Por Roberto Fernández.- En pocos días comenzará a operar la Asamblea Constituyente, momento que marcará un hito en la historia de nuestro país. Por primera vez una Constitución será redactada por personas elegidas democráticamente, tendrá paridad de género, representación de pueblos originarios y será sometida a un plebiscito.
Para entender el sentido profundo de lo que está en juego hay que remontarse a los hechos que dieron origen a este proceso. Evidentemente nada de esto sería posible sin el estallido social de octubre de 2019. Y este se explica por la extrema concentración de la riqueza, origen de la desigualdad, pobreza y abusos que origina. Fue la expresión de un “basta”, un “ya no más”… y es irreversible.
Es en ese contexto que la mayoría de los partidos políticos, en un intento por evitar lo peor, llegan al acuerdo del 15 de noviembre, el que más allá de los vacíos que dejó, significó el plebiscito en el que el 80% de los chilenos estuvo por terminar con la constitución heredada de la dictadura y por la elección de los constituyentes. Otro hito histórico de ese momento fue el 20% que obtuvo la derecha, lo que le impedirá vetar los artículos que no le parezcan.
Mirado desde la realidad actual, fue la derecha la que perdió más en ese acuerdo. Puso en cuestión la constitución de Pinochet, y perdió estrepitosamente toda posibilidad de imponer su visión de sociedad y sus intereses en la nueva. La oposición tuvo que aceptar el quórum de los 2/3, pero vistos los resultados, hoy es un problema menor.
Es impresionante ver cómo esa derecha que denostó la política, los partidos y a los dirigentes, trata actualmente de reivindicar la importancia que tienen.
Según las normas vigentes se necesitarán 2/3 de los constituyentes para que un artículo sea incorporado al plebiscito de salida. Esto es la manifestación clara de que habrá un gran acuerdo cuando el 66,7% o más de los constituyentes coincidan al votar. Eso será la expresión de una gran mayoría.
Durante 31 años, utilizando el quórum de los 2/3 que exige la actual constitución para cualquier reforma de ella, la derecha permitió los cambios en que ella estaba de acuerdo. Esta vez tendrán que aceptar que solo se incorporarán a la nueva Constitución sus proposiciones que sean aceptadas por el 66,7% de los constituyentes.