ElPensador.io.- Corría el año de 1809 y el emperador de los franceses ordenaba arrestar al Papa Pío VII, cuyos territorios habían sido engullidos por Napoleón Bonaparte desde hace un año; a la postre y después de muchos avatares, el Sumo Pontífice terminaría por ser liberado de manos de los austríacos, cuando el Imperio se desmoronaba.
La anécdota histórica, recordada por un análisis de Reporteconfidencia.info, es el único recuerdo que conservamos de una situación ligeramente parecida, en la que una de dos personas que se disputan el poder sobre un territorio determinado, termine por ser arrestada por la otra, luego de coexistir sin violencia abierta.
Retroceder 210 años y cruzar un océano de distancia, para poder traer una historia tan siquiera aproximada a lo que estamos por vivir, da una idea de lo inédito del reto que plantea el anunciado retorno del presidente encargado de Venezuela Juan Guaidó, a su país. No es un tema de derecho: no importaron las razones que esgrimieron los carceleros de Pío VII, mucho menos las ocurrencias que puedan inspirar el camino del TSJ de ahora en adelante; es un asunto de mera política: ¿Puede Nicolás Maduro soportar el desafío flagrante a la autoridad de su fuerza o, por el contrario, pesa más el temor a seguir calentando el ánimo de la comunidad internacional?
Al principio, dice el análisis de ReporteConfidencial.info, el chavismo jugó la baza de esperar que el movimiento de Guaidó se desinflara: lo liberaron luego de capturarlo en la carretera Caracas-La Guaira (aún en extrañas circunstancias), se negaron a arrestarlo, lo dejaron circular por el país, despachar desde el Palacio Federal Legislativo y, tan solo, le congelaron bienes tasados en inútiles bolívares y le prohibieron salir del país…
En rigor, invocar la Constitución y reclamar el poder de Miraflores no es más grave que desacatar una orden a todas luces decorativa del Tribunal Supremo de Justicia, pero plantea la dicotomía para los decisores de Maduro sobre si es el momento de dar el zarpazo final, de acabar con la charada y aguantar el chaparrón.
Maduro (la cara visible de todo esto), pudiera haber adelantado la respuesta en una entrevista a la cadena ABC News, diciendo que Guaidó no tiene libertad de movimiento, ya que la Justicia le impidió irse de Venezuela en enero, a raíz de la proclamación como presidente encargado… que deberá enfrentarse a la “justicia”. Pero tal como se presiente el asunto no es tan sencillo, ni tan binario, la amenaza está latente y la réplica adelantada del canciller colombiano Holmes Trujillo no se hizo esperar: “Hay amenazas en contra de la vida de Juan Guaidó y su familia. Responsabilizamos al usurpador Nicolás Maduro de cualquier acción violenta. Si sucede, se daría lugar a que el Grupo de Lima actúe con todos los mecanismos legales y políticos.”
Inicia el segundo round y, quien escribe estas líneas, no está muy seguro de creer que Maduro entienda la sutileza de la diplomacia neogranadina, pero seguro sí que recuerda las más contundentes advertencias de los personajes del Departamento de Estado de EEUU, quienes por lo demás, seguramente estarán también en línea con el movimiento de Guaidó.
En suma, retornar a la estrategia inicial de esperar que se desinfle la Guaidomanía para poder actuar, pareciera ser el movimiento más conservador y quizás sea por donde se decante la orden de aguantar el arresto, tragar el desafío y mantener el juego del gato y el ratón… La estrategia contraria (la de la fuerza bruta), sin embargo, parece más acorde con la naturaleza de los personajes que tejen los hilos del poder venezolano.
Maduro con el arresto de Guaidó se pudiera poner en conteo de tres strikes. Uno quemando la ayuda humanitaria, el otro deteniendo y expulsando al más reconocido periodista hispano en EEUU y el tercero seria Guaidó. Hasta el más ignorante del juego de béisbol sabe que tres abanicadas significa que estas OUT.
Consultada una fuente asomó a ReporteConfidencial.info, que el TSJ va a cambiar prohibición de salida del país por restricciones al área metropolitana. Pero la angustia ayuda a la causa a favor de Guaidó. La otra pregunta sería ¿dónde encierras a un presidente reconocido por sesenta países, casi todos con equipos especiales sofisticados para misiones de rescates si es necesario?
Una encuesta de ReporteConfidencial.info apunta a que un 53% de los venezolanos cree que Maduro pondrá bajo arresto a Juan Guaidó cuando regrese al país.
Fuentes cercanas a Guaidó nos han informado que están preparados para el escenario del arresto. Para ellos es el más posible, y agregan «si lo arrestan van a despertar a los que están dormidos».
El nuevo escenario dependerá de la unidad de la oposición a Maduro, una oposición que el 23F# no tuvo capacidad de respuesta ante lo inesperado: no anticiparon que no pudieran romper el cerco oficial, nunca imaginaron la posible destrucción de la ayuda humanitaria. No escribieron ese obligado discurso inspiracional ante una derrota estratégica.
Juan Guaidó y compañía se mostraron vencidos, anonadados. Y esto como consecuencia trajo un grave hecho: la llama de la esperanza que lleva ardiendo desde aquella juramentación del 23 de enero, por primera vez, pierde fuerza. Sin un discurso para inspirar a aquellos desilusionados, asustados, heridos, por esas terribles imágenes de la ayuda humanitaria en fuego, la gente, el pueblo, pierde impulso. Fuerza que los lleve a poner sus vidas en riesgo cada vez que van a la calle. Fuerza que les permita levantarse cada día con ánimo para afrontar cualquier dificultad, cualquier nuevo invento de Maduro y sus allegados de perpetuarse en el poder.
El Presidente Guaidó se tropezó, de eso no hay duda. No estaba preparado para una derrota ese 23 de febrero. Pero eso no significa que la causa está en duda. Lo que hace es obligar a la oposición a estar más preparada, a escribir los dos discursos, a anticipar cualquier situación. Guaidó y su gobierno no se está enfrentando en un una campaña política. Aquí se están jugando el futuro de Venezuela, en términos mucho más directos y posibles.
Guaidó se tiene que levantar, sacudir el polvo que se le pegó estando en el suelo, y pegar la vista al futuro. ¿Se cometió un error? Si claro, y a partir de ellos se crece, dice el análisis de ReporteConfidencia.info. Como dijo Henry Ford “El fracaso es, a veces, más fructífero que el éxito”.
Adelante, adelante siempre adelante, por encima de rocas y obstáculos… adelante.