Tras la Semana de la Lactancia es relevante reflexionar sobre la importancia de quitarnos el velo sancionador de los ojos, el cual muchas veces sanciona a una mujer-madre que alimenta a su hijo(a) en cualquier espacio físico.
Por María José Lizana.- Desde 1992, los primeros días de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna con el fin de conmemorar la Declaración de Innocenti Sobre la Protección, Promoción y Apoyo de la Lactancia Materna.
Nuestro país cuenta con la Ley 21.155 que fue promulgada y publicada en 2019, que resguarda y consagra el derecho a la lactancia para las y los menores, así como también que la madre tenga la libertad de amamantar a sus hijos e hijas.
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Si este derecho es prohibido o privan a una madre de ejercerlo, pueden ser sancionados con una multa de 4 UTM, tras una denuncia en el Juzgado de Policía Local. A su vez la normativa exige a todo empleador otorgar las facilidades a las madres para extraer y almacenar su leche si así fuese necesario.
Sin duda es algo natural que una madre alimente a sus hijos, pero para que esto se pudiera hacer de manera libre y en cualquier lugar, se debió generar una normativa que resguardara de manera legal. Esto ocurre porque nuestra sociedad aún se ve con cierto cuestionamiento que una madre alimente a su hijo a los ojos del público, a los ojos de un otro que juzgan un acto de vinculación de una madre con su hijo.
Desde la psicología, este momento de vinculación es sumamente relevante, no sólo cuando se habla de una lactancia exclusiva materna, sino que, de cualquier forma, de lactancia. Recordemos que no toda mujer puede o quiere amamantar, sin embargo, aquella que es juzgada, escondida y sancionada muchas veces en el ámbito social, es quien utiliza su propio cuerpo para este acto.
De todas estas modalidades, el objetivo principal no sólo es brindar los nutrientes necesarios a este niño o niña, sino que se trata también de un momento de generar un apego significativo, de ser aquel continente para el bebé como diría Wilfred Bion en su teoría del pensamiento (2013), por lo cual se debe resguardar la tranquilidad de ambos como también la propia dignidad.
Tras la Semana de la Lactancia es relevante reflexionar sobre la importancia de quitarnos el velo sancionador de los ojos, el cual muchas veces sanciona a una mujer-madre que alimenta a su hijo(a) en cualquier espacio físico.
También debemos, como sociedad, resguardar la integridad física y psicológica de aquella mujer-madre quien, por decidir una modalidad de lactancia, se podría llevar gratuitamente un desgaste emocional, por un acto de alimentación que todo ser humano necesitó en sus primeros momentos de vida, para llegar a convertirnos en el adulto de somos hoy en día.
Es importante también que se forjen más espacios de psicoeducación y que sigamos trabajando en conjunto cómo país para que un proceso natural y normal no conlleve a una situación de vergüenza, frustración y humillación, sino que sea tranquilamente lo que es, un acto de amor.
María José Lizana es psicóloga y académica de la U. Central