación un contexto donde NNA puedan tomar decisiones, organizarse, proponer ideas, crear de acuerdo a sus intereses y compartir libremente. Pero, ¿pasaba esto antes en la escuela presencial? Definitivamente no, al parecer la escuela nunca ha sido un espacio profundamente participativo y desde esa base, entonces, ¿Cuál es el problema ahora con las clases online? Quizás la diferencia es que los NNA perdieron espacios que antes tenían, los recreos, los almuerzos, los talleres extraescolares, los centros de alumnos, las conversaciones durante las clases, entre otros.
De hecho, es posible que haya estudiantes que nunca han abierto el micrófono o nunca han prendido la cámara simplemente porque este medio no les acomoda o porque las condiciones habitacionales en las que viven no se los permiten. Mas allá de esto, vale tener en cuenta que las formas de comunicación han cambiado, hoy ponerse un apodo para entrar a la videollamada, una foto de un anime, de un juego online, de un artista famoso en vez de tener prendida la cámara, enviar el link de una imagen o emojis por el chat, son formas de comunicarse que antes no existían. Los NNA además pasan gran parte de su día frente a la pantalla, ya que las redes sociales, las series y los juegos online son sus principales hobbies y formas de entretención, y ciertamente sobre lo que más les gusta hablar en los talleres y espacios de convivencia que no tienen que ver con las materias escolares.
Teniendo en cuenta este contexto ¿Cómo hacemos que haya mayor participación en la escuela a distancia? En el trabajo que realiza el programa HPV con el acompañamiento a comunidades curso que comenzó este año, se esbozan pequeños mecanismos para fomentar la participación que son agradecidos por docentes y estudiantes. El hecho de que las reglas del taller sean puestas por estudiantes, así como también que los temas de las sesiones a trabajar sean votados por ellos y ellas entre distintas opciones, avanza en la participación y permite a los y las estudiantes decidir en los aspectos antes mencionados.
A pesar de que lo anterior da un pequeño paso en términos de participación, ya que por lo menos se les pregunta que es lo que quieren, sabemos que son espacios ya dados y predeterminados, en que no hay mucho marco para cosas nuevas. Pese a esto, se valora la posibilidad de conversar, de compartir y de recuperar aunque sea un poco esos momentos de convivencia entre curso, fuera de la materia de las clases y las preocupaciones de la escuela. Aquí es necesario reconocer que la convivencia entrega experiencias en común que sustentan la participación, no puede haber participación sin convivencia, por eso es que NNA buscan y agradecen estos espacios.
¿Cómo podemos llegar más allá? Quizás el contexto de las clases mismas no lo permite, ya que sabemos que hay un currículum que cumplir e incluso en este ámbito hay muchas carencias. Como menciona el reciente Diagnóstico Integral de Aprendizajes del MINEDUC, donde el 60% de los y las estudiantes no están logrando el aprendizaje necesario para su nivel. Es decir, la escuela no está siendo un espacio de aprendizaje significativo y menos aún de participación. En este sentido, pienso que se pueden usar las herramientas digitales a favor de la participación infantil, un ejemplo de esto es lo que está realizando el Programa de Acompañamiento Comunitario (PAC-C) del Centro de Salud Mental en Comunidades Educativas, que, por un lado, se ha articulado con redes institucionales y territoriales de la comuna de Cerro Navia para gestionar un espacio de encuentro para jóvenes líderes. Articulación que en sí misma es facilitada por las condiciones que el contexto online nos permite y que, por otro lado, ha permitido generar un encuentro donde llegaron alrededor de 70 niños y niñas, todos y todas conectados desde sus casas, pero reuniéndose de manera remota y participando de un espacio específicamente pensado para ellos y ellas, en que pueden decidir, proponer, gestionar, convivir, coordinar y actuar.
Para finalizar, queda la puerta abierta para pensar si en este contexto, donde el aprendizaje esperado no se está logrando, podría ser mejor enfocar fuerzas en otro tipo de aprendizajes significativos que tengan que ver con la convivencia, la participación y la salud mental de NNA a lo largo del país.
Nicolás Bonilla es psicólogo. Ejecutor de “Acompañamiento a comunidades curso” en el Programa
Habilidades para la Vida, de la Escuela de Psicología UAHC.
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