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Lectura: Teatro: “Las Cosas Extraordinarias”, una lista imprescindible
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Cultura(s)

Teatro: “Las Cosas Extraordinarias”, una lista imprescindible

Última actualización: 12 de diciembre de 2025 12:50 pm
7 minutos de lectura
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teatro cosas extraordinarias
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Un retrato crudo de la crisis de salud mental en Chile y la esperanza que entrega el teatro con Las Cosas Extraordinarias, una obra que transforma el dolor en un llamado urgente a la vida.

Por Mario Gutiérrez.- Según registros oficiales, cada año en Chile se producen 1.800 muertes por decisión propia. Si afinamos las cifras, hablamos de 150 de estas fatalidades al mes, casi 38 en una semana y más de cinco por día. Un número brutal. Espinoso. Siniestro. Una estadística macabra para un país donde la salud mental subyace bajo tierra, con no poco dolor, pero sin la necesaria atención.

No hace falta escudriñar mucho para constatar que adolecemos de una cobardía pétrea y peligrosa al momento de enfrentar esta materia. Insistimos en la tara social de ignorar, en esa insana costumbre de omitir, de tapar. De hacerle el quite en un afán desesperado por mantenerse lejos de la incomodidad y el miedo que provoca el tema. En tiempos actuales, cada cual lidia en solitario con sus vivencias respecto a la muerte, al miedo al abandono, a la pérdida precoz.

Cuando injustos desajustes químicos invaden el cerebro de alguien y gigantes árboles sombríos rodean sin opción de salida a su espíritu hasta el respiro final. Cuando “la brisa de la muerte enamorada ronda como un ángel asesino”, en versos de Fito Páez, se instala y no sabemos qué decir y menos qué hacer, estamos ante un grave problema colectivo. Como cuando escuchamos o leemos la frase “una persona en las vías” y la primera reacción es pensar en cuánto se tardará mi trayecto en vez de sentir y aquilatar que para otra persona —aunque sea desconocida para nuestro propio y egoísta micro mundo— el viaje terminó para siempre.

Todos hemos estado, de una u otra manera, cercanos a este flagelo pegajoso. Unos en carne propia, otros en piel contigua. Pero si somos sinceros, como nación, estamos más frente a una ausencia de discusión y abordaje que a una definida voluntad de intentar hacernos cargo del dilema.

Las políticas públicas para combatir esta maldición contagiosa no alcanzan. Los brazos del Estado son demasiado delgados para un peso tan rotundo y aniquilante. Hay esfuerzos como el programa “Quédate” del Gobierno Regional de Santiago, la línea telefónica 4141 con 21 psicólogos especializados que atienden las 24 horas del día, y otras elogiables iniciativas de fundaciones privadas. Pero no es suficiente y tal vez nunca lo sea.

Los medios de comunicación también estamos obligados a hacer un mea culpa. El periodismo suele pecar en no ir al fondo del asunto con responsabilidad, empatía y mirada de largo aliento. Se queda en la estridencia de un hecho puntual, en el impacto vial inmediato si la situación se da en el transporte público, y luego abandona para siempre la multiplicidad de razones, condiciones y contextos sociales que empujan a quien se empuja a sí mismo a hacer lo que hizo.

Y es en ese pantano que el arte —en su eterna vocación de ser el alma de una sociedad— emerge presuroso, con la urgencia que requiere la belleza de vivir, con la simpleza del amor más arraigado, con la mano amiga y salvadora de la mayor lucidez.

“Las Cosas Extraordinarias”

La obra “Las Cosas Extraordinarias”, original de los británicos Duncan Macmillan y Jonny Donahoe, relata el recorrido de un niño que a los siete años comienza a elaborar una humilde lista de aquellas simples cosas del día a día que permiten disfrutar la vida como respuesta al primer intento de su madre por borrarse de la existencia.

La adaptación nacional en el Centro Cultural San Ginés del barrio Bellavista en Santiago es sencillamente sublime. Lucas Sáez Collins convierte el texto en un lujo a digerir y los silencios en gemas inquietas. Desde la metáfora de las compuertas que se abren en el piso cuando se aproxima una mala noticia hasta el amoroso vals con la novia, este joven heredero actoral de Juan Pablo Sáez cautiva.

La obra es intensamente interactiva, el público no sabe a lo que entra, ignora lo que va a pasar adentro, y eso genera un resultado mágico. Sáez Collins envuelve las emociones de los presentes en una puesta en escena sencilla, con un semicírculo en que todas las sillas están a la misma altura para provocar una comunicación horizontal.

Conforme pasan los años y la salud mental de la madre del protagonista a veces mejora, pero sufre de tajantes altibajos, la lista de esas cosas extraordinarias se va engrosando entre aspectos del amor profundo y delirios jocosos como el bigote de Charlie Chaplin.

La adaptación dramatúrgica del San Ginés es una provocación de esperanza, un grito de fe, un notable estímulo de sobrevivencia que Sáez Collins logra con auténtica genialidad.

Dirección y cierre

Imposible no dedicar unas líneas a la sobresaliente dirección y adaptación teatral de Amalia Cuevas. Ese toque femenino, juvenil y refrescante sin perder la profundidad y severidad del tema se plasma en cada tratamiento escénico del montaje.

En conclusión, “Las Cosas Extraordinarias” del Centro Cultural San Ginés es un llamado a la acción ante la epidemia depresiva que nos agobia como sociedad. Un recordatorio urgente de que es obligatorio revisarnos y mirar alrededor con más detención y cariño. Una alerta de que sí es posible salvar una vida.

El mensaje queda claro y es nuestro deber difundirlo si nos decimos seres sintientes. Y la obra, la obra es, literalmente, extraordinaria.

Ficha técnica

Elenco: Lucas Sáez Collins

Autores: Duncan Macmillan y Jonny Donahoe

Traducción: Adriana Nadal

Dirección y adaptación: Amalia Cuevas

Producción: Fulgor

Producción en terreno: Antonia Reyes

Diseño y operación de luces: Ignacio Trujillo

Community Manager: Francesca Peragallo

ETIQUETADO:culturasalud mentalteatro
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