Por Samuel Erices.- Hablar de salud mental hoy es trascender espacios. Es ir más allá de su abordaje o diagnóstico profesional. Por lo mismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea que la salud mental se refiere a necesidades humanas, relacionadas y vinculadas, a un estado de físico, mental y social, que permita ejecutar las actividades cotidianas, la productividad y que pueda generar contribuciones en la comunidad.
Hoy hay una noción de justicia social vinculada a los Derechos Humanos, con la finalidad de disminuir los prejuicios relacionados a las enfermedades mentales o discapacidades. Debemos alejarnos de concepciones fundamentadas en el prejuicio, estigma y discriminación que son generadoras de barreras que -muchas veces- impiden a la persona encontrar apoyo.
A pesar de ello, en Chile el presupuesto destinado a atenciones en el área se sitúa bajo 2,1% del presupuesto total en salud. Según la OCDE, el presupuesto es insuficiente ya que no bordea el 5% recomendado. Esto podría explicar la escasez de prestaciones y atenciones específicas, generando brechas en el acceso a tratamientos, limitadas coberturas, entre otros.
El escenario invita a todas luces a que en Chile avancemos hacia una Ley de Salud Mental integral que permita abordar desde la promoción y prevención, el acceso oportuno y efectivo a tratamientos. Hoy existen avances en la atención que permiten dar respuestas en el tema de forma marginal, pero la no existencia de una ley implica precisamente esto: no tener un presupuesto asignado y significativo para abordar las necesidades y problemáticas, que permita generar énfasis desde las atenciones psicosociales y con ello considerar diferentes factores de riesgos asociados, presentes en el ambiente en que las personas desarrollan su vida cotidiana.
Para abordarlo urge la consideración de factores como acceso a la vivienda, trabajo, protección social, enfoque psicosocial y trabajo interdisciplinario, la mirada de las instituciones académicas y la sociedad civil. Para ello el financiamiento es vital. Nuestro país ya no puede seguir esperando, lo que a todas luces debe ser una realidad.
Samuel Erices es académico de la carrera de Trabajo Social en la Universidad Central