Por Samuel Fernández Illanes.- La actual Comunidad Internacional, desde Naciones Unidas, sus organismos, los avances en derechos humanos, libertades democráticas y económicas, paz y seguridad internacionales, o vigencia del derecho internacional, se ha visto robustecida con la incorporación de temas que las sociedades requieren, como la igualdad de género, preservación del medio ambiente, acceso a los avances tecnológicos, y tantos más complementarios. Sin embargo, no todo es armónico ni unánimemente respetado. Enfrenta variados desafíos, algunos incipientes, y otros evidentes.
De los 193 países miembros de la ONU, ni siquiera en un tercio rigen democracias plenas, y se cumplen los fundamentos esenciales del sistema que, con dificultades, se ha desarrollado, apoyado por un robusto andamiaje jurídico, órganos competentes, y tribunales encargados de imponerlo. Siempre habrá regímenes que procuren violarlo. Pero pueden ser sancionados, y los países tienen la responsabilidad colectiva de no aceptar excepciones. Lo grave es si no sucede.
Dos de las tres principales potencias no califican de democracias plenas. China y Rusia, acrecientan su poder interno sin plazo de término, y avanzan en lo internacional, principalmente en lo vecinal, en el Mar del Sur y Taiwán, o Ucrania, respectivamente, creando zonas de conflicto. Hasta Estados Unidos esbozó escapar de su tradición. Se añaden otros claramente autocráticos, Turquía, Irán, Corea del Norte, que desafían a los demás sin contención, lo que alienta a seguir su ejemplo. En nuestra región, Cuba y Venezuela, claramente dictatoriales, añaden a Nicaragua; sin olvidar seguidores. También sucede en Asia, en África con gobiernos eternos, en el mundo Árabe, despóticos retrógrados como Afganistán, el intento del Estado Islámico, o Siria, con fanáticos terroristas. Han proliferado en pocos años y el sistema internacional parece haber perdido valores, su capacidad de prevención y corrección. Terminan tolerados y hasta imitados.
Ésta es la amenaza mayor. Que el sistema tan trabajosamente creado ya no tenga fuerzas para ser defendido y sea superado sin remordimiento, o trasformado en semi-inservible, donde se cumple el rito de denunciar sin consecuencias. Todavía no se ha generalizado, pero el resquebrajamiento continuo y las excepciones, advierten que podría suceder.
Samuel Fernández Illanes es abogado y académico de la Universidad Central