
Por Hugo Cox.- Chile lleva mucho tiempo caminando en una polarización política, en la que el lenguaje descalificador y la ausencia de diálogo son cada vez más evidentes. Constantemente surgen voces que cuestionan el Estado de derecho, mientras la confianza y la fe pública son minadas con discursos sin fundamentos, relatos basados en verdades a medias o sencillamente mentiras.
A Chile le costó mucho recuperar la democracia, con costos en vidas y ciudadanos de los cuales hasta el día de hoy no se sabe nada, sin contar la cárcel, la represión y la tortura a la que muchos fueron sometidos.
Una vez recuperada la democracia, se inició una transición compleja, no exenta de dudas y diferencias. Quienes gobernaban —la Concertación de Partidos por la Democracia— asumieron un ejercicio profundo de responsabilidad y diálogo, con la permanente búsqueda de acuerdos por parte de la sociedad y sus representantes.
Los problemas son cada vez más complejos y no admiten soluciones fáciles. No se pueden enfrentar con una polarización de bloques ideológicos, pues ello degenera en un acto muy peligroso de deslegitimación del otro.
Al inicio de la transición, un grupo grande de personas tuvo la valentía de avanzar casi sin garantías, pero unidos con el fin de hacer de Chile un país democrático, más igualitario, con bajas en las tasas de pobreza y con el recuerdo permanente de lo que fue la dictadura.
Esto lleva a plantearse un par de preguntas:
Abordar estas preguntas requiere entender que no son fenómenos aislados: la crisis de la democracia suele ser el síntoma y la crisis social, la enfermedad (o viceversa). Es el dilema del huevo y la gallina aplicado a la ciencia política.
Tres marcos de análisis
Las instituciones diseñadas en los siglos XIX y XX no pueden procesar la velocidad del siglo XXI.
La democracia funciona, pero los ciudadanos han cambiado de manera que la hace inviable.
El vínculo entre sociedad y Estado se ha roto. Antes, partidos políticos, sindicatos y medios servían de puente; hoy, al caer esos intermediarios, ambos chocan directamente.
Una clave de análisis
La democracia es un espejo: si la sociedad está polarizada, enferma o desigual, el sistema democrático reflejará esas patologías. No se puede arreglar la democracia sin sanar primero los vínculos sociales.
Autores y diagnósticos
Autores como Zygmunt Bauman y Steven Levitsky ayudan a entender el conflicto:
Bauman: La crisis de la Sociedad («Modernidad líquida»)
Levitsky: La crisis de la Democracia («Cómo mueren las democracias»)
Conclusión
Hoy Chile necesita mirar su historia para construir una casa común. No pueden imponerse actos refundacionales desde la extrema izquierda o derecha. El país es una historia en permanente construcción, y la centroizquierda, el centro cristiano y la centroderecha deben concurrir a un diálogo que ponga en perspectiva a Chile.
Hugo Cox es historiador y Doctor en Comunicación
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