Por Arturo Arellano.- Lo recuerdo muy bien: Al principio tuvimos una TV LCD de 21 pulgadas con el control remoto medio malo. Había que sacarle las pilas, morderlas un poco y volver a ponerlas para poder prenderlo y ver cómo Felipe Camiroaga jugaba con la Karen a hacer un matinal durante toda la mañana. El Patito, con su risa clásica, apoyaba desde las sombras. «¿Cómo será su rostro?», nos preguntábamos. Mi pareja, sin trabajo en ese entonces, con lápiz y cuaderno en mano, esperaba ansiosa la receta de todos los días. «Un día tendré mi propio negocio de comida», soñaba. Le gustaba la Magdalena Montes del Mega. Decía que le recordaba a la Margot del 7. Las dos medias cuiconas, pero entretenidas. Dulces. «Son buena onda ellas», afirmaba. Como si las conociera personalmente.
Nos empezó a ir bien y cambiamos a un plasma mas grande. El control era mas pequeño, pero tenía mas botones, pero siempre usábamos los mismos: el 1, el 3, el 0 y el 9. De ahí no salíamos. Nos gustaba la suavidad de la Tonka y cuando daban el horóscopo. Nunca le apuntaban, pero igual lo esperábamos. Cuando se metían mucho en farándula nos cambiábamos al Mucho Gusto que era como la continuidad del Mekano. Con José Miguel Viñuela con más canas, pero con la misma risotada irritante pero graciosa. Parecía que no se tomaban nada en serio. Si hasta la Maldonado se prestaba para el juego. Un recreo para ellos y los espectadores.
Al plasma le salió una mancha azul arriba a la derecha, y como no tenía arreglo, nos agrandamos y compramos un LED. Para ver al Rafa Araneda y la elegancia de la Carola de Moras en Chilevisión. Se notaba que no tenían feeling, que la cosa era tensa, pero no sé porque nos gustaba ver el matinal. Quizás por el morbo de ver en qué momento se decían alguna pesadez.
Fue por entonces cuando Chile empezó a cambiar. Con el nuevo acontecer nacional y menos tolerancia a los juglares de la TV, con las colusiones y delitos de cuello y corbata aún en la retina, un alza de la violencia y de la corrupción en la política, se engendró en conjunto con las redes sociales, que estos programas matinales debían mejorar y aumentar sus contenidos ya que idiotizaban a la gente. Su pauta colorida y festiva desviaba la atención de la gente de los problemas reales. “La tele miente” se podía leer en los muros de la ciudad. Mas seriedad, pedían. Ya no era divertido ver cómo Luis Jara, y su gran ego, bromeaba con la figura fetiche de la dictadura. «¡Sáquenla de la TV», se leía en los Trending Topics.
Antes del estallido del 2019 regalamos el LED a un sobrino, y nos compramos un Smart Tv. Para poder ver televisión extranjera. Los matinales ya no eran lo mismo. Los portonazos, femicidios, secuestros de niños se tomaron la franja diurna. Las peleas entre políticos llenaban la pantalla. Y el rating al parecer. Se sumó la pandemia y sus horrores. Solo malas noticias desde las 8 hasta el mediodía. Después venían las noticias. Ya no había ninguna diferencia.
Hoy tenemos un 4k. El Smart lo llevamos al restaurant que abrió mi pareja. Cambiamos la tele y los matinales. Y recuerdo muy bien que el hito de todo esto fue cuando los matinales dejaron de ser “Mekano” y se convirtieron en “Informe Especial”.
Arturo Arellano es diseñador y consultor especializado en emprendimiento