Por Uwe Rohwedder.- Con más frecuencia, ya que parece ser un fenómeno mundial, aparecen lugares fantasmas de edificios sin gente, deshabitados, sin usos aparentes. Esto contrasta con la otra cara, el déficit habitacional.
Extraño fenómeno que nos ocupa y nos debiera llevar a revisar con urgencia las políticas públicas relacionadas con vivienda, los planes reguladores y normas asociadas para terminar con la especulación del suelo.
Algo se nos escapó de las manos. Nos prometieron que “la mano invisible” del mercado regularía todo de forma maravillosa. Cifras más o menos, impacta conocer que el valor total a nivel mundial de los bienes inmuebles residenciales equivale a 163 billones de dólares, lo que es el doble del producto interno bruto del mundo entero. Esta cifra nos revela que cada vez será más costoso y difícil vivir en una ciudad, a pesar de que se calcula que se sigue incrementando exponencialmente aquello frente a la vida rural o campesina.
Este desequilibrio no voluntario hace que la vivienda sea cada vez más inalcanzable para nuestras generaciones futuras. Estaremos ante una especulación planificada que nos lleva a preguntarnos dónde están los dueños de tantos inmuebles arrendados, muchos invisibles porque son grupos de inversiones que perfectamente permite pensar que nuestros fondos de pensiones también están detrás de estos movimientos especulativos. No sería problema si el resultado nos lleva a vivir mejor, a tener mejores ciudades y finalmente viviendas dignas, cosa que no ocurre.
Nuestro paisaje costero está destruido por inmensas superficies destinadas a segundas viviendas y seguimos construyendo mega edificios para 200, 300, 500 o más de mil familias, que muchas veces no cuentan con buenas condiciones de habitabilidad y el efecto de sus costos producen hacinamiento y colapsos en sus circulaciones, impactando en su calidad de vida.
Es necesario educar. Ser conscientes de estos problemas y no seguir esperando que alguien lo solucione. Necesitamos un Estado y un Congreso en que estos y tantos otros temas transversalmente relacionados, como el cambio climático, sean prioritarios. La esperanza es que una nueva constitución considere la forma cómo se está construyendo en Chile.
Uwe Rohwedder Gremler es arquitecto y académico de la Universidad Central