Por Demócratas por la Constituyente y Contra la Violencia.- En dictadura luchamos para recuperar la democracia, hoy debemos defenderla. Protegerla de la violencia irracional o premeditada de sus enemigos, de quienes la promueven y también de aquellos que la confunden con la legítima protesta social, que se expresó con la masiva y pacífica marcha del 25 de octubre.
Sin embargo, en estas últimas semanas hemos visto, y padecido, diversas manifestaciones de violencia y furia contra quienes se empeñan en superar la crisis y avanzar en el proceso constituyente, acordado por una amplia mayoría política, que ve en la paz y en la convivencia civil el camino propio de la democracia.
Las groseras funas, las intimidaciones verbales y físicas, las redes a veces usadas como resumidero de odios y mentiras, la prosecución de destrozos, saqueos, quemas de iglesias, los ataques a comisarías y edificios públicos, y los últimos e intolerables episodios de tomas y agresiones en el marco del desarrollo de la PSU, dan cuenta de una voluntad calculada o ciegamente impulsiva que pretende profundizar o mantener la crisis que afecta a millones de chilenos y chilenas que desean seguir estudiando, trabajando y realizando sus vidas en un país democrático e institucionalmente seguro.
El Gobierno ha sido incapaz de proponer soluciones y crear condiciones de credibilidad y solvencia política para responder a las demandas ciudadanas y a la imperiosa necesidad de retomar el marco de seguridad y tranquilidad social para transitar hacia una nueva Constitución. La función institucional de control y contención de la violencia inherente a la gobernanza del país, debe ejercerse con mesura e inteligencia, en pleno respeto de la integridad y los derechos humanos de los ciudadanos que se manifiestan.
El Gobierno y la oposición deben ser parte del esfuerzo común de superar la crisis y la violencia que inquieta a la gran mayoría de Chile, evitando errores voluntaristas y mostrando moderación, cada uno en su propio rol institucional.
Porque de la violencia y destrucción no emergerá la solución a las justas demandas del pueblo chileno y la nueva Constitución que harán un Chile mejor.
Democrático es un país en el cual los ciudadanos participan activamente en los destinos de la nación. Democrático es un país que no teme al pluralismo, al debate y a las ideas distintas. Que eleva a principios constitucionales los valores de la libertad, de la solidaridad, y del humanismo laico y cristiano.
Vemos con creciente preocupación que esos valores morales se han extraviado en medio de la violencia y la intolerancia. ¿Podemos hacer algo frente a ese mal? Claro que sí.
DESAFÍO DEMOCRÁTICO
Los demócratas somos mayoría y es hora de unirnos sin indolencia ni titubeos en torno al valor de la democracia, de oponer la fuerza de ese ideal frente a la amenaza de la violencia y devastación que son una clara amenaza a la democracia.
Deberemos dialogar y juntos construir las formas e instrumentos de la unidad democrática, dejando de lado las diferencias que en este momento son vanas e insustanciales. Es hora también de una ofensiva política hacia los movimientos y fuerzas políticas que con arrogancia se autoerigen en representantes de la soberanía popular, que desprecian la política y el orden ciudadano.
Ellos no creen en la democracia, en la paz y en la convivencia civil, sólo les mueve el ímpetu de demolición de las instituciones republicanas y de aniquilación a los “enemigos” irreflexivamente creados por ellos mismos.
Por ello hacemos este llamado para salir del silencio, de la indiferencia o, peor aún, de la justificación de los actos de minorías de exaltados, irresponsables y fanatizados que avasallan a la gran mayoría de chilenos que han escogido el camino del proceso constitucional dentro de las reglas y el respeto democrático.
Aislemos a esos elementos, combatamos sus ideas y acciones vandálicas, denunciemos la complicidad disimulada de quienes hacen cálculos electorales a partir de supuestos apoyos en las urnas por parte de las turbas que nada construyen. El bien superior de la democracia necesita y merece este esfuerzo colectivo y transversal.
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