Por Hugo Cox.- Han pasado algunos días desde el balotaje, y existen varios escritos explicando lo ocurrido, que a muchos ha descolocado.
En las siguientes líneas intentaremos aportar a un debate que vaya más allá de la actual coyuntura, escapándose del debate diario e intentando encontrar una explicación desde la historicidad.
El clivaje establecido en esta elección coloca la elección en términos binarios: por una parte, o hay retroceso a políticas conservadoras o hay avances progresistas en la sociedad. Este hecho transformó el voto en un instrumento estratégico que, más allá de la adhesión desde la ideología a un candidato, era la adhesión para que no ocurriera lo que quien votaba no deseaba. Mirando los segmentos etarios y la composición del voto femenino como, a su vez, la incorporación de nuevos votantes, se manifiesta lo expresado anteriormente (ver cifras en www.servel.cl).
Dicho lo anterior, lo que ha hecho que la actual coalición de gobierno ganara fue el voto estratégico: no fue una ideología, sino una intuición, un deseo profundo de que las cosas cambien, una esperanza de cambio, una esperanza de avance progresista.
Pero detrás de esto se esconde una crisis que aún no tiene fecha de término, y es justamente el deseo de salir de esta crisis lo que explica el voto final.
Nos enfrentaremos durante el próximo periodo a un momento en que las distintas estructuras actúan en forma simultánea, pero en tiempos distintos y con ritmos diferentes, cuya interacción no se resuelven con fórmulas matemáticas, sino que se conforma una singularidad histórica. Es en este escenario donde operan las decisiones y acciones políticas de las fuerzas sociales y partidos políticos en conflicto, pero lo que siempre se debe tener presente es que las contradicciones económicas se vuelven contradicciones políticas, y es aquí donde la praxis misma puede resolver dicha contradicción.
A partir de lo anterior, y enfocando el análisis en la estructura política, se puede plantear que: “La crisis de la hegemonía es una crisis del Estado y de la forma de organización política, ideológica y cultural, de una clase dirigente, y el aspecto más visible es la crisis de los partidos políticos y las coaliciones gubernamentales” (Gramsci).
La multiplicidad de partidos políticos y sus crisis internas son la más clara de las crisis. Al realizar una cartografía de la actual crisis política, se debe analizar la razón de la multiplicidad de partidos políticos; y por qué es difícil establecer alianzas estables en el Parlamento y fuera de este; y, finalmente, analizar cómo los partidos políticos pierden poder, prestigio y falta de elaboración profunda.
La división de los partidos en distintas facciones -lo que es parte de la crisis por la que atraviesan- reproduce los conflictos en el parlamento. Cada partido se considera capaz de sacar al país de la crisis y cada facción tiene la receta para sacar al partido de su propia crisis, en que los fines se transforman en los medios.
Por otra parte, una izquierda que no ha sabido internalizar su fracaso y crea divisiones en torno a programas maximalistas con margen de maniobra igual a cero; mientras otros plantean reformas muy tímidas en relación con las exigencias de la ciudadanía, especialmente en los sectores que han quedado a la orilla del camino en el actual proceso de desarrollo. Esta tensión nos acompañará durante un largo tiempo y su relación con la solución está directamente ligada a la reconfiguración de los partidos políticos y las alianzas, en consonancia con lo que ocurre en las estructuras económicas y sociales. Solo la praxis ayudará a la solución.
Por otra parte la derecha también tiene su propia crisis de igual profundidad. La derecha conservadora va a intentar cambiar la actual situación, y es aquí donde el escenario se complejiza, y comenzarán a pensar en nuevas formas de acceder al poder político.
En síntesis, se nos avecina un 2022 tan complejo como el año que se va, pero puede ser el principio de la resolución del conflicto, sin olvidar el aporte de la elaboración de la nueva constitución que, una vez aprobada por una amplia mayoría para que su legitimidad no sea cuestionada, se transformará en la base del nuevo camino que la sociedad chilena emprenderá.
Hugo Cox es Doctor en Comunicación