Por Isnel Martínez.- A raíz de las recientes protestas en Cuba que se hacen públicas en las redes sociales y donde se observa al pueblo cubano demandando mejoras sociales, me parece oportuno ofrecer nuestro criterio al respecto y realizar algunas aproximaciones al respecto. Muchos de quienes opinan sobre este tema, lamentablemente, nunca han viajado a la isla. A ellos, yo les insisto que Cuba y los/as cubanos/as se conocen viajando a la isla. Existen muchos mitos sobre Cuba y todos/as pensamos tener una verdad o nuestra propia versión sobre el tema aún estando ajenos a su realidad o evaluando esta desde otro contexto socioeconómico diferente.
Lo voy a aclarar porque lo considero honesto, yo me declaro un cubano de alma, corazón y vida. Todo lo que exprese, por lo tanto, estará de cierta manera vinculado a esa relación que tengo con mi patria. Ahora bien, siempre que intercambiamos con esas realidades expuestas desde ambas orillas (a partir de ahora, orilla de La Habana y de Miami) existe un sesgo ideológico importante en la manera en que se enfocan las posturas y argumentos de ambas partes.
Superando esta brecha debo referir que durante el proceso revolucionario cubano iniciado en el año 1959 estas protestas no son algo para nada novedoso, poco común o especiales. En realidad esta frase que utiliza el actual presidente cubano al referirse a que ¨las calles son de los revolucionarios¨, ya las habría utilizado el comandante Fidel Castro cuando en la crisis de los años 90 del pasado siglo, a partir del recrudecimiento del bloqueo económico y la caída del campo socialista, se presentaron en el país algunas protestas de este tipo que se centraban en demandas económicas por el desabastecimiento de productos esenciales. Ya se lo apuntaba al colega hace dos años apenas, el pueblo cubano estuvo 10 años en una guerra de independencia contra la metrópoli española en el siglo XIX, después otros tres años en la guerra necesaria en dicho siglo y luego 60 años de intervención norteamericana en la primera mitad del siglo XX, hasta que se logra una real independencia. ¿Por qué hago esta relación?, Porque el pueblo cubano no solo tiene una cultura de resistencia histórica, sino también el coraje para protestar y demandar sus derechos al costo que sea necesario.
Para ser justos con el gobierno de la orilla de La Habana, debemos partir en visibilizar el tema del bloqueo económico, un tema minimizado por algunos/as de los/as representantes de la orilla de Miami y poco conocido y oscuro por otros, pero en definitiva, sufrido por los cubanos de la isla, pero que nos persiguen a todas/os los/as cubanos/as por todas partes del mundo. Así como persigue nuestra sombra a nuestro cuerpo. Solamente para ilustrarles, en las últimas seis décadas, las afectaciones económicas a causa del bloqueo económico ascienden a US$ 147. 853 millones solo en efectos económicos directos a la isla. No obstante, este arrastre nos persigue donde quiera que nos encontremos. Tan es así, que debemos recibir transferencias internacionales cuando somos cubanos solo con determinados requisitos o bien se nos imposibilitan en algunos casos por el simple hecho de ser cubanos, aunque estemos en cualquier parte del mundo y defendamos una u otra postura de las famosas orillas (La Habana vs Miami).
Solo de manera ilustrativa, recientemente recibí una solicitud de arbitraje de una revista colombiana y esta implicaba un pago simbólico de US $130 y en el mensaje me informaban que solo esto era posible en el caso de que no me encontrara en la isla y teniendo una cuenta bancaria en un banco no cubano. Digo que es un pago simbólico, pero con este dinero un cubano, al menos hasta que viví en el año 2015 en Cuba, podría vivir unos dos meses al menos.
Hay otro tema no menos importante para conocer cuando hacemos referencia a Cuba y es el tema subversivo y el financiamiento que reciben los de la orilla de Miami de organizaciones como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED), que financian actividades cuyo propósito es el derrocamiento del sistema político de la orilla de La Habana y la generación de propaganda subversiva contra el gobierno de la isla. De manera que cualquier ¨coyuntura¨ es aprovechada para lograr este objetivo y, sin ser ingenuos, desde ambas orillas existe un enfrentamiento ideológico donde se presentan distintos matices que solo se logran entender de forma completa cuando somos parte de cualquiera de las dos orillas.
Con lo anterior, no quiero plantear que este es un problema solo de Cuba y que, por tanto, solo les interese a los cubanos, sino que evidentemente el ser un cubano o haber vivido en la isla es la mejor manera de entender este conflicto. A mí, a veces, me causa dudas que algunos medios internacionales, incluyendo medios chilenos, se preocupen tanto en estos momentos por visibilizar las protestas en Cuba y, sin embargo, no se ha hecho referencia o se ha hecho de forma muy limitada, a las vacunas que con esa ciencia bloqueada económicamente se lograron como producto 100% cubano, sin apoyo externo y limitados con los efectos que el bloqueo económico provoca a la isla y a la ciencia, o cualquier entorno socioeconómico nacional. ¿Es que a la prensa internacional solo le preocupa Cuba cuando existen conflictos y no cuando todo marcha bien a pesar de los efectos del bloqueo? No me referiré al tratamiento en los medios de otras crisis sociales de países como Colombia o Brasil, así como, la crisis social chilena porque no voy a usar los mismos medios y no es el objetivo de esta columna.
Resulta ser que ahora hay una campaña mediática que ruega una intervención militar encubierta en una supuesta preocupación sanitaria a través de un grupo de promotores políticos de la orilla de Miami. Si. Una intervención humanitaria de las mismas, que han utilizado históricamente los paladines de la democracia mundial y sus seguidores de la orilla de Miami en el mundo, por solo citar ejemplos en Yugoslavia, Irak, Libia y Haití, donde a partir de estas intervenciones han fallecido más personas que los fallecidos a raíz de la pandemia en la isla. Por cierto, y de manera lamentable, pero muy curiosa en Estados Unidos el tema demanda también intervención. Solo en la orilla de Miami, se presentan cifras de más de dos millones de contagiados y casi 40.000 muertes a causa del covid-19 y, más curioso aún, es que precisamente Estados Unidos es el país con más muertes a raíz de la pandemia.
Realmente quien se preocupa y desea ayudar, lo hace como lo hizo en su momento el gobierno de la orilla de La Habana en varios países durante esta pandemia, donde se enviaron brigadas de médicos sin pedir o tener injerencia en los asuntos internos de otros estados. Ejemplos de la Agencia de Cooperación de Cuba durante la pandemia son múltiples incluyendo territorios de países de la unión europea como Italia, una de las regiones más afectadas por el coronavirus hasta ese momento en el año 2020 y a otras tantas regiones a las cuales se enviaron un total de 3.800 profesionales de la salud organizados en 52 brigadas hacia 39 países y territorios afectados por la COVID-19; ¿por qué? Muy sencillo porque la orilla de la isla cubana no pide intervenciones más allá de intervenciones con batas médicas.
La intervención humanitaria, cada vez que EE.UU las realizó, ha perjudicado más de lo que ha ayudado. Es cosa de revisar su paso por Medio Oriente. La intervención que piden no es más que una acción coercitiva, incluida la utilización de la fuerza armada, que emprenden determinados Estados en otro Estado sin el consentimiento del gobierno de éste, con o sin la autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esa intervención implica la amenaza o el uso directo de la fuerza de un país frente a otro, con el fin de alterar su comportamiento o cambiar su Gobierno o sus políticas. Esta pandemia se está presentado como la oportunidad esperada en 60 años de Revolución.
Me parece que quienes piden la intervención, deberían antes pedir el cese del bloqueo y estaríamos en otro contexto diferente de opinión sin oportunismos para realmente creerles sus buenas intenciones. Genocidio socioeconómico es lo que debe enfrentar el gobierno de la orilla de La Habana en plena pandemia sanitaria mundial y en definitiva, el pueblo cubano a causa del bloqueo económico y donde toma más vigencia el artículo segundo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que establece precisamente que “toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”, postulado que el gobierno norteamericano parece no atender cuando de la isla se trata.
Por eso yo me quedo en la orilla de los/as humildes, los/as que resisten este embate y confío que los/as cubanos de la isla podrán salir de esta batalla tal cual han podido hacerlo en otras sin injerencia y con el apoyo solidario sin terceras intenciones, ni intervenciones enmascaradas. No es el capitalismo europeo el que corresponderá a Cuba ni el imperialismo norteamericano por ello no creo esta una alternativa. Cierto es que las calles son de los/as revolucionarios/as como de los/as no revolucionarios/as, es Cuba de todos/as las/os cubanos/as y de todo/a aquel que quiera lo mejor para Cuba, su futuro y su pueblo sin injerencias e interés enmascarados.
Isnel Martínez es abogado, doctor en Derecho y docente universitario.