
Por Carlos Guajardo.- La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha levantado la alerta global frente a la amenaza que representa la creciente desconexión social entre personas de distintos grupos etarios. Cabe señalar que, por una parte, está el hecho de sentirse solo, y por otra, el aislamiento de quienes nos rodean. En ambos casos, la situación es grave, ya que puede llevar a experimentar pensamientos negativos que más tarde pueden desencadenar en depresión.
Según datos de la OMS, una de cada seis personas a nivel mundial afirma sentirse sola, siendo las naciones con menor poder adquisitivo las que más sufren esta silenciosa pandemia. Niños y adolescentes son los grupos de mayor preocupación, ya que en ocasiones son silentes respecto de eventos como el bullying cibernético, el acoso psicológico y sexual y la baja autoestima. En muchos casos, se llega tarde, y el desenlace puede ser el suicidio.
La pandemia ocasionada por el COVID-19 es una prueba irrefutable de que la salud social y la capacidad de establecer vínculos humanos positivos nos terminó pasando la cuenta. Sin embargo, hace años que los gobiernos, los sistemas de salud y las escuelas han desatendido la responsabilidad de desarrollar planes interdisciplinarios que apoyen íntegramente a quienes sufren por sentirse solos y aislados del contexto social. Poco servirán aquellas medidas fragmentadas que atacan el síntoma y no la enfermedad.
Educación y detección temprana
La educación —en sus distintos niveles, escolar y universitario— debe estar atenta no solo al trabajo académico diario, sino también a cualquier signo de aislamiento social, bajo rendimiento, inasistencias reiteradas, comportamientos agresivos, disminución de peso, entre muchos otros factores negativos que a veces no solemos atender.
El llamado es simple: preguntar, observar y buscar ayuda para apoyar a quienes hoy sufren de soledad y desconexión familiar y social.
Reconectar desde lo humano
Despreocupémonos de la injerencia de las redes sociales y la televisión. Fortalezcamos nuestra consciencia en comprender que hacer actividad física y establecer vínculos presenciales con amigos son acciones de gran ayuda para salir de ese abismo llamado soledad.
Un llamado urgente a la acción
Esperemos que el llamado de la OMS a los países sirva de eco para que las entidades gubernamentales se cohesionen y vayan en ayuda de aquellas personas que urgentemente “gritan” por una asistencia holística, con profesionales dedicados a la salud mental y social.
Carlos Guajardo es académico de la Facultad de Educación, U.Central
En el siglo XVIII Santiago enfrentó una de las sequías más prolongadas de su historia.…
El marketing infantil ya no se limita a persuadir: educa, vincula y transforma. Nassib Segovia…
Rodrigo Paz Pereira asume la presidencia de Bolivia tras vencer al MAS, abriendo un nuevo…
La persistencia del rayado y daño al patrimonio urbano revela una crisis de respeto y…
La desconfianza ciudadana hacia partidos, Congreso, justicia y municipalidades revela una crisis estructural. Más allá…
Aunque la neurociencia demuestra que estamos biológicamente preparados para la empatía y la cooperación, la…