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UNESCO alerta por falta de socialización de escolares: “Tendrá un efecto por años”

Por Claudio Arzola Foitzick.- A poco de terminar un 2020 en medio de pandemia y cuarentenas, con colegios cerrados y un obligado volcamiento a clases virtuales, millones de niños y jóvenes han experimentado un año escolar con encierro, aislamiento, alejados de sus entornos sociales.

Para la responsable regional para la Educación, Salud y Bienestar de UNESCO, Mary Guinn Delaney, evalúa este que esta falta de contacto con sus pares tendrá efectos que podrían durar años.

No se trata solo de los problemas de aprendizaje y, quizás, los contenidos que van quedando atrasados. Es mucho más que un asunto de competencias y destrezas que puedan quedar rezagadas.

Es el valor de la socialización en los niños y jóvenes, la posibilidad de generar identidad a través del contacto con sus pares, la forma en que la construcción de relaciones los forja como seres humanos en sociedad… eso es lo que se ha perdido este año. “Los niños de 2020 crecerán con una desventaja notoria”, afirmó en entrevista con ElPensador.io.

Además, analiza el efecto en los padres y apoderados, que ahora han debido tomar las riendas el proceso educativo, y en los profesores, que a su juicio no tenían una adecuada formación en Tecnologías de la Información (TICs) antes de la pandemia, lo que repercutió en la forma de llevar la educación a las pantallas.

A su juicio, el modelo híbrido de clases (semipresenciales) llegó para quedarse, pero hay que admitir que no es para todos y hay un porcentaje que no puede acceder. Ahí, afirma, queda claro que el rol del Estado es garantista, igual que en la salud.

¿Qué sirvió y no sirvió en la improvisación en las clases online de colegios en los últimos 12 meses?

No usaría la palabra improvisación, yo creo que hubo que hacer un cambio de 180 grados o un cambio radical en la forma que se había pensado el año escolar. Es importante reconocer que, en muchos casos, se hizo con cierto éxito. Se ha demostrado un alto compromiso de profesores, de estudiantes, de familias. Por supuesto sabemos que no ha sido un éxito para mucha gente. La virtualización de la educación no ha sido la solución para muchos. Esto demuestra que los sistemas de educación tienen que ser más flexibles, más resilientes y responsivos a estos cambios, tan repentinos y brutales. Pero esto implica cómo hacemos, y también qué esperamos de la educación.  Si de pronto estamos en una situación, que nos obligue a priorizar contenidos o grupos o momentos en la carrera de educación. Esta situación actual nos indica que debemos tenerlos muy bien claros.

Por otro lado, se ha documentado el agobio, por parte del profesorado, al enfrentarse de golpe a un sistema completamente nuevo para ellos. Pero tampoco debemos culparlos a ellos, porque si ellos no han manejado los TIC en el aula, es poco factible que lo manejen en una sala virtual. No obstante, la formación y la capacitación en el uso de estas plataformas no fue parte de la formación estándar de muchísimos profesores. Además, que todas las plataformas digitales que se están empleando en las aulas virtuales y en la organización del trabajo académico (como Google Classroom, Zoom, entre otras) no se conocían, porque no se usaban de forma masiva.

Sin embargo, se ha invertido bastante en, por lo menos  “arreglar el auto que estaba andando, y que las ruedas siguieran rodando”, pese a todas las deficiencias y dificultades. Como he dicho debemos reconocer que la capacidad de moverse rápido es, y sigue siendo poco. Si algo hemos aprendido es de la necesidad de poder anticipar y utilizar mejor la tecnología.

A su juicio, ¿cuánto ha afectado la pérdida de socialización entre los niños, preadolescentes y adolescentes durante la pandemia? ¿Las redes sociales pudieron mitigar esos efectos en algún grado?

