Por Roberto Fernández.- La decisión de disolver la Asamblea y llamar a elecciones anticipadas por parte de Macron, al perder estrepitosamente la elección de diputados al parlamento de la Unión Europea, sorprendió a todo el mundo, incluidos sus partidarios.
Para entender esto hay que recordar que no estaba obligado a hacerlo, ya que el proceso no era vinculante, y además tenía otras alternativas, como llamar a elecciones mas adelante, tal vez después de los Juegos Olímpicos.
El triunfo del partido de ultra derecha Rassemblement National (RN) fue aplastante: dobló la votación de los de gobierno, 31,4% contra 14,6%, y superó ampliamente al conjunto de la centro izquierda y de la izquierda, los que obtuvieron 23,7%. La derecha tradicional sólo logró el 7,25%.
Habría que recalcar también que la ultra derecha ganó en el 93% de las comunas. A pesar de que la abstención llegó al 48,5%, las últimas encuestas muestran que la tendencia se mantiene e incluso RN aumenta su apoyo.
En Francia existen 177 circunscripciones y se eligen 577 diputados.
Pienso que la razón de que una elección de tipo supranacional haya tenido un efