Por José María Vallejo.- En la primera aparición del general Iturriaga, ya al mando de la Región Metropolitana, gracias a la declaración de Estado de Emergencia, daba la impresión de que la situación estaba controlada. El mismo militar había asegurado que la madrugada del sábado, una vez que las Fuerzas Armadas habían intervenido, no había habido más disturbios.
Pero durante la jornada siguiente, partiendo a plena luz del día e incluso en medio del toque de queda decretado a partir de las 22 horas del mismo sábado, los desmanes y saqueos se sucedieron como si los militares no existieran.
Hubo una serie de hechos que se sucedieron sin explicación: el incendio de las escaleras de emergencia (un área supuestamente ignífuga) en el edificio de Enel, al que no se tiene fácil acceso; el incendio de estaciones del metro (que con anterioridad, para evitar la evasión masiva, estaban llenas de FFEE, ahora estaban abiertas y desiertas); el incendio de supermercados en medio del toque de queda (uno de los cuales está a cuatro cuadras de un regimiento militar); el incendio de micros del Transantiago prácticamente en las narices de militares y carabineros en el sector de Plaza Italia…
Estas situaciones dan para plantear una duda razonable y puede haber varias alternativas de análisis:
– Si las “hordas” de manifestantes fueron superiores a la presencia policial y armada, es preocupante. Significa incapacidad estratégica y de efectivos para cumplir con un objetivo de mantenimiento del orden y la tranquilidad que promete el general Iturriaga es ficticia. En ese escenario, si esto fuera una situación de guerra real, habría que poner en seria duda la capacidad militar.
– ¿Puede ser que parte del escenario de caos sea una situación construida? ¿Es posible que la facilidad de acceso de las masas desbordadas haya sido intencional? ¿Es posible que parte de la estrategia de crisis haya sido dejar que la situación se descontrolara? ¿Quizás para dar una sensación de “enemigo interno”, de situación caótica que sólo puede ser controlada con mayor uso de la fuerza?
Cualquiera de las dos explicaciones es preocupante. En el primer escenario, la incapacidad militar no es algo de lo que se pueda estar orgulloso como gobierno, más aún si en estos mismos días los testigos de esta situación han sido los organismos de inteligencia de Estados Unidos y otras potencias mundiales que habían enviado sus avanzadas de agentes para revisar la seguridad de Chile de cara a cumbres mundiales como la APEC y la COP25. En realidad es -por decir lo menos- vergonzoso mostrar esto a otros países.
Si es el segundo escenario, es más preocupante aún.