Por Alvaro Medina J.- Esta semana me reuní con la esposa e hija del periodista preso político venezolano Braulio Jatar. Su desgarrador relato sobre la detención del editor del medio Reporte Confidencial deja claridad sobre un régimen que no sólo es a todas luces una dictadura, sino también un trágico remedo del liderazgo que le dio origen. Asimismo, muestra que la detención de Jatar es arbitraria e injusta, y dista mucho de tener una motivación política directa. Su “pecado” es mayor: ser periodista.
En efecto, Braulio Jatar fue detenido luego de publicar un video en el que se revelaba cómo ciudadanos y pobladores encararon a Nicolás Maduro, reaccionando éste de manera agresiva. El registro daba cuenta de un pueblo valiente que ya no tiene miedo. No se trata, en sí mismo, de un contenido político o sedicioso, sino de una evidencia que simplemente hería el ego del dictador.
Acto seguido, se le detuvo, primero, sin considerar sus derechos, en dependencias de la policía política, y luego durante dos meses en cárceles alejadas, en condiciones inhumanas y en compañía de criminales comunes, en circunstancias que ni siquiera -hasta hoy- se ha abierto un proceso judicial en su contra. El régimen de Maduro alegó un caso con dos supuestos testigos cuyas declaraciones no existieron materialmente. Uno de ellos, de hecho, desmintió lo que el gobierno afirmó que había dicho.
Así, sin juicio, en un limbo, una farsa judicial orquestada, Braulio Jatar estuvo dos meses bajo condiciones extremas que le hicieron perder más de 20 kilos poniendo en serio riesgo su salud. El gobierno se “compadeció” y permitió su arresto domiciliario que mantiene hasta hoy.
Resultado: sus hijos mayores han debido abandonar Venezuela, junto con otros 4 millones de sus compatriotas que han emigrado, escapando de la miseria económica, de una hiperinflación descontrolada, y del miedo.
Jatar no ha perdido, sin embargo, su espíritu, y mantiene una envidiable fortaleza mental, que le ha llevado a escribir varios libros durante su cautiverio.
Pero su caso debe ser tomado en serio por las autoridades internacionales. Se trata de un periodista, un profesional preso por difundir un hecho. Tal como ha señalado Silvia Martínez, su esposa, en entrevista con ElPensador.io, luchar por la liberación de Braulio Jatar es luchar por la restitución de la libertad de expresión e información, un derecho humano básico y fundamento de una democracia.
La detención y la orquestación que le mantiene sin libertad revela un Maduro que ha convertido al chavismo en un mal chiste, en una pretensión pseudo imperial de corte neurótico y paranoide, con un delirio de grandeza que raya en lo patológico. ¿Por qué aún se mantiene? Por la debilidad y división de la oposición y, fundamentalmente, gracias a que su base de sustentación, las clases cooptadas por algunos beneficios sociales estatales, se mantienen en país, mientras que su clase media intelectual ha escapado de la crisis.
Urge una acción internacional decidida en favor de la libertad de Jatar. El hecho de que su caso no sea político podría ser un factor que una a quienes ya no soportan al régimen de Maduro. La posición que tome la ex Presidenta Michelle Bachelet será decisiva en su puesto como Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, pues ya tiene un mandato del organismo internacional para pedir la liberación del periodista. Es de esperar que encabece con determinación una iniciativa continental que logre su liberación, el reencuentro de su valiente familia y la victoria simbólica de la libertad de expresión.
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