Por Roberto Fernández.- El planteamiento del Presidente Boric, más allá que puede generar una cierta confusión, lleva a que, como país, debamos enfrentar el debate constitucional en términos realistas.
La primera constatación es que, constitucionalmente, existen sólo dos alternativas en el plebiscito del 4 de septiembre: si gana el rechazo, sigue vigente la constitución actual; y si lo hace el apruebo, se comienza a implementar la nueva Constitución y se abre un camino de los eventuales cambios o mejoramientos que se estimen necesarios. Aquí no existen terceras alternativas.
Lo dicho por el Presidente también obliga a la derecha y los Amarillos a pronunciarse claramente sobre los contenidos de la constitución que propondrían y los métodos para confeccionarla. Los puntos que deben hacer públicos son :
Esto es muy importante, dado que una cosa es estar contra de artículos del proyecto actual y otra totalmente diferente es pasar por encima de lo que los chilenos ratificaron por inmensa mayoría (80%), en elecciones democráticas, es decir que querían cambiar la constitución actual y la forma de hacerlo. Habría que agregar que los artículos que se plebiscitaran fueron votados por los 2/3 de los constituyentes, lo que le da una legitimidad democrática incuestionable.
A este respecto, algunos partidarios del rechazo ya se han manifestado. El Partido Republicano (la ultraderecha), plantea claramente y sin ambigüedades que llamarán a votar Rechazo sin apellidos, o sea, a mantener la constitución actual sin reformas. Por su parte, la UDI dice que la constitución que propondrían sería confeccionada por un grupo de “expertos”, por supuesto con su acuerdo y no sería sometida a ratificación ciudadana, sino a un acuerdo en el Parlamento (que en las encuestas tiene un 6% de apoyo) y/o algún otro mecanismo de ese tipo.
Concretamente, adiós a la participación ciudadana en su elaboración, adiós paridad de género, adiós representación garantizada para los pueblos originarios y, además, sin ratificación en un plebiscito. Exactamente lo contrario de lo que manifestaron democráticamente en las urnas los chilenos.
Esto parece ser la prueba de que el acuerdo firmado el 25 de noviembre de 2019, que nos permitió evitar un enfrentamiento mayor abriendo una salida política a la crisis, en la perspectiva de la derecha solo fue un mecanismo para ganar tiempo, que se derrumbó cuando vieron que no obtuvieron el tercio de constituyentes que les habría permitido vetar todo lo hubieran considerado lesivo para sus intereses.
Esto representa una clara división entre los partidarios del rechazo, tal vez debido a un exceso de optimismo en cuanto al resultado del plebiscito,
¿Cuál será la posición de Renovación Nacional y de los Amarillos al respecto? Lo que queda caro es que la campaña del Apruebo debe hacerse mostrando a los chilenos la impostura de los partidarios del rechazo, exigiendo también a los medios de comunicación objetividad y pluralidad. La pelea no será fácil. La pequeña minoría que defiende con todo sus privilegios es muy poderosa, pero puede ser derrotada un vez más.
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