Por Hugo Cox.- Hoy en Chile asistimos a debates que no dan cuenta de lo que ocurre en las estructuras más profundas de la sociedad, y el debate se ha circunscrito a si son 40 ó 41 horas de trabajo; o si la economía crece a un punto más o menos de lo presupuestado… El debate es en torno a elementos de coyuntura, olvidando nuestra historia que es rica en ejemplos de cuando la estructura política entra en crisis (ver por ejemplo lo que da origen a la guerra civil del 91, o la crisis del año 20, la crisis del 73, etc.).
Hoy la violencia es parte diaria del quehacer del país: violencia delictual, violencia en los colegios, violencia en las calles, violencia en los hogares, violencia en La Araucanía, violencia desde las elites económicas, etc.
En las siguientes líneas intentaremos abordar el fenómeno desde una línea conceptual.
Sergio Canals en un artículo publicado en Radio Cooperativa plantea que “la violencia se cultiva y educa, al igual que la empatía, la bondad, la compasión, el respeto por el otro, y la búsqueda del bien común a través de comportamientos pacíficos”.
La ciudadanía no dialoga al respecto, cómo enfrentar dicho fenómeno de una manera integral, en una sociedad cada vez más hecha de rizomas, con múltiples intereses, y conexiones que funcionan como verdaderos compartimentos estancos, una sociedad de la multiplicidad.
Guilles Deleuze nos plantea que “no es el deseo el que se convierte en necesidad, es todo lo contrario: son las necesidades las que se convierten en deseo”.
Él sostiene que la violencia y la comprensión de esta deben hacerse desde el pensamiento en la diferencia, en que la violencia es el resultado del imperio de la “lógica oposicional” o la “lógica binaria”, la cual sustituye a la relación diferencial de carácter rizomatico. En que la violencia por sí sola no tiene poder, el poder se produce en la tensión entre la presencia de otras fuerzas, se produce un encontrón entre las fuerzas reactivas y activas, entre las fuerzas de creación y las de conservación. La expresión de esas potencias son las fuerzas activas que van generando determinado tipo de expresión y contenido, situación que se da en los contenidos que representan en los distintos mundos que se observan en el seno de toda sociedad.
Por otra parte Hannah Arendt plantea que “la violencia se distingue del poder, la fuerza o el poderío en que siempre requiere de herramientas. Así es que la revolución tecnológica, una revolución en la manufactura de instrumentos, destacó en el campo bélico. La fuerza es el ejercicio de un poder físico o intangible, o es una influencia para procurar cambios”
La lesión se entiende como el acto que incluye una herida psicológica, y física; la conexión es el uso de la fuerza física o intangible para que se lleven a cabo acciones contrarias a la voluntad o al juicio razonado de un individuo o un grupo sujeto a tal fuerza.
La ausencia de comunicación acentúa la tendencia a la violencia. Hoy la presencia generalizada de los medios mecánicos o técnicos o automáticos, medios de comunicación electrónicos, cosifican al hombre, porque es perfectamente concreto y objetivo que hacen perder la intimidad. La técnica autoritaria es sólo un medio de poder, en que la comunicación se da en un solo sentido, de los cultos e instruidos a los incultos y no instruidos; esta estructura debe desaparecer en una sociedad de la multiplicidad porque impide el conocimiento mutuo que favorecería el intercambio.
Finalmente H. Arendt alerta sobre el peligro de la violencia: “Además el peligro de la violencia, aun cuando se mueva dentro del marco no extremista de metas a corto plazo será siempre que los medios vayan al fin. Si las metas no se logran rápidamente, el resultado será no solo la derrota sino también la introducción de la práctica de la violencia en el seno del cuerpo político entero (…).La práctica de la violencia, como toda acción, cambia el mundo, pero lo más probable es que este cambio traiga consigo un mundo más violento”.
Creo que llegó el momento en que se debe asumir el drama de miles de personas, niños, jóvenes, adultos, y adultos mayores repartidos a lo largo de esta larga y angosta faja llamada Chile, que viven en una permanente violencia psicológica y física en que sus metas y demandas no son satisfechas. Si no caminamos en esa dirección la violencia ira en aumento.