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Carta a Juan Guaidó

ElPensador.io.- El periodista chileno-venezolano Braulio Jatar, que sufriera la prisión política por tres años por parte del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, manifiesta su opinión frente a la crisis política de ese país, a través de una carta al presidente encargado Juan Guaidó, líder de la Asamblea Nacional, en la que le pide que se aboque a conseguir nuevas elecciones y no buscar alternativas de poder.

 

Carta al Diputado, Presidente y Amigo

“Porlamar, 20 diciembre 2020

 Ingeniero
Juan Guaidó
Presidente Interino de la República Bolivariana de Venezuela

 Señor Presidente (E):

La Asamblea Nacional que usted preside ha modificado la “Ley del Estatuto para la Transición”, con el objeto darle continuidad administrativa al Parlamento electo en 2015. Según la doctrina y práctica administrativa, la persona o personas designadas para el ejercicio de alguna función pública, no deben cesar en la actuación de sus atribuciones y competencias, hasta tanto no haya sido investida la correspondiente a sucederle, conforme a derecho.

La decisión de prolongar el mandato parlamentario, resulta ser la consecuencia lógica de no reconocer el proceso celebrado el día 6 de diciembre. Igual dictamen o juico técnico deberá ser emitido por los países que lo han respaldado desde el 23 de enero de 2019. Aquel día, usted sorprendió al mundo cuando dijo: “Juro asumir formalmente las competencias del Ejecutivo Nacional como presidente encargado de Venezuela».

El próximo 5 de enero, un puntual acontecimiento se hace presente en la reciente historia de nuestra Venezuela y es obligante, de forma paradójica, que la continuidad aprobada, en lugar de extender de forma indefinida la asfixiante realidad política, se encargue de terminarla con una solución satisfactoria para el país.  

El mandato de su interinato -ratificado el 16 de julio y recientemente el 12 de diciembre- tiene, entre sus requerimientos, la convocatoria a elecciones libres y transparentes y para lograr este objetivo se han realizado rondas de conversaciones con factores de todo el espectro político, pero a la fecha no hay resultados concretos. Sin embargo, de esas reuniones surgió la idea de la formación de un “gobierno de emergencia” que no aparece en nuestra Constitución y su formación requiere de un estatuto de funcionamiento que puede producir nuevas e interminables discusiones, complicando aún más, lo que ya resulta de difícil resolución.

La distancia más corta de un punto al otro es la línea recta, y ésta empieza y termina con cumplir como Presidente (E) su compromiso de llevar al país a elecciones, en las que la voluntad popular se exprese de forma libre y masiva. Toda otra fórmula o compromiso retrasa la orden impuesta por las normas, la comunidad internacional, las consultas a electores y al pueblo de Venezuela.

Para llevar a cabo el proceso eleccionario con las características requeridas, usted deber mantener la presidencia interina, pero también renunciar a toda aspiración a ser candidato en esa competencia electoral. Su juramentación y la Constitución le imponen cumplir con un único objetivo. No tengo dudas que cuando su presidencia se desdobló en candidatura, en ese momento, el apoyo mayoritario sufrió el drama de la fragmentación partidaria que atormentó al Libertador hasta sus días finales.

No hace falta ver lejos en el tiempo ni en la geografía para entender el drama de excederse en los propósitos. Basta posar ojos sobre Jeanine Áñez, presidenta interina de Bolivia, quien se hizo candidata, para terminar siendo ella y su gobierno, en lugar de un ejemplo histórico, un trágico accidente en la historia de su país, con las consecuencias electorales conocidas.

Diputado, lo conozco hace muchos años y sé que su compromiso con el país no es postura artificial o vanidad personal sino, por el contrario, justo anhelo de construir una democracia moderna, que se parezca a los sueños más hermosos de esos venezolanos que han perdido la fe en sus dirigentes políticos, al tenerlos como capaces de asirse de las prebendas del poder, a cualquier precio. Es hora de cambiar ese obsceno pensamiento implantado en nuestra gente; es nuevamente el momento de imponerse este nuevo sacrificio, por el bien de la patria.

Presidente, usted sabe por experiencia propia que en la vida nada vale la pena sin correr riegos o sacudir el suelo. Es su deber reorientar este destino, ejecutando todas las acciones virtuosas necesarias para que aquellos que se sienten derrotados, con los brazos caídos y corazones apagados, encuentren en su decisión el ejemplo que los reanime, que los estremezca. 

Amigo, el tamaño del corazón es más importante que el de cualquier corona, trono, arma o bastón de mando. El líder más poderoso no es quien acumula más cargos, sino el que logra el cambio en la historia de sus pueblos. Asuma su compromiso de refundar la democracia, comprometiéndose a garantizar elecciones libres y transparentes, respeto a nuestras leyes y muy especialmente, poner la banda presidencial y el reconocimiento internacional, al hombre o mujer del partido o sector que resulte vencedor del proceso electoral del cual su gobierno será el mejor de los garantes.

Winston Churchill dijo que “el político se convierte en estadista cuando empieza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.

Reciba usted ratificación de mi amistad,

 

Braulio Jatar Alonso”