Por Esteban Muñoz.- He leído la constitución propuesta y me gusta. Me gusta saber que tenemos al menos la esperanza de aspirar a derechos humanos fundamentales tales como salud, educación, seguridad, vivienda, investigación y la protección del medio ambiente. Me gusta que se contemple la importancia de la salud mental, como eje transversal en los modelos de salud.
Me gusta que se haya realizado por grupo mixto de personas, donde se integran fuerzas de derecha e izquierda y centro, pueblos originarios, minorías sexuales, etc. Aunque esto sea poco popular, incluso me gusta que el hecho de que hayan participado personas que engañaron a los electores porque, lamentablemente, eso también es parte del sistema político y social que debemos cambiar. Esto, dado que muchos políticos, empresarios, personas de poder e influencias se han permitido beneficios engañando y usufructuando de los otros con la Constitución actual, particularmente a través de la depredación del medio ambiente y de grandes masas de personas vulnerables en forma de mano de obra barata. Un estado de las cosas que, incluso, favoreció la elección -en dos períodos- de un presidente cuestionado por estafa financiera.
Respecto de la idea de división que, supuestamente, fomenta este plebiscito, creo que una votación dicotómica no ofrece puntos medios y la polarización es un hecho propio de la herencia de dos grupos en pugna. Uno favorecido y otro disminuido. Quizás distinto hubiera sido proponer una papeleta de votación que incluyera una opción de «apruebo con modificaciones», por ejemplo.
Yo votaré Apruebo, porque no confío en que la otra opción vaya a proponer un nuevo proceso de cambios sociales favorables en el corto plazo. Probablemente, de ganar el Rechazo cualquiera de estos cambios ofertados se dilataría nuevamente por décadas. Al cambiar la Constitución, muchos pierden la cantera de la cual obtienen riqueza, influencia y otros beneficios.
Chile necesita una nueva Constitución para poder trascender el tiempo de dolor y odio que se generó en la dictadura. Estamos ante un hito relevante de cambio y unión real de todos los chilenos. Por eso me gusta la propuesta de constitución que leí. Porque el temor de división, de crisis económica y fracaso, que algunos proponen como moneda de cambio a través de noticias falsas y falacias argumentativas, me genera el verdadero rechazo.
En este contexto, yo me siento un privilegiado. Soy profesional, tengo trabajo, una casa y no me falta para alimentar a mi familia ni cubrir sus necesidades básicas. Desde esta situación me doy cuenta de lo difícil que es la vida para la mayoría de las personas, especialmente los marginados, adultos mayores, mujeres y minorías. Como profesional de la salud he sido testigo de cómo muchas personas deben recurrir a bingos, completadas y horas formas humillantes de financiar su acceso a salud. Que la gente se muera porque no tiene los recursos para costear una operación, medicación o atención digna; o porque vive en una zona de sacrificio donde las empresas siguen gozando de protección, es suficiente argumento para ilustrar un texto constituyente de cambios fundamentales.
Prefiero aprobar con valentía y optimismo del futuro que optar por otras certezas fundadas en la mentira y los intereses. Prefiero garantizarme a mí y mis cercanos la garantía de nuestros derechos que permitirán que Chile sea un país mejor, más digno y con un poco más de oportunidades.
Por sobre todo, respeto a mis amigos, familia que no piensan lo mismo que yo y que van a rechazar por las razones que ellos consideran justas. Sin embargo, me gustaría decirles este proceso nos ha hecho crecer a todos y que ya basta de crecer en el miedo, porque es el miedo el que no ofrece oportunidad de cambiar. Salgamos de nuestra zona de comodidad, que también es un espacio de falta de movimiento y negación al cambio.
Yo apruebo porque amo a Chile y quiero que sea un país aún mejor, desarrollado y con mejor calidad de vida. Chile ya vivió muchos años bajo una Constitución escrita por pocos a favor de pocos. Ese ciclo se cumplió y comienza el de un nuevo Chile donde la brecha en igualdad y dignidad disminuya también históricamente. Estoy seguro que con esta nueva constitución, todos ganamos.
Esteban Muñoz es Psicólogo Clínico-Comunitario de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano