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Lectura: Elecciones en Chile: la envidia del barrio
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Opinión

Elecciones en Chile: la envidia del barrio

Última actualización: 21 de diciembre de 2025 6:52 pm
5 minutos de lectura
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La elección volvió a mostrar el valor de las prácticas republicanas chilenas: un sistema electoral eficiente, gestos institucionales consistentes y una transición ordenada que refuerza la estabilidad democrática del país.

Por Julio Sánchez.- Pensadores como Michel Foucault y otros autores sostenían que el poder trasciende a las personas y pertenece a las instituciones. Una premisa republicana que, en el papel, resulta épica y resuena en muchos discursos de mandatarios del continente, pero que —seamos sinceros— poco se traduce en la realidad, con la excepción, eso sí, de Chile.

Concluida la resaca electoral de la segunda vuelta, las miradas analíticas de expertos y ciudadanos de distintos países fijaron su atención en Chile, con asombro. Es cierto: había mucho por donde sorprenderse. Primero, por los resultados de estas elecciones, con una amplia diferencia entre los candidatos. Segundo, por el giro de 180 grados que toma el país en su conducción política, tras el ciclo iniciado en 2022, y por las expectativas que se abren en materia de políticas públicas.

Sin embargo, más allá de las razones de fondo de los resultados, el foco de atención para muchos analistas internacionales se centró, primero, en la rapidez de la entrega de resultados por parte del Servicio Electoral, con una incuestionabilidad transversal. Un sistema que ofrece eficiencia y, lo más importante, confianza institucional. Algo habitual para los chilenos, pero que genera admiración en el continente.

También destacó el gesto de reconocimiento entre candidaturas una vez conocidos los resultados, prácticas de convivencia democrática que son escasas en la región y que, en Chile, forman parte de una tradición republicana.

Pero, sin duda, una de las imágenes que dio la vuelta al mundo fue la llamada telefónica —televisada en cadena nacional— entre el Presidente en ejercicio y el Presidente electo. Un gesto que, más allá de lo protocolar, puso en primer plano la institucionalidad republicana y el respeto por la continuidad del Estado.

A esto se sumó la invitación realizada al día siguiente para visitar el Palacio de La Moneda, reforzando un sentido democrático propio de un país que ha vivido momentos de violencia política y autoritarismo, y que mantiene un compromiso explícito con el cuidado de sus instituciones.

En un continente marcado por quiebres institucionales, liderazgos personalistas y transiciones traumáticas, Chile ha cultivado —a veces sin advertirlo— un patrimonio político silencioso pero decisivo: el respeto por las prácticas republicanas que, aunque no siempre estén escritas en la Constitución ni regladas por ley, sostienen la vida democrática con una eficacia que muchos observan con atención.

¿Por qué es importante? Porque estas costumbres funcionan como un lubricante institucional: facilitan la transición administrativa, reducen la incertidumbre y permiten que el Estado siga funcionando sin sobresaltos. Esto genera una estabilidad social y política fundamental para la convivencia y para el ejercicio del poder. No es solo un detalle comunicacional; es gobernabilidad.

También cumplen un rol pedagógico. Cuando un Presidente en ejercicio reconoce públicamente al Presidente electo, transmite a la sociedad —sin discursos grandilocuentes— que perder también es parte de la democracia, que el adversario no es un enemigo y que las reglas valen incluso cuando no favorecen a quien las observa. Esa lección, repetida elección tras elección, explica por qué estas prácticas han sido valoradas durante décadas.

Defender el saludo, el reconocimiento y el traspaso ordenado no es defender a un gobierno ni a una coalición. Es defender una idea de país donde el poder es transitorio, las instituciones permanentes y la democracia algo más que un resultado electoral. Tal vez por eso, en medio de un vecindario convulsionado, Chile sigue siendo —cuando honra estas prácticas— un referente regional en materia institucional.

Julio Sánchez es periodista, Magíster en Comunicación Política

ETIQUETADO:democraciaelecciones
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