Por Hugo Cox.- El filósofo italiano Gianni Vattimo en su libro Adiós a la Verdad plantea que la verdad absoluta está ligada al poder y, a su vez, es enemiga de la democracia.
Ha existido una verdad objetiva relacionada con la metafísica, y es esa verdad que se escuda en el poder, aquel que se declara como conocedor de la verdad, por lo tanto encierra tal peligro como el dictador o el autoritario.
Toda verdad debe establecerse a partir de su fundamentación democrática. Vattimo lo dice así “Siempre hay un componente de consenso, de escucha del otro, que justifica el dialogo interpersonal, que nos hace hablar de verdad “objetiva”, pero solo es una verdad subjetiva compartida que funciona bien” (G. Vattimo, 2006).
La verdad está vinculada al consenso social, y el llamado es a pensar formas más comprensibles que incentiven y favorezcan la participación social, transformando la verdad en la base de la democracia.
El escenario sobre el cual se desarrolla la verdad contiene una escenografía, en que la información y la comunicación en el arte de las interpretaciones, en que la cultura es más pluralista.
Quienes detentan posiciones de poder en cualquier ámbito no asumen compromisos éticos de transparencia, y por lo tanto el deber de la verdad no se asume; aún se cree en una verdad metafísica, que está relacionada con los hechos objetivos y la ilusión de un acuerdo basado en los hechos muy apegados al conocimiento científico y a la tecnología.
El único horizonte de verdad política es la construcción de condiciones epistemológicas para un dialogo social e intercultural, por lo tanto el debate está en torno a la búsqueda de consensos sociales, para la construcción de paradigmas sociales compartidos o que sean reconocidos.
En síntesis la verdad ya no es el cumplir, es lo basado en los acuerdos, en el respeto a la libertad de cada uno y de los colectivos que conviven en una sociedad libre.
El dialogo como forma de comunicación es de ayer, hoy y mañana. Este es un gran fenómeno de creación conjunta, a su vez permite crear lazos de retroalimentación y propiciar encuentros entre personas, grupos y culturas, el dialogo se funda en la acción, conocimiento, ética, y sensibilidad hacia la acción de la comunicación.
No se trata de algo inalcanzable, el dialogo no busca una acción comunicativa perfecta, se trata solo de una simple invitación a la comprensión humana, en un intento por elevar el dialogo a una acción de cooperación cuyo objetivo final es encontrar un espacio común de reflexión para el surgimiento de acuerdos básicos, es buscar la verdad común.
El dialogo en búsqueda de una verdad común, es la construcción de lo impensado.