Definitivamente sabemos que el espacio del colegio, como lugar de socialización, de apoyo e interacción socioemocional, como también el acceso a ciertos servicios, como la de salud, de alimentación, esto es muy importante para la gran mayoría de los niños. Sin dudas ha traído innumerables problemas al tener los colegios cerrados. Y en muchos sentidos, no solamente, en el aprendizaje o estar trabajando en el aula. Eso ciertamente varía por grupos de edad, sabemos que a nivel preescolar es muy importante este espacio y en su desarrollo integral. Y la falta de estas actividades tienen un impacto a lo largo de muchos años. También en la adolescencia y la preadolescencia este espacio de interacción (la escuela) es fundamental para la construcción de identidad que caracteriza la adolescencia. Y el hecho que los colegios no puedan estar abiertos hace mucho daño al no tener este espacio para muchos niños y niñas. Nada pueda reemplazar al profesor o la profesora, nada puede reemplazar la interacción cara a cara.  

De acuerdo con los datos que ustedes tienen ¿cuál es el rango de edad más afectado en su aprendizaje durante la pandemia y por qué?

La investigación en este periodo (en confinamiento) preciso no existe. Porque el acceso, a los estudiantes, es nulo al estar ellos en sus casas. Sin embargo, todos sabemos el impacto de la estimulación temprana, la educación preescolar y todos los beneficios que trae. Este estudio, sí está bien documentado en años anteriores, podemos asumir que la falta de esta oportunidad va a empezar a notarse en el desarrollo de niños y niñas de esta etapa, a diferencia de otros niños y niñas que hayan tenido este contacto en los años anteriores a la pandemia. Los niños del 2020 crecerán con una desventaja notoria. Aunque no creo que sea un año perdido para los niños más chicos, porque han estado en sus casas, y sus padres con teletrabajo, lo que podría haber significado que no se haya perdido este contacto familiar. De hecho, muchas personas hablan de una integración familiar mayor, es decir, más contacto, más vida diaria, si lo comparamos con la locura que vivíamos antes de la pandemia. Pero sí hay que reconocer que ha tenido un costo muy alto para los adultos (que están en la casa) especialmente mujeres. Ya existen datos concretos acerca de la carga laboral, tanto de teletrabajo, de apoyar los procesos educativos de sus niños, y la carga desproporcionada del trabajo doméstico que cae en las mujeres, que se intensificaron a otros factores que ya existían previamente.

Aunque sabemos el apego de los niños más pequeños que son muy protegidos por sus padres, pero esto no es sostenible en el tiempo, porque sabemos que la estimulación temprana y la educación prescolar, merecen todo el esfuerzo que se les puede dar a los menores. Por otra parte, en lo académico los estudiantes en años de transición, por ejemplo, de kínder a Primero Básico, Octavo Básico a Primero Medio y de Cuarto Medio a la Educación Superior, el haber tenido esta interrupción e incertidumbre en cuanto a cómo va a ser la transición a la próxima etapa, sobre todo los de Cuarto Medio, es una carga, es un desgaste emocional, justo en los momentos de planificar la vida del adolescente que se enfrenta a la etapa adulta, en la que se proyecta al futuro, en este caso el impacto es aún mayor. Por lo tanto, los niños chicos y los adolescentes que están en momentos de transición -como también lo podemos ver en adultos mayores- ninguno de ellos tiene tiempo para perder. Que este tiempo ha llegado a ser prácticamente un año entero, y esto causa mucha sensación de tiempo perdido.   

¿Los profesores y colegios están preparados para continuar sus clases online en un eventual alargue en el distanciamiento social para el próximo año?

Sin duda que al haber un alargue del distanciamiento social y el no poder retornar a las clases presenciales va a ser algo distinto a lo vivido este año. Ahora, con ocho meses de experiencia (desde el 18 de marzo a noviembre) y de haber sobrevivido y experimentado todo lo que ha significado la pandemia hasta hoy, por una parte, aprendiendo lo que nos dicen las autoridades sanitarias, los investigadores, los avances en la vacuna. Por lo tanto, yo creo que se va instalando una mirada de más largo plazo.

Por otro lado, los sistemas educativos conocen la necesidad de planificar. Por ejemplo, en países como Chile, donde el año escolar se cerrará en diciembre de 2020 y, en consecuencia, ya existe mucha gente pensando lo que vendrá en marzo en adelante. Como UNESCO vemos que este modelo híbrido de clases (presencial y online) está para quedarse. Esto es por la consideración más básica que es reducir la densidad en las aulas. Es decir, tener un grupo de alumnos en la casa y la otra mitad en las aulas de clases, esto para reducir el contacto. En este momento “vamos haciendo camino al andar”, en el sentido de desaturar los colegios. Aunque sabemos que no ha sido fácil, porque estamos viendo que muchos niños y niñas se van quedando atrás. Según cifras en Chile, los profesores han informado que no han tenido contacto, de al menos, el 10% de sus alumnos. Por otro lado, sabemos que la conexión a la internet, la disposición de equipos y el mismo espacio adecuado para estudiar en la casa, no existen para muchos estudiantes. Por esta razón el proponer que la solución virtual sea para todos igual, sabemos ya que no es posible. Debemos usar este aprendizaje y reconocer la realidad. Hacer un esfuerzo especial, que cualquier cosa que se proponga, llegue a los que más necesitan (niños viviendo con discapacidad, áreas rurales, y hogares con cualquier tipo de problema tecnológico) hay que tomar en cuenta que esto va mucho más allá de lo que pueda hacer el Ministerio de Educación. Son problemas de las empresas privadas de las telecomunicaciones, además son temas socioeconómicos más amplios que finalmente impiden que las clases virtuales y su material académico sean recibidos por el estudiante en forma oportuna. Lo que antes era opcional, ahora es vital.

¿Cómo evalúa el rol de los padres durante el confinamiento? En general ¿usted diría que estaban preparados, que fueron un aporte a la educación de sus hijos? ¿o se vieron superados con ambas tareas, el cuidado y la educación, además de tener su trabajo en línea?

Por una parte, nos dimos cuenta (nosotros los padres) del rol que cumple el colegio, en cuanto a su función más allá de la educación. Es decir, que cumple una función en la vida diaria del niño y en la formación de éste. Que los padres lo tomen solamente como un lugar en donde dejar a los niños por un rato, mientras vamos a trabajar, es obvio que no es solo una guardería y no es su función principal. Este confinamiento y el estar con los hijos en la casa nos hizo reconocer la función del colegio como un espacio que asumimos que es de protección, de aprendizaje y de socialización, o sea, de cosas buenas que van aportando al desarrollo de los niños. El impacto socioeconómico y las desigualdades que salieron a flote en esta pandemia, aunque ya se sabía que existían, significó que se reflejó mucho más en unos que en otros. La capacidad de responder a estas múltiples demandas educacionales tiene que ver con muchas otras cosas, no solamente con lo que las personas quieran responder al compromiso de educar, sino que también apunta a temas estructurales, de impacto económico, el estado de salud de las personas que viven en el mismo hogar, considerando que el virus ha afectado a mucha gente y que también han fallecido. Por lo que este confinamiento es más que la simple idea de estar todos encerrados en el mismo lugar. Del mismo modo, estos son los niños que debemos priorizar, para que estas brechas no vayan ampliándose aún más. En Chile existen alrededor de 5 millones de niños y niñas fuera de clases, incluyendo a universitarios. Se realizó una encuesta este año 2020, respecto a si los niños habían aprendido mucho, poco o nada en confinamiento. El resultado fue decepcionante, saber que no habían aprendido en clases online todo lo que hubieran aprendido estando en el colegio, o si habrían tenido acceso a todo lo que necesitaron para poder aprender (como una biblioteca). Fue muy doloroso saber el resultado de esta encuesta, pero, por otro lado, nos pone en la responsabilidad de encontrar las formas de reponer lo que se ha perdido este año. 

La generación digital (los nacidos después del 2000) ¿están más preparados al aprendizaje a través del sistema online?

Antes de la pandemia íbamos mejorando en saber cómo aprovechar la tecnología, en cuanto a ciertos trabajos académicos, pero no sabemos si les costó más a los nativos digitales o a los migrantes digitales adaptarse a este nuevo formato de clases online. Sin dudas que, bajo todo aspecto, extrañamos ese contacto cara a cara, y no me hago la idea de acostumbrarme de no tener ese contacto físico con otra persona o si va a ser mejor por Zoom. Sin embargo, las exigencias de la actual situación nos han obligado a todos a aprender este método digital o el estar frente a una pantalla por largos periodos de tiempo. Sabemos que no es lo mejor estar frente una pantalla por largos periodos de tiempo para ciertos grupos de niños de cierta edad, aunque algunos estudios así lo indican, pero las circunstancias nos obligan a que esto no se cumpla, y el reducir esa permanencia con un dispositivo digital en la mano, es imposible en estos momentos, pero eso no quiere decir que nos relajemos bajando la guardia.

Los estudiantes marcados por la brecha económica, geográfica y tecnológica fueron sin duda una de las grandes dificultades en llevar la escuela a las casas… ¿Cómo debería el Estado enfrentar esta situación en el futuro?

En este contexto de pandemia nos hemos dado cuenta de que la salud es pública, es decir, que la salud de uno es la salud de todos y viceversa, del mismo modo que la educación es pública, esto quiere decir que el Estado tiene que ser el garantista, tanto de la educación y de la salud, eso es visto desde la UNESCO, que son nuestros principios básicos en las Naciones Unidas. En cuanto al Estado, yo veo desde mi punto de vista, la importancia del diálogo entre la salud y la educación. Esto relacionado con el cuándo se podrá volver a reabrir los colegios. También por su parte debemos pensar en qué nos obliga la pandemia en salud, y en cómo cuidarnos, saber de dónde vino este problema, el modelo de desarrollo a seguir si es sostenible o no sostenible, por qué nos ha afectado y cómo nos afectado la pandemia del COVID-19 en nuestra habitualidad y en nuestro diario vivir.

En cuanto a la educación, siempre hablamos de la formación de generaciones de personas autónomas, responsables, conocedoras, etc. En estos momentos estamos viviendo en un laboratorio de ideas, de problemas, de impactos, de desigualdades, y es allí es donde quiere apuntar esta formación de personas que puedan enfrentar todos los problemas ya descritos, pero no en 10 años más, sino ahora.

¿Tiene algún dato del comportamiento del ciberbullying entre los estudiantes al digitalizarse completamente las relaciones entre ellos?

El bullying es un tremendo tema que, a esa dinámica en niños y adolescentes, pienso que hay muchas cosas que nosotros los adultos no sabemos, de cómo funciona, por qué pasa, en qué forma toma a las víctimas de las burlas, considerando que soy mamá, y también habiendo participado en algunos estudios del funcionamiento de redes sociales. Sin embargo, cuando la noticia nos llega, cuando alguien es victima del acoso escolar, ya es muy tarde, porque el niño ya habría pasado por un buen mal rato. Pienso que, desde el lenguaje que se use hasta cómo también las plataformas, las razones tras esta discriminación y violencia psicológica nos lleva a involucrarnos y preguntarles mucho más a los niños y a las niñas para que nos cuenten sus vivencias, y con esto, seguramente saldrán más evidencias si esto ha cambiado en pandemia. Ciertamente que, al estar más expuestos en las plataformas de educación online, los casos pueden variar o no, eso es tanto para los profesores como los estudiantes. Está claro que existe evidencia en la violencia de género a través del ciberespacio, como también la violencia cibernética, cosas que hemos estado documentando o diagnosticando este tipo de violencia en casi todas sus formas en la etapa escolar. En general, es que la ciberdimensión es un reflejo de lo que pasó en el colegio, o sea, uno no existe sin el otro muchas veces. Lamentablemente el ciberbullying, como no lo entendemos como adultos, al manejar menos la dinámica de las redes sociales o la internet, este desconocimiento nuestro, puede hacer mucho más daño al niño, porque es silencioso. Por otra parte, si existen adultos que no saben lo que está pasando, con sus hijos, no podremos responder y por consecuencia no podremos darle un corte definitivo. Aunque al estar expuestos en clases online, por ejemplo, la ciberviolencia se viraliza muy rápidamente, cuando existe un momento, quizás jocoso, pero no sabemos como terminará y de que forma la persona afectada lo tome, y se vea en todas las redes sociales, en donde gente desconocida esté opinando de él o ella con una intensión destructiva. El mensaje es que todos seamos responsables de nuestras acciones, y que pensemos un poco antes de apretar el botón “enviar”, para evitar un daño que puede ser evitado indudablemente. Y en ese sentido sabremos que estamos formando personas más solidarias y conscientes en un contexto cada vez más grande. La tecnología nos abre el universo entero y los que se sube a la internet ahí queda. Por último, mientras haya más exposición de los niños y niñas en la internet, el riesgo y el daño aumenta considerablemente. La violencia de género y también la “trata” es la que predomina en la ciberviolencia hasta el momento, aunque sabíamos que esto existe, ahora debemos ser más cautelosos en tener mayor diálogo con los niños y niñas, vigilando su comportamiento.

¿Qué más perdieron los estudiantes este año, aparte de la sociabilización con sus pares?

El contexto político chileno, producto del estallido social, había comenzado a influir malamente en las vidas de los estudiantes y de los profesores. En general, respecto a las tomas y los cierres adelantados de los calendarios académicos de muchos colegios y universidades, que se hicieron a fines del 2019. Pensando en el caso de pérdidas, los jóvenes que están terminando la Media son los que me preocupan. habiéndose pasado ya tantos años preparándose para ese momento, adquiriendo conocimientos y las habilidades como para lanzarse a la vida de verdad. Aunque la educación en sí no termina en ningún momento. La incertidumbre es la que les agobia en estos momentos, si siguen en la educación superior o quieran entrar al mundo laboral, justo ahora cuando está todo revuelto. Y nuestra labor es apoyar e incentivar a este grupo de jóvenes en mantener vivas sus expectativas de sí mismos, porque de eso se trata la transición de la adolescencia a la adultez, que es el tener un plan de vida. Lo que significa estar dispuestos a trabajar, sacrificar, explorar y arriesgarse. Por lo tanto, la actual pandemia les da la sensación de no poder hacer todo aquello, el cumplir con sus sueños. Pienso que, si no los apoyamos su sensación aumentaría y quizás piensen que no lo van a conseguir ni ahora ni tampoco lo lograrían en un futuro cercano. Esto es un impacto importante, que debemos los adultos, por lo menos apoyar y cuidar.

¿La educación a distancia favorecerá a todos los estudiantes en un futuro próximo y reemplazará a las aulas presenciales?

Las aulas virtuales no reemplazarían las clases presenciales, por la sencilla razón que hemos sabido reconocer la importancia del trabajo del profesor y profesora en aula y que la tecnología (la pantalla) no puede reemplazar el apoyo, el conocimiento, la gestión profesional de un pedagogo. Ellos son capaces de reconocer si un estudiante está con problemas, que necesita una aclaración, y también está ahí para apoyar de otras maneras. Por lo que no creo que las clases virtuales, sean en un futuro, en su totalidad, ni tampoco deberían ser. Somos seres humanos, somos seres sociales.  Está demostrado que ir al colegio y tener este contacto intergeneracional, además de tener personas que son respetadas, conocedoras, es y debe ser siempre una prioridad. Y ojalá siga siéndolo.

¿Esta pandemia dejó una lección para innovar en la educación?

Lo que nos dejó la pandemia es un cambio de exigencias, encerrados en nuestras casas, nos obligó a definir los espacios, los momentos y las conductas correspondientes, que nos facilitan el trabajo, el ocio y el tiempo en familia. Seguramente, esta nueva modalidad, les ha costado a muchos niños, lo que les permitió estar mirando la clase en la cama, sin que nadie se dé cuenta. Sin embargo, la evidencia de la buena práctica que tenemos es imponer, en el buen sentido, las mismas rutinas, normas, entre ellas la de convivencia, el respeto que se demuestra con aparecer en persona en pantalla, más o menos arreglados, atentos, poniendo atención a lo que está sucediendo en el aula virtual. Que ha sido otro desafío y esto varía mucho según el grupo de edad, porque en los niños mas pequeños, existen limitaciones naturales evidentes. Los adolescentes tienen otros desafíos, sin embargo, ha sido una gran oportunidad de aprendizaje, lo que se ha ido mejorando con el tiempo, en ese sentido. Por lo tanto, somos resilientes, podemos adaptarnos y mejorar nuestros actos.

Alvaro Medina

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