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Croquis Urbanos: el ser silencioso de un artista

Por Pedro Barría Gutiérrez.- El arquitecto Patricio Hales Dib nos acaba de revelar y compartir una hermosa y, hasta ahora, desconocida faceta de su persona. Se trata del libro “Croquis Urbanos, mi ser silencioso”, que resume décadas de “croquear” (realizar croquis) sobre los más diversos motivos en varios lugares del mundo.

Estos trabajos son mucho más que la definición de croquis del Diccionario (dibujo o esbozo rápido y esquemático), porque no son solamente técnica, sino que transmiten emoción, compromiso y amor por el ser humano, quien aparece en los lugares que frecuenta y habita, donde crece, se alegra, emociona, ama, sufre llora y muere.

En su multifacética existencia, Patricio Hales siempre ha abrazado justas y nobles causas políticas y sociales y ha pagado importantes cuotas de sufrimiento por ello, sin amilanarse por la represión y persecución. ¿Cómo ha podido resistir? Es probable que estos croquis, su ser silencioso hasta ahora, nos den la respuesta; quizás ellos hayan sido uno de sus refugios.

La señora del Cerro Concepción que apaciblemente baja la pendiente, permite visualizar las subidas y bajadas de Valparaíso. El pescador de Caleta Abarca que tranquilamente camina por la playa al atardecer con su caña de pescar al hombro, contrasta con el imponente fondo del Hotel Sheraton.

Con afecto pedagógico, Hales nos muestra los lazos artísticos entre París y Santiago, y sobre su croquis de nuestro Museo de Bellas Artes escribe que su mano “se siente croqueando en París, moviéndose entre las curvas del neoclásico francés, su ritmo, ornamentación, decorados y escala”.

Los anhelos del artista de reencuentro y colaboración entre sus semejantes, se sienten en los puentes del mundo dibujados con exquisitos detalles. Todos entendemos el papel simbólico de los puentes. Ellos permiten a los seres humanos comunicarse, pasar al otro lado y colaborar, actitudes imprescindibles si queremos la subsistencia del mundo actual, siempre en peligro, pero hoy más que nunca. Sobresale el Puente Recoleta de Santiago y la placidez del fluir del Río Mapocho, que parece transmitir su serenidad a los transeúntes que lo contemplan desde los bancos en una escena que parece perderse en la eternidad.

A propósito de su croquis del Centro POMPIDOU de París, el autor señala, ciertamente esperanzado, que esa media manzana de terreno es un patio para el encuentro de las personas. Encontrarse es la razón de ser de las ciudades.

En las obras de Patricio Hales se entremezclan la ética y la estética. El arte sin ética deja de ser arte (Guérnica de Picasso). Por su parte, la ética sin belleza desaparece. ¿El arte o la vida?, se preguntan quienes actualmente manchan y mancillan obras pictóricas que ya pertenecen a la eternidad. Hay que elegir el arte y la vida. Ambos se complementan: el arte sin vida no es arte y la vida sin arte no es vivible.

Algunos puntos de Santiago “croqueados” por el artista son nuestro bello Mercado Central; la histórica -y querida para mí- Escuela de Derecho de la Universidad de Chile; el Cementerio General; la Catedral de Santiago, que representan la vida y la muerte, el cuerpo y el espíritu.

Probablemente “croquear” haya sido terapéutico para el artista, y ciertamente sus imágenes lo serán también para nosotros, los santiaguinos que simbólicamente podremos recordar y rescatar la belleza de la ciudad en que vivimos, sobre todo después de su barbárica, innecesaria y constante destrucción. Quizás este sentimiento explique mi focalización en lo propio, pequeño y poco conocido, pero propio, frente a otras grandes obras del arte de otros lares con las que el artista nos deleita.

No escapa de su mano la crítica social urbanística a la diferencia entre los tenues cables del alumbrado en los sectores acomodados y la profusión y el desorden en los barrios menos favorecidos.

En esta época tan difícil que nos ha tocado vivir, estos croquis son un paradójico llamado a relacionarnos y colaborar con nuestros semejantes, a no temer cruzar los puentes de la vida, pero también a crear espacios propios de cobijo y refugio –todos tenemos algunos-, de los cuales sacar la fuerza para seguir viviendo.

Mención destacada merece el acto de lanzamiento del libro el pasado martes 25 de octubre en la Asociación de Oficinas de Arquitectura (AOS), con la asistencia de su Presidente Pablo Jordán y de su directora Marisol Rojas.

Fue un acto masivo (150 personas) y atípico, con un público heterogéneo, transversal y multigeneracional: personas de izquierda, centro y derecha, de diferentes orígenes y profesiones, predominando arquitectos, artistas plásticos, empresarios de la construcción, algunos estudiantes de arquitectura, arquitectos jóvenes y viejos.

El libro fue presentado por Gloria Hutt, ex Ministro de Transporte y actual presidente del partido Evopoli, y por Jorge Figueroa Edwards, destacado arquitecto chileno de gran sensibilidad social, con experiencia internacional, obras de vivienda unifamiliar, edificios y oficinas.

En verdad resultó muy grato ser parte de esa audiencia pluralmente diversa, que inundaba la sala de una enriquecedora atmósfera de paz, tranquilidad y comprensión.

Pedro Barría Gutiérrez es abogado y mediador