Por Juan Medina Torres.- El hermano José Zeitler, nacido en Baviera, llegó a Chile en 1748. Con tan solo 24 años de edad asumió la administración de la Botica de los Jesuitas de Santiago, ubicada dentro del edificio del Colegio Máximo de San Miguel, en la manzana que hoy ocupa el ex Congreso Nacional.
Durante 22 años prestó sus servicios en forma inalterable, lo que le granjeó el respeto y celebridad de los médicos y autoridades de la época, además del cariño de todos los habitantes de la ciudad.
Enrique Laval, en su obra “Botica de los Jesuitas en Santiago”, lo describe como: “Un hombre probo, austero y sencillo; poseía una cultura extraordinariamente amplia, adquirida con el conocimiento del alemán, el francés, el español, el inglés y el latín. Su biblioteca de más de un centenar de obras científicas constituía la única colección de obras especializadas en medicina, cirugía, química y farmacia que existía en el país en esa época”.
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El saber del hermano Zeitler no se circunscribía a la farmacia. Fue el primero que en Chile realizó ensayos químicos, análisis de nuestras aguas minerales
El 26 de agosto de 1767 el Gobernador Antonio de Guill y Gonzaga puso en práctica la orden dictada por el rey Carlos III que mandaba la expulsión de todos los jesuitas del territorio. Ese día el hermano Zeitler fue detenido en Concepción, donde se encontraba atendiendo al Provincial de la Compañía que se encontraba enfermo en esa ciudad. Fue trasladado a Valparaíso en espera de su envío al Callao.
Pero diversos problemas suscitados con el manejo de la botica y la urgente necesidad de atención a los enfermos de la ciudad, hicieron recapacitar a Guill y Gonzaga, quien ordenó el traslado a Santiago del hermano boticario Zeitler con el fin de que estudiara el inventario de la botica, determinara el estado de las drogas, fijara su coste y precio a que debían venderse y proponer una persona idónea para tomar a su cargo la dirección técnica y administrativa de la farmacia. Ese trabajo finalizó el 21 de Diciembre de 1767.
Guill y Gonzaga, con un dictamen de la Real Audiencia, dejó transitoriamente en Chile al hermano Zeitler porque no había quien «lo subrogase en su habilidad» de farmacéutico, lo cual creaba serias dificultades para confiar la botica a una persona eficiente, que por ese entonces era difícil encontrar. La situación amenazaba con cerrar la única farmacia pública que había en Santiago.
El problema pasó al Gobernador Juan de Balmaceda y Censano, quien ordenó suspender el envío a Lima del hermano Zeitler, que el virrey Amat había reiterado, hasta que el Protomedicato señalara la persona a quien podía entregarse la Botica.
Pasaron más de cuatro años hasta que finalmente, en 1772, el hermano Zeitler es detenido y recluido en el Convento de San Juan de Dios de Valparaíso, como un vulgar malhechor, listo para ser enviado al Perú, lo que ocurrió en febrero de ese año, siendo posteriormente embarcado en el navío de guerra Septentrión, para ser deportado luego a Europa.
Es importante señalar que los últimos años que el hermano Zeitler permaneció en Chile no lo hizo como sacerdote, sino como un boticario ejemplar, siempre atento a prestar auxilio a los enfermos y con una permanente actitud de especialización del conocimiento científico.
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