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La estupidez en la guerra de Israel

Para Israel, los rehenes que tiene Hamás cada vez es menos importante, y las declaraciones apuntan a forzar la salida de los palestinos de Gaza, lo que ha generado una fuerte reacción internacional.

Por Ernesto Yáñez.- La frase del título se atribuye a Albert Einstein, mientras que Albert Camus en La Peste señala que “la estupidez siempre insiste”. Estupidez es lo que hemos visto, leído y escuchado los últimos días sobre la guerra en Gaza, definida por el ministro de Asuntos  Exteriores chino, Wang Yi, como “una vergüenza para la civilización” y una “tragedia” para la humanidad.

Según la ONU, la inmensa mayoría de la población gazatí de 2,2 millones de personas, está al borde de la hambruna. La situación es muy grave en el norte, donde los combates y los saqueos hacen casi imposible que llegue la ayuda humanitaria.

En cinco meses de conflicto, la pérdida de vidas humanas supera las 30 mil víctimas, en su  mayoría mujeres y niños. Más del cincuenta por ciento de las viviendas han sido destruidas junto con  todas las redes de agua potable alcantarillas, electricidad, comunicaciones y carreteras. La entrega de ayuda humanitaria se ha restringido y la Unión Europea junto con Estados Unidos busca establecer un corredor marítimo de asistencia.

Para conseguir una «victoria total», Israel prepara una ofensiva terrestre en Rafah, una ciudad en el extremo sur de Gaza, junto a la frontera con Egipto. En ella se encuentran, según la ONU, casi 1,5 millones de palestinos, en condiciones terribles. Al menos 20 civiles, la mayoría niños, han muerto por malnutrición y deshidratación, destacan diversos medios de comunicación.

Entretanto, para el gobierno israelí el rescate de los más de cien rehenes que mantiene Hamás en su poder pareciera ser que ha pasado a segundo plano, al tenor de las declaraciones del Ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, quien aseguró que su país debería trabajar para que casi toda la población de Gaza abandone la Franja, mediante la “emigración” para luego establecer asentamientos israelíes en ese territorio.

Al unísono Ben-Gvir, ministro de seguridad nacional de Israel, aseguró que la salida de los palestinos de Gaza y el restablecimiento de asentamientos israelíes en el territorio es “una solución correcta, justa, moral y humana”. Estas declaraciones fueron declaradas inaceptables, incendiarias e irresponsables por parte de la comunidad internacional.

Chile fue uno de los primeros países de América Latina en rechazar las declaraciones de los ministros israelíes. «Las irresponsables acciones y declaraciones de las autoridades israelíes constituyen un serio obstáculo para la implementación de la solución de los dos Estados, como única forma de alcanzar una paz justa, plena y definitiva entre Palestina e Israel», añadió el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno.

El jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, también condenó ambas declaraciones que calificó de «incendiarias e irresponsables» y agregó que «los desplazamientos forzados están estrictamente prohibidos por ser una grave violación del derecho internacional humanitario”.

El portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, afirmó que la retórica de los ministros Bezalel Smotrich e Itamar Ben-Gvir “debería cesar de inmediato”.

Hemos sido claros, consistentes e inequívocos en que Gaza es tierra palestina y seguirá siendo tierra palestina, sin que Hamás ya tenga el control de su futuro y sin grupos terroristas capaces de amenazar a Israel”, subrayó Miller.

En Europa, el Ministro de Asuntos Exteriores de Reino Unido, Tariq Ahmad, deploró los comentarios «incendiarios» de los ministros israelíes. “Gaza es territorio palestino ocupado y será parte de un futuro Estado palestino. Reino Unido rechaza firmemente cualquier sugerencia de reasentamiento de palestinos fuera de Gaza”.

Francia exhortó a Israel a abstenerse de realizar declaraciones «tan provocativas, que son irresponsables y alimentan las tensiones”. “No corresponde al gobierno israelí decidir dónde deben vivir los palestinos en sus tierras. El futuro de la Franja de Gaza y sus habitantes dependerá de un Estado palestino unificado que viva en paz y seguridad junto a Israel».

El gobierno de España también advirtió a Israel contra el desplazamiento forzoso de palestinos.

«España reiteró la necesidad perentoria de respetar el Derecho Internacional, el Derecho Internacional Humanitario y de garantizar la protección de la población civil«, señaló en un comunicado la cancillería.

La última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU fue vetada por Estados Unidos. La  resolución fue presentada por los países árabes y contaba con un amplio apoyo mundial que reclama un inmediato cese de fuego humanitario en la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza. Estados Unidos argumento que dicha iniciativa interferiría con las negociaciones sobre un acuerdo para liberar a los rehenes tomados en Israel.

La votación en el Consejo de Seguridad de 15 miembros fue de 13 votos a favor, Estados Unidos en contra y la abstención del Reino Unido, reflejando el fuerte apoyo de países de todo el mundo para poner fin a la guerra.

El tratamiento de la guerra por parte del Gobierno de Joe Biden ha tenido fuertes críticas en la opinión pública norteamericana, produciéndose una baja en la adhesión al mandatario quien postula a su reelección en Octubre próximo.

Ante el panorama expuesto, pareciera ser que la estupidez se ha impuesto a la racionalidad en este conflicto el cual, hasta el momento no tiene solución. En 1937, el escritor austríaco Robert Musil expresaba que la estupidez se parece al progreso, a la civilización. Brota no sólo de un Yo exacerbado, sino de un Nosotros acrecentado y envanecido. La estulticia es altamente contagiosa y se alimenta de grandes ideales difusos, de lugares comunes, de proclamas simplistas: todo es negro o todo es blanco.

El único punto de vista legítimo es el de un grupo social determinado, el de una facción concreta: la nuestra. La estupidez se emparenta con la intolerancia y la ausencia de diálogo. Es un hermetismo mental y gregario. Se expande mediante consignas engreídas y sin fundamento, coreadas en un clamor colectivo esperpéntico.