Por David Cornejo.- Vestido de blanco, el joven héroe. Vestido de negro, el villano asesino. El lado oscuro y el lado luminoso. Si toda leyenda requiere un relato inspirador, la trilogía original de Star Wars es un ejemplo fundamental de storytelling. Hoy la franquicia vende desde videojuegos hasta lencería, con un engagement que ya se quisiera Pepsi. Pero ¿cuál es la clave? No se inventó de la nada. Su creador, George Lucas, se basó en «El héroe de las mil caras» (1949), del estadounidense Joseph Campbell. Este libro explora mitologías y religiones de distintas culturas, describiendo los patrones que se repiten en sus relatos.
Según Campbell, lo que coincide es la aventura de un héroe o heroína que sale del mundo cotidiano hacia lo sobrenatural. Allí se enfrenta a fuerzas misteriosas, logra la victoria y regresa a compartir los dones obtenidos. Como Prometeo, Buda o Moisés. Lucas usa «El héroe de las mil caras» como plantilla en la trilogía original de Star Wars. Los principales hilos narrativos que toma son:
- Llamada a la aventura: el protagonista recibe una señal que lo saca de la cotidianeidad hacia lo extraordinario. Luke por accidente mira el misterioso holograma de la princesa Leia (Star Wars, 1977).
- Surge ayuda sobrenatural: aparece una figura protectora, una viejecita o un anciano, que guía al aventurero contra las fuerzas que debe aniquilar. El anciano Obi Wan expone a Luke el concepto de La Fuerza, le entrega una espada láser y lo invita al rescate de la princesa (Star Wars, 1977).
- La iniciación: el héroe debe superar pruebas ante su propio laberinto espiritual. El maestro Yoda le entrega enseñanzas para transformarse en caballero Jedi (El Imperio contraataca, 1980).
- La reconciliación con el padre: el héroe supera la imagen del padre como monstruo, contempla su verdadero rostro y pasa a la adultez. Luke redime a su padre-villano y lo ve bajo la máscara (El regreso del Jedi, 1983)
- Apoteosis e iluminación del mundo. Luke derrota la tiranía del emperador y libera al sistema planetario(El regreso del Jedi, 1983).
Lo mítico se desdibujó en las precuelas de Star Wars, estrenadas entre 1999 y 2005. Ahí predominan los personajes generados por computadora por sobre los arquetipos. El personaje Jar Jar Binks, por ejemplo, no se inspira en un mito griego, sino en Goofy.
Pero hay una nueva esperanza en nuevos relatos del universo Star Wars: Desde la relectura de una trilogía a partir de El despertar de la la fuerza o la recientísima The Mandalorian, que han reencantado a los devotos incondicionales con espadas láser y pop corn de la saga. Star Wars demuestra así, la efectividad del storytelling basado en lo mítico. “Los símbolos de la mitología no son fabricados”, dice Campbell. “Son productos espontáneos de la psique y cada uno lleva dentro de sí mismo, intacta, la fuerza germinal de su fuente”. No es casualidad que la diosa griega de la victoria se llame Nike.