Erdogan y Putin están trabajando duro para minar los intereses estratégicos de la Unión Europea y la OTAN en los Balcanes.
Por Alon Ben Meir y Arbana Xharra, The Globalist.- Mientras las Unión Europea busca incrementar su influencia en los Balcanes, Rusia y Turquía han trabajado para fortalecer sus propios lazos en la región.
Los renovados intereses de la UE en su patio trasero se han impulsado debido a los temores del creciente impacto de Moscú en los Balcanes. Aunque el más cercano aliado europeo de Rusia es Serbia, no es el único país con una larga historia en la península.
Turquía es otro peso pesado, que ha ganado un gran apoyo de oficiales corruptos en los Balcanes. Como Rusia, Turquía está invirtiendo en proyectos nacionales de gran alcance estratégicamente calculados para tener el mayor impacto económico y político en el mercado financiero.
Para demostrar su compromiso con Serbia, el Presidente turco Recep Tayyib Erdogan recientemente señaló que la inversión de su país en Serbia este año llegará a US$ 2 mil millones, y se elevará a US$ 5 mil millones en el largo plazo. Estos son números impresionantes, especialmente considerando la debilidad de la economía turca.
Reviviendo el Imperio Otomano
Dejando de lado la inversión, Erdogan ha dejado clara su posición inescrupulosa a las potencias occidentales, estableciendo que Turquía será tan poderosa e influyente como el Imperio otomano en sus tiempos de gloria.
Los Balcanes fueron una vez parte del Imperio Otomano y luego estuvieron bajo el pulgar de la Unión Soviética. En estos días, Rusia considera a Serbia su aliado más confiable en Europa y está invirtiendo fuertemente en grandes proyectos, especialmente en el sector energético.
Mientras Rusia y Turquía están compitiendo entre ellos por influenciar a Serbia, están aún colaborando debido a su oposición al continuo y extenso entrometimiento de la UE en los Balcanes.
El Presidente francés, Emmanuel Macron, ha dicho con claridad que no quiere que “los Balcanes se giren hacia Turquía o Rusia”.
La dimensión comercial
La UE aún es el socio comercial más importante para Serbia. Sin embargo, Serbia depende fuertemente de Rusia en materia de equipamiento militar, que es lo que define en muchas formas las relaciones ruso-serbias.
Hay aproximadamente mil empresas en Serbia cuya propiedad es total o parcial de rusos, con ingresos aproximados de 5 mil millones de euros. La mayoría de los serbios son pro-rusos y no son favorables a la OTAN. Ellos recuerdan bien que los poderes occidentales bombardearon fuertemente el país en 1999 durante la guerra con Kosovo.
Rusia ya ha manifestado lo que quiere: en una visita a Belgrado el año pasado, el videprimer ministro ruso, Dmitry Rogozin, afirmó que “Serbia nunca se unirá a la Unión Europea”.
Mientras tanto, Serbia se las ha arreglado para estar en los dos lados: mirando simultáneamente a oriente y occidente. Mientras que el reconocimiento a la independencia de Kosovo es la única condición para que Serbia se convierta en miembro de la UE, Elena Guskova, del Instituto de Estudios Balcánicos de la Academia Rusa en Moscú, argumenta que la cooperación con el Ejército Ruso es una “garantía de seguridad” para muchos serbios.
Aunque Putin no guarda ninguna animosidad contra la alianza occidental, trata de cortar los intereses del oeste dondequiera que puede. Pero Erdogan –como los líderes serbios- quiere mantener un pie en ambos lados. Quiere mantener la membresía de Turquía en la OTAN y presumiblemente aún desea integrar la UE.
Al mismo tiempo, Erdogan está trabajando en minar los intereses estratégicos de la UE y la OTAN en los Balcanes infiltrándose en Serbia particularmente para servir su estrategia.
Las opciones serbias
Serbia debe pesar sus opciones cuidadosamente. Si es seria en cuanto a convertirse en un miembro de la UE, debe llevar adelante las reformar socio políticas necesarias. Serbia ciertamente no tiene la opción de unirse al grupo europeo si mantiene una puerta abierta a una asociación con Erdogan o Putin.
Para asegurarse, Serbia debe darse cuenta ahora que el prospecto de una democracia sustentable, libertad y crecimiento económico, descansa en una cercana asociación con la UE. Por esa razón, debe distanciarse de duros gobernantes que dicen pretender salvar a los Balcanes cuando en realidad están explotando las vulnerabilidades de la región para fines estratégicos de largo plazo.