Lo simple y lo mundano complementan o son gran parte de la historia, los errores, las excentricidades son más comunes de lo que imaginamos. Esto no suele ser llamativo para los grandes reflectores del cine pero sí para aquellos que aman la historia y su devenir.
Por Jorge Abasolo – La increíble guerra entre Gran Bretaña y Zanzíbar duró !38 minutos! Empezó a las 9.02 del 27 de agosto de 1896 y terminó a las 9.40 de ese mismo día.
Zanzíbar, que ahora conocemos como Tanzania, tenía un solo barco de guerra: el viejo mercante Glasgow. Bastaron dos cañonazos ingleses para hundirlo.
Los británicos destituyeron a un sultán y liberaron de la prisión a su antecesor. Inmediatamente, los roles se invirtieron. El preso quedó libre; y el gobernante preso. Cosas de la historia…
Mujer de rulo
La Reina Isabel de Castilla se bañó solamente dos veces en su vida. Al nacer, y el día anterior a su casamiento.
Acerca del sexo…
Hasta el siglo XIX muchos egipcios preferían no desflorar a sus novias. Para ello pagaban a un sirviente.
Pena de muerte
En 1748 – en Gran Bretaña – un niño de diez años fue acusado de asesinato y condenado a la horca.
Los jueces que lo condenaron entendieron que por más dura que fuese la sentencia serviría de advertencia para los demás menores. Pero las horcas públicas siguieron funcionando.
El año 1801, un niño de 13 años llamado Andrew Brenning fue ahorcado públicamente por robar, atención, ¡una cuchara! Son las historietas de la historia, pero verídicas.
Luis XIV: Sólo se lavaba la…
Luis XIV reinó en Francia desde 1642 hasta 1715. El hombre sentía un temor enfermizo por el agua. A pesar de que un ejército de asistentes y mayordomos revoloteaba a su alrededor cada mañana para vestirlo jamás utilizaban agua con el fin de higienizarlo.
Usaban perfumes y polvo de talco. Aunque en realidad sí. Luis XIV usaba un poco de agua cada mañana para limpiar una parte de su cuerpo. Esa parte del cuerpo era la punta de la nariz.
Según las crónicas de la época “la gente era intensamente sucia en el Palacio de Versalles. Los nobles, hombres y mujeres vomitaban, orinaban y hasta defecaban en los corredores de las escaleras: era la moda de la época”.
-En Finlandia – por su parte – se prohibió la venta de las historietas del Pato Donald, porque el personaje no usa pantalones.
-Una mujer de Arabia Saudita puede divorciarse de su marido, si éste no le proporciona café.
-Una mujer en la India puede casarse legalmente con una cabra.
Ver también:
- Curiosidades de la historia: cómo se castigaba a los amancebados en la colonia
- Curiosidades de la Historia: Pena de muerte en el Chile colonial
- Curiosidades de la historia: cuando la iglesia manejaba el negocio de la muerte
- Curiosidades de la historia: un gobernador corrupto
- Curiosidades de la Historia: cuando la municipalidad de Santiago vendió la mitad de la casa donde funcionaba
Errores literarios, los más famosos autores han cometido los más increíbles errores
Errar es humano. Se ha dicho tantas veces. Y que conste que de esto no se escapan los llamados escritores clásicos…
Daniel Defoe, en su ya célebre novela Robinson Crusoe, el protagonista nada desnudo hasta un barco hundido. Allí encuentra algunas galletas y decide metérselas en los bolsillos.
¿Cómo? ¿No andaba desnudo? Los grandes también se caen.
Sir Arthur Conan Doyle
En su libro Un estudio de Escarlata, el doctor Watson, asistente de Sherlock Holmes, cuenta que en la guerra lo hirieron en un hombro. Sin embargo, en El Signo de los Cuatro, cuenta que esa herida se la hicieron en una pierna.
¿En qué quedamos?
John Keats
En su obra On first looking into Chapman ‘s homer, el poeta Keats dice que Cortés descubrió el océano Pacífico. Pero en verdad el descubridor del océano Pacífico fue Balboa.
Craso error.
Sir Walter Scott
En su ya célebre novela Ivanhoe, un personaje tiene dos nombres diferentes. En un capítulo de la novela, el nombre de Manvoisin es Ricardo. Más adelante su nombre es Felipe.
¿Alzheimer de Sir Walter Scott?
León Tolstoi
En su obra “La Guerra y la Paz”, Natasha –una de las protagonistas- tiene 17 años hacia 1805; y 25 en 1809. Es decir, creció siete años en cuatro.
Imposible.
Parece que Tolstoi tenía problemas con las matemáticas. Además, el icono del príncipe Andrés cambia inexplicablemente durante la novela: de plata a oro.
¡Son caídas de los grandes!