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Guy Sorman y una mirada a China: «Puede venir un rebrote del Covid-19»

El intelectual francés analiza la realidad china y las nuevas tendencias del mundo, como el calentamiento global que se ha transformado en una religión, dice. Augura un nuevo brote del virus pandémico Covid-19, y afirma que podría ser peor que el anterior.

Por Jorge Abasolo.- Sus epígonos lo adoran; sus enemigos, lo respetan. Es que se trata de un pensador de fuste al que se ha catalogado como el Raymond Aaron del siglo XXI.

Guy Sorman (París, 1944) es un economista, periodista, filósofo y autor francés que ha escrito varios libros en los que aboga a favor de los ideales de la creatividad y el capitalismo moderno. Se lo considera partidario del liberalismo clásico y seguidor de la tradición de Alexis de Tocqueville.

Tal como la izquierda de los años sesenta hacía cosas para “epater” (espantar) a los burgueses; Sorman con ahínco hace lo posible para provocar los mismos efectos entre los ecologistas acérrimos y los chinos.

Sus artículos críticos hacia la cumbre de Copenhague y otras en aras de la preservación de un sano medio ambiente no le resultan del todo creíbles.

El calentamiento global es un nuevo culto, dudar que el dióxido de carbono es satánico te convierte en pecador”explica. 

Y tiene mucho de razón, pues un debate abierto en torno al tema es considerado como una brecha en torno a la fe. Los sumo sacerdotes de este culto son los enemigos reciclados del libre mercado. Lo siguen Jefes de Estado, porque este culto les asegura un nuevo poder y una nueva legitimidad, ya que salvar el planeta ofrece mayores compensaciones a un político que la administración de asuntos domésticos. No obstante la conferencia de Copenhague ha sido masivamente atendida por creyentes e hipócritas; entre éstos últimos, líderes de países pobres sedientos de nuevos apoyos financieros para “salvar el planeta” y alimentar sus propios bolsillos.

Es columnista para múltiples periódicos, entre los que figuran Le Figaro (Francia), L’Economiste (Marruecos),  The Wall Street Journal Europe, La Nación (Argentina), Jornal do Commercio (Brasil), Dziennik (Polonia), Joongang Ilbo (Corea del Sur), Asahi Shimbun (Japón) y ABC (España).

En 1979 fundó, junto a otros doctores, científicos y escritores franceses “Acción contra el Hambre”, una organización internacional no gubernamental dedicada a luchar contra el hambre, la miseria y las situaciones de peligro que amenazan a hombres, mujeres y niños indefensos en los países pobres.

También es Presidente de Editions Sorman, que fundó en 1975, compañía que publica boletines informativos y reportes sobre temas legales, siendo la editorial líder en temas referidos al gobierno local.

Hacia el año 2008 asistió al Carnegie Counsel donde habló sobre China y su desarrollo como nación, presentando su obra “China: el imperio de las mentiras”.

Enseñó economía y filosofía política en el Instituto de Estudios Políticos de París entre 1970 y 2000. Ha sido laureado por la Escuela Nacional de Administración y también concurrió al Instituto de Estudios Políticos de París y a la Escuela de Civilización Oriental.

-Para ciertos analistas internacionales, el peligro para la paz puede provenir de las fricciones entre Estados Unidos y Europa vs. / China y el Islam. ¿Concuerda con ello?

-No existe tal conflicto entre el Islam como tal y el Occidente,  porque el billón de musulmanes pertenece a una amplia diversidad de naciones y culturas. Hay poco en común entre un musulmán de Senegal y uno de Indonesia. En consecuencia, un frente musulmán contra Occidente constituye un mito. Hoy en día, la mayoría de los llamados países musulmanes están aliados con Occidente y combaten en conjunto a los militantes islámicos radicales. En cuanto a China, se trata de un régimen imprevisible; ignoramos cuan estable es, realmente ni como se adoptan las decisiones. Probablemente, el Partido Comunista Chino tiene ambiciones imperialistas en Asia, pero no fuera de Asia. Militarmente los chinos aun son pequeños y su equipamiento, pobre. Podría ser fácilmente contenido por una coalición de Japón, Corea del Sur y Taiwán.  En los próximos años, el régimen chino aun enfocará sus intenciones en reducir su pobreza doméstica (70% de sus habitantes viven como en la Edad Media) y mitigar sus disidentes internos, a las minorías étnicas y movimientos democráticos.

Pienso que las intenciones imperialistas de los líderes comunistas tendrán que esperar.

Un gigante

La clara tendencia al ahorro del pueblo chino tiende a actuar como lastre para el crecimiento, ya que frena el consumo. La tasa de ahorro del país es una de las más altas del mundo. Aún así, todo indica que China está llamada a ser potencia mundial por muchos años. Se lo pregunto porque usted no ve a China como un próximo gigante económico.

China es enorme, económicamente grande, lo cual no significa que sea fuerte. Los chinos son básicamente subcontratistas del resto del mundo; no inventan nada, no son innovadores; arman y re exportan. En consecuencia, dependen de la salud de la economía global. Esta estrategia le sirve a Occidente, compramos nuestros equipos y textiles más baratos, nos beneficiamos directamente de los bajos salarios chinos y de su divisa subvaluada. Los trabajadores chinos no se benefician mucho con esta estrategia. ¿Qué ocurre con las víctimas? Con los 800 millones de chinos que viven en silenciosa en las áreas rurales. El partido comunista rehúsa privatizar la tierra lo que le impide a los campesinos invertir en agricultura y el acceso a los créditos. Estas son las razones por las cuales no estoy impresionado por la economía china. La economía no es en torno al volumen global, pero debería de ser medida por habitante: China está en el lugar 70 del mundo.

-¿A qué atribuye la meteórica incursión china entre las grandes potencias del mundo?

-Conviene recordar que este crecimiento fue posible porque China empezó sin nada. Las reformas económicas de 1979 de Deng Xiaoping permitieron que los chinos trabajaran para ellos mismos… Entonces, lograron una fuerza laboral considerable, apta para trasladarse desde los campos a las fábricas. Esta transición del comunismo al capitalismo de Estado coincidió afortunadamente con la globalización y la demanda de Occidente de nuevos bienes de consumo, como los teléfonos móviles.

-Usted ha sindicado frontalmente a China como la gran responsable del temible corona virus…

-Es que el gobierno chino es el gran responsable, pues a mediados de diciembre del año pasado los médicos en Wuhan informaron al gobierno chino acerca de un nuevo coronavirus que estaba causando muertes en hospitales, similar a lo que había ocurrido con la neumonía SARS que surgió en el año 2003. Como ya se sabe, al gobierno de China no le gustan las malas noticias, y durante un mes aseguraron que no era cierto, mientras se castigaba de forma severa a los doctores y se les prohibía decir la verdad. Las cosas continuaron así por un mes y, como consecuencia, el virus que apareció en Wuhan ya se había esparcido a toda la provincia de Hubei y luego, al resto de China y el mundo. Ese mes fue absolutamente crucial…demasiado importante, y de no haber sido por ese retraso, la enfermedad podría haber sido contenida en Wuhan. Esto no se hizo por razones políticas. Por eso creo que es ético y legal considerar al gobierno chino como el responsable directo de esta pandemia.

-Y lo peor…¿está por venir?

-Me temo que en noviembre veremos un rebrote de esta terrible pandemia. Ojalá me equivoque.

-¿Podemos asegurar que la China emergente se explica porque al fin aplicó un sistema capitalista?

-A ver…si bien China aún no es capitalista, no se puede negar que se encamina en esa dirección.  La percepción exterior está parasitada  por una retórica que sigue siendo marxista, detenida en una realidad que ya no lo es. Es verdad que el partido comunista conserva el poder, pero dirige una economía capitalista, lo cual constituye un caso único en su género.