Pedro de Valdivia buscó insistentemente que la corona española reconociera sus esfuerzos y su inversión en la conquista de Chile, pero nunca fue escuchado. Lea la historia de lo que pidió al rey.
Por Juan Medina Torres.- El 19 de Enero de 1540, Pedro de Valdivia -maestre de campo del conquistador del Perú, Francisco Pizarro– en una ceremonia religiosa realizada en el Cusco, prometió solemnemente fundar una ciudad bajo la invocación del Apóstol Santiago y edificar una iglesia consagrada a la Asunción de la Virgen María, en los territorios que conquistaría.
Al día siguiente, como Teniente Gobernador, junto con ocho soldados y algunos indios, inició la histórica marcha al sur. Atrás quedaban los bienes obtenidos en el Perú, la encomienda de todo el valle de Canela y una buena mina en la región de Porco. Valdivia soñaba con descubrir territorios y crear una nueva nación.
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Once meses después, el 13 de diciembre de 1540, luego de duras jornadas, la expedición con 150 españoles a caballo y a pie, seguidos por un millar de indios auxiliares, mujeres, niños y animales domésticos, llegó al valle del Mapocho y acampó al pie del San Cristóbal.
Acompañaban la caravana una sola mujer de raza blanca, Inés Suárez; tres clérigos y siete mercedarios.
La historia del conquistador continúa con la fundación de Santiago y diversos hechos de armas que las crónicas nos cuentan de su guerra contra el pueblo mapuche, hasta que diez años después, en 1550, concibió la idea de pedir al rey de España una recompensa por los servicios prestados a la corona en la que había empeñado toda su fortuna.
Hasta esa fecha Pedro de Valdivia no había tenido respuesta de sus cartas enviadas al rey de España y debemos recordar que su título de gobernador de Chile le había sido dado por Pedro de la Gasca en 1548 y no había sido confirmado por el rey.
Esta situación indudablemente le provocaba cierta inquietud. Por ello, el 15 de octubre de 1550, luego de haber fundado la ciudad de Concepción, decide enviar a Alonso Aguilera a España, con una extensa carta de más de veinte grandes páginas de letra menuda, que contiene una reseña de todos sus servicios y lo que le pedía al soberano en recompensa de sus servicios.
Diego Barros Arana, en su Historia General de Chile, nos reseña, lo que podríamos llamar, el pliego de peticiones de Pedro de Valdivia a su rey y señor:
- Confirmación real de su título de Gobernador de la Nueva Extremadura con ampliación de sus límites hasta el estrecho de Magallanes, por toda su vida y la de dos de sus herederos sucesivamente o, a falta de estos, de las dos personas que él designare para sucederle después de sus días.
- Confirmación para él y sus herederos a perpetuidad del título de alguacil mayor de la Gobernación.
- Concesión a perpetuidad, para él y sus herederos de la octava parte de las tierras que había descubierto o que descubriere y conquistare, con la facultad de obtener esa octava parte donde mejor le pareciere.
- Facultad para proveer todas las escribanías públicas y tres puestos de regidores perpetuos en cada ciudad que fundare y donde instituyese cabildo.
- Permiso para introducir en Chile dos mil esclavos negros, sin estar obligado al pago de derechos.
- Condonación de la deuda de 118.000 pesos oro que había tomado de las arcas reales en el Perú y Chile para atender los gastos de la conquista.
- Concesión de otros 100.000 pesos oro para consumar la empresa conquistadora.
- Facultad para fundar en la costa tres o cuatro fortalezas, quedando él y sus herederos como gobernadores de ellas, con un sueldo anual de un millón de maravedís por cada una de ellas.
- Asignación de un sueldo personal de 10.000 pesos anuales.
Lamentablemente, las gestiones ante la corona española emprendidas por Alonso Aguilera y continuadas posteriormente, en 1552, por Jerónimo de Alderete, no tuvieron los resultados que Pedro de Valdivia esperaba y murió sin haber conseguido más que una porción muy pequeña de lo que solicitaba.