Por Gonzalo Martner.- Se ha conocido una carta, con gran repercusión mediática y respuesta presidencial inmediata, llamando al acuerdo entre la derecha y suponemos que los firmantes, porque no se ve quién en el sistema político actual podría sumarse. Está rubricada por Insulza, Enrique Correa, Oscar Garretón, Martínez, Burgos, Alvear, Mariana Aylwin, Brunner y otros partícipes de antiguas batallas, algunas compartidas. En el pasado, muchos de ellos fueron protagonistas del sector ”autocomplaciente” del campo democrático (es decir los que no querían que el programa original de la Concertación se llevara a cabo) y desde hace ya tiempo están adscritos a lo que no se puede sino llamar el partido del orden. Cuesta encontrar firmando la carta a algún dirigente social o figura cultural relevante, o a cualquiera de los tantos y tantos del multicolor partido del cambio.
Además de lo que representan hoy sus firmantes como partícipes o aliados preferentes del campo conservador, el problema es que esta carta no incluye un apoyo explícito a la realización del plebiscito -se suma incluso a la insinuación de falta de condiciones- ni llama a votar por el Apruebo a una nueva constitución en abril. Y menos condena explícitamente las violaciones a los derechos humanos por el gobierno de Chile, las policías y los militares desde el 18/0, con su secuela de tres decenas de muertes y miles de heridos, que parece que no existen para nuestros inefables.
Somos muchos, creo que millones a estas alturas, los que consideramos inconducentes unos diálogos sin condiciones básicas: reforzar la realización limpia del plebiscito (ya estamos viendo otra vez el poder del dinero a favor del Rechazo en las calles en estas primeras horas de campaña), facilitar la elaboración razonada de una nueva constitución democrática y respetar los derechos humanos, incluyendo los de los manifestantes. A partir de ahí se puede hablar de lo que se quiera, supongo.
De hecho, sería muy saludable que el gobierno, en vez de preparar nuevas represiones, facilitara después de Abril un gran diálogo para un nuevo acuerdo social contra los abusos en Chile y la desigualdad social, de género y territorial y por una economía sostenible, diálogo que sea el sustrato para una nueva constitución nacida del pueblo y que garantice derechos y equilibrios en la sociedad, el territorio y con la naturaleza. Sumarse hoy a otra maniobrilla de Piñera, que al parecer está preparando la vuelta de los militares a la calle, eso sí que no.
El por qué esta gente está, a estas alturas, en esto, al acercarnos a un plebiscito decisivo (bastante discreta, por lo demás, la lista de firmantes a la hora de conglomerar a las pasadas coaliciones), tendrán que explicarlo ellos. Imagínense una carta de este tipo a dos meses del plebiscito del 88: hubiera sido inconcebible. Algunos dirán que entonces se trataba de dejar atrás una dictadura, y tendrán razón. Pero ahora se trata, nada menos, que de dejar atrás el veto oligárquico enquistado ilegítimamente en la sociedad chilena y en sus instituciones.