El académico Hugo Cox afirma que las últimas puestas en escena del presidente Boric y del ex ministro Jackson reflejan a una sociedad y a un sector político sin identidad y aludiendo a conceptos ya inexistentes.
Por Hugo Cox.- La imagen de un presidente con megáfono en mano dirigiéndose a un grupo que está protestando, y un ministro renunciado en actitud de víctima -después que los hechos finalmente lo llevaron a dejar su cargo-, nos trae la imagen de que muchos del Ejecutivo andan “en busca de un autor”, como la obra «Seis personajes en busca de un autor» escrita por el dramaturgo italiano Luigi Pirandello y estrenada en 1921.
La obra tiene en su impacto en la política y cultural y puede verse como una metáfora de cómo la sociedad se presenta y se representa a sí misma, lo que tiene implicaciones políticas en términos de control social y manipulación de la percepción pública.
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Hay reflexión sobre la identidad y la alienación: la obra aborda temas de identidad, alienación y búsqueda de sentido en un mundo cambiante. Estos temas son relevantes para la comprensión de la política y la sociedad, ya que pueden reflejar el sentimiento de desplazamiento y desconexión que algunas personas experimentan en contextos políticos y sociales turbulentos.
Por otra parte, Cristopher Lasch en un escrito 1979 -“La cultura del narcisismo”- sostiene que el consumismo y la incertidumbre de la vida moderna habrían convertido a los individuos en seres inestables, ensimismados, apáticos, superficiales, aterrorizados de envejecer y sin ningún propósito.
Hay, según el autor, falta de ilusión por el futuro. La incertidumbre económica y el fracaso de las instituciones para asegurar una mejor vida provocaron que las personas se encerraran en sí mismas y se volvieran egoístas.
Al tener acceso a una mayor cantidad de bienes (que expresan significados) estos se transforman en una expresión de estatus, de pertenencia o también de exclusión, lo que finalmente lleva a un sentido de autonomía y la búsqueda permanente de la imagen que se quiere dar.
Esta forma cultural -que parte en la economía- permea a la actual sociedad.
Es en este contexto que los cuadros políticos se desenvuelven y son también parte de esta cultura.
Siguiendo con la linea argumental en la semana recién pasada hay dos escenas que grafican la incesante búsqueda de un autor.
Escena Uno: El Presidente Boric megáfono en mano (día jueves recién pasado), en un acto en que más que “habitar la Presidencia” (su llamado anterior), lo deshabita. Se dirige a un público que nos hace recordar sus años de agitador estudiantil y también cuando era diputado, albergando en su imaginario colectivo la existencia de un “pueblo” (concepto propio del siglo XX) que en términos reales no existe.
Hoy lo que hay son personas individuales que consumen, y que sienten su vida como la búsqueda de sus satisfacciones personales para cuya ocurrencia el Estado debe entregar los medios. La escena nos refleja que no hay un cuidado con la institución presidencial y menos con la República.
Escena Dos: el (ahora) ex ministro de Desarrollo Social dando a conocer su renuncia al cargo de ministro, planteando que fue víctima de la derecha y otros, sin reconocer que por el camino fue sembrando vientos y, por tanto, cosechó tempestades.
Nunca ha reconocido públicamente que fue elegido diputado la primera vez en cupo protegido por la Concertación; nunca ha reconocido que Revolución Democrática participó del segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, y cuando los conflictos aparecieron abandonaron el ministerio; o en la municipalidad de Providencia que fueron llamados por la alcaldesa de la época a colaborar en la administración del gobierno municipal y también la abandonaron a los primeros conflictos.
En síntesis ambos buscan un autor. En su fuero interno piensan que son incomprendidos, que se adelantaron a su tiempo, que son los que vienen a salvar a ese “pueblo” que imaginan y que ellos son víctimas de la injusticia de los ataques de los enemigos de ese mismo pueblo.