Opinión

Venezuela: ¡Tiranos, temblad!

“Lo que está en juego no solo es la libertad y la democracia de Venezuela sino también la estabilidad del continente, y los líderes de América y el mundo lo saben”, afirma Daniel Urbina.

Por Daniel Urbina.- El chavismo tiene sus días contados. Con una situación doméstica e internacional sumamente precaria luego del fraude en las elecciones del pasado domingo 28 de julio donde el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó vencedor a Nicolás Maduro por un supuesto 51,2%, derrotando a Edmundo González que habría obtenido un 44,2%, pretendieron maquillar, en un último paso en falso desesperado, lo que en los hechos empíricos no tiene asidero lógico y contrasta con la realidad.

Todos fuimos testigos de las multitudinarias manifestaciones a nivel nacional en apoyo a María Corina Machado y Edmundo González Urrutia donde millones salieron a las calles a darles su bendición pese al miedo, la censura, la persecución, la tortura y la muerte.

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En contraste, las manifestaciones oficialistas palidecían, apenas pudiendo convocar pequeños grupos de adeptos al régimen y gente obligada o comprada con las usuales prebendas.

Anticipándose de manera magistral a la ya largamente conocida costumbre del chavismo a manipular cifras, María Corina Machado, respaldó la información de las actas gracias a sus testigos en un sistema externo al CNE, sistema de acceso libre a nivel mundial y donde se puede constatar, con un 73,2% de las actas escrutadas que el candidato de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) venció a Maduro por una diferencia cercana a los 40 puntos, ganando en los 23 estados de la república y el Distrito Capital.

Así, González Urrutia obtuvo realmente 6.275.182 votos (69,4%) y Maduro 2.759.256 votos (30,6%).

En días aciagos como estos, los rumores son el pan diario y moneda común. Venezuela se halla en una encrucijada vital para la recuperación de su democracia. Hemos sido testigos de la brutalidad del régimen chavista en toda su crudeza, denuncias ya hechas por la sociedad civil y ONGs venezolanas y extranjeras en años previos se revelan a plena vista de la prensa internacional.

Son escenas que, por lo demás, ya presenciadas en el pasado reciente pero que, sin embargo, fueron normalizadas u olvidadas por el reducidísimo lapso atencional del común de la gente y el frenesí propio del acontecer mundial y de la vida misma.

Este servidor que se dirige a ustedes se contaba entre los escépticos no hace mucho. He de decir que subestimé grandemente a la Sra. Machado y a la oposición en general. Luego de ver año tras año sus fracasos políticos pese a las enormes convocatorias y sacrificios padecidos por el pueblo venezolano donde cientos de personas fueron arrestadas y asesinadas por los cuerpos represivos del Estado, monopolizado por el chavismo desde 1999 y las continuas retiradas, encarcelamientos y exilios de las principales figuras opositoras.

Hoy se puede señalar que la situación es diferente. El régimen optó por aislarse internacionalmente, expulsando a cuerpos diplomáticos de países que cuestionan su supuesta victoria y exigen la publicación de las actas; los barrios populares, antaño, bastiones fieles al chavismo, hoy en día no les dan su apoyo.

También se han visto casos de deserción por parte de algunos miembros y unidades de las fuerzas represivas, uniéndose a los manifestantes en distintos puntos del país. A su vez, facciones del crimen organizado, en el pasado funcional al régimen, han emitido amenazas de muerte a varios de sus principales jerarcas si la represión y el fraude continúan.

Como si lo anterior fuera poco, y pese al aparente revés internacional en la sesión del 31 de julio en la Organización de Estados Americanos (OEA), donde 11 países se abstuvieron de exigir la publicación de actas, siendo la mayoría Estados pequeños del Caribe (clientes del chavismo), 17 países votaron favorablemente, y otros -como Perú y Estados Unidos- dieron un paso más al reconocer a Edmundo González Urrutia como el presidente legítimo de Venezuela; Panamá rompió todo tipo de relaciones con el régimen de Caracas y el cuestionamiento y condena a las prácticas del chavismo son palpablemente visibles en la comunidad democrática internacional.

Notables fueron las abstenciones de Brasil y Colombia junto con la ausencia de México, pero esperables. Al respecto, existe especulación acerca del rol de intermediarios entre el polo democrático americano y el régimen de Maduro que estarían cumpliendo los gobiernos de Gustavo Petro y Lula Da Silva.

En las últimas horas ha circulado información sobre cómo la oposición se hizo con la casi totalidad de las actas oficiales. Tal parece que fue una estrategia previsora en donde contaron con la colaboración de testigos militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y funcionarios del CNE desafectos al régimen, movida magistral para asegurar que, pese al hostigamiento y arresto de los testigos de la PUD, las actas pudieran ser filtradas.

Hay incluso quienes señalan que en algunos sitios hubo colaboración de algunos militares; es decir, el chavismo se ha comenzado a ver abandonado por quienes ayer lo respaldaban con firmeza por convicción, por miedo o por clientelismo.

En años anteriores, también se hubiera descartado de plano la intervención militar de terceros en la crisis venezolana. Pero hoy, pese a la traba usual en cuanto a mecanismos claros, la situación se ha salido de toda proporción razonable u ocultable.

El régimen chavista ha quedado en evidencia ante el mundo y comienza a incomodar, especialmente considerando su incidencia en el crimen organizado transnacional y la crisis migratoria que amenaza con que los 8 millones de venezolanos que hay en el extranjero se incrementen considerablemente.

Lo que está en juego no solo es la libertad y la democracia de Venezuela sino también la estabilidad del continente, y los líderes de América y el mundo lo saben.

No pueden darse el lujo de abandonar a ese pueblo cuando todas las pruebas apuntan a que la razón está de su lado. Más todavía, les falta un último y vital empuje de fuerza para lanzar el yugo que los oprime y reincorporarse a la comunidad de países libres y democráticos. Los días que siguen dirán si tengo o no razón, pero confío con base en estos y otros hechos que sólo es cuestión de tiempo para que se dirima este asunto.

Daniel Urbina es politólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile

Alvaro Medina

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