Por Juan Medina Torres.- Existe consenso de que el desempeño de la clase política para resolver los diferentes problemas que aquejan a nuestro país es realmente deplorable. Mientras el Ejecutivo carece de liderazgo para impulsar los cambios, el Legislativo ha generado un ambiente de reality show, donde el espectáculo ocupa el espacio de las ideas.
Todo ello me hace recordar una frase que decía mi abuelo: “La culpa no la tiene el chancho sino el que le da el afrecho”, es decir, todos somos responsables de la crisis política que vivimos porque no sabemos elegir a nuestros representantes y al momento de ejercer los derechos que nos entrega nuestra democracia, nos transformamos en la “chusma inconsciente”, como denominaba a la masa el Presidente Arturo Alessandri Palma, y votamos por figuras sin ideas y provistos solo de slogans.
Creo que estamos en un punto de ruptura donde los actores políticos no responden a las necesidades y aspiraciones de la población. Que no saben cómo resolver nuestros problemas de desigualdad. Así, nuestro escenario político es visto como una arena donde subsiste una guerra en la cual el discurso carece de contenido y tiene como instrumentos los medios de comunicación, internet y las redes sociales, a través de los cuales se desvalorizan los principios éticos, de diálogos y consensos que deben guiar la acción política generando desinformación y debilitamiento de la democracia.
Pero, ¿a quien le interesa que seamos una chusma inconsciente y no sepamos elegir a nuestros mandatarios (entendiendo por mandatarios los que reciben un mandato)? Pienso que existen poderes políticos y económicos que resultan beneficiados con nuestro analfabetismo político. Así lo demuestran los escándalos de corrupción que han finalizado en clases de ética y perdonazos de impuestos.
Entretanto, las grandes reformas que requiere nuestro país siguen esperando, y todavía no sabemos con claridad cuáles son los proyectos y programas que nos permitirán recuperarnos de los estragos de la crisis sanitaria que vivimos. El futuro es incierto porque cualquier iniciativa genera fuertes roces entre oficialistas y opositores mostrando mezquindades que incrementan las diferencias.
A este panorama se suma el periodo pre eleccionario donde las encuestas nos muestran las tendencias, con los mismos actores de elecciones pasadas, con los mismos slogans y donde los electores cometen los mismos errores, otorgando sus preferencias a figuras de claro tinte populista.
Considero que todos tenemos una responsabilidad política para elegir y dejarnos de elegir “el mal menor”, porque con esa lógica al final elegimos el mal. Debemos dejar de pensar que la política solo compete a los que están en el Gobierno y que nosotros no podemos hacer nada para cambiar las cosas.
Es momento de reflexionar y analizar el concepto de política y su interacción con otras áreas sociales para determinar lo que es justo o injusto, y lo que es valioso o no para el bien común. Esta reflexión debemos llevarla a las aulas universitarias, a las juntas de vecinos, a las asambleas de trabajadores u otras instancias sociales para ver cómo podemos construir una sociedad más justa donde vivirán nuestros hijos a futuro. Es decir, tener una participación consiente y activa en las decisiones del Gobierno.
Nuestro compromiso debe ser educarnos en política, convirtiéndola en una actividad cargada de significados democráticos teniendo así una participación política consciente, para que cuando nos digan que debemos ser ciudadanos o ciudadanas comprometidos o comprometidas, sepamos con qué y con quién estamos comprometidos o comprometidas. Solo así creo que dejaremos de ser la “chusma inconsciente” y nos transformaremos en ciudadanos libres de elegir a quienes verdaderamente consideremos que tienen las capacidades para representarnos.