Por Juan Medina Torres.- En estos cien años de historia que tiene el cerro San Cristóbal, ha pasado de ser un cerro marginal a ser un parque dentro de la ciudad, consolidándose como uno de los espacios urbanos abiertos más grandes de Santiago, con gran accesibilidad.
Cualquiera sea el motivo de la visita: devoción por la Virgen, contacto con la naturaleza, visitar el Zoológico, el Funicular, el Teleférico o la simple recreación al aire libre, es la oportunidad del encuentro social del habitante de la ciudad que acude al cerro para satisfacer sus necesidades, recreativas, deportivas, ecológicas y espirituales.
Subir el cerro tiene como meta para el visitante alcanzar la cumbre y con esfuerzo se logran cubrir los cinco kilómetros de camino desde Pío Nono o Pedro de Valdivia.
Esto no es casualidad ni fue siempre así. Fue en los años 80 y 90 cuando se empezó a gestar el uso masivo del Cerro San Cristóbal para actividades recreativas. Si bien es cierto desde Alberto Mackenna se “tomó” sus terrenos y desde la creación del Zoológico y el Funicular los santiaguinos visitaban el cerro en sus aspectos específicos (para ver a los animales y como mirador de la capital), el uso de sus calles y senderos para la excursión, o sus plazas para el deporte al aire libre, son conceptos nacidos en los últimos 30 años.
El potencial del cerro como mirador nos permite una visión extraordinaria de nuestra capital, la cual se puede apreciar recorriendo los diferentes caminos y senderos con que actualmente cuenta este recinto.
Las cuencas que dejó la explotación de canteras, que constituyeron un aspecto negativo en el paisaje del cerro a principios del siglo pasado, han sido transformadas, gracias a la arquitectura del paisaje en la Piscina Tupahue, el Jardín Mapulemu y la Plaza de Juegos Infantiles Gabriela Mistral.
Palmas chilenas, maitenes, arrayanes, espinos, pimientos, peumos, quillayes, canelos, forman parte de la extensa la lista de árboles chilenos que habitan en sus más de 450 hectáreas de bosques que son el hábitat de diferentes especiales de aves y animales.
Anualmente se plantan miles de árboles de diversas especies, que de acuerdo a diversos estudios, cumplen un significativo aporte a la lucha contra la contaminación ambiental .
El desarrollo de programas de uso y actividades de carácter cultural y educativo, tiene relación con la demanda por actividades compatibles con un entorno natural y de conservación, como son: eventos de música al aire libre o de tipo “cámara”, teatro para público adulto e infantil, gimnasia, competencias deportivas, charlas y cursos de educación ambiental para adultos y niños.
La seguridad se percibe desde diferentes aspectos: restricción o prohibición de la circulación de automóviles, circulaciones separadas para autos, bicicletas y peatones. Señaléticas de información, visitas guiadas, iluminación, barandas, escaleras son algunos aspectos a destacar.
La provisión de equipamiento para comodidad en el uso como baños públicos, bebederos, zonas de descanso, aumento de zonas de pic nic, etc. Son parte de una política pública de inversión social que ha caracterizado en los últimos años a la Dirección del lugar.
Se puede decir hoy que el cerro San Cristóbal, es un espacio público exitoso con programas, eventos, promoción, investigación, desarrollo de alianzas y convenios que beneficia a las más de cinco millones de personas que anualmente lo visitan.
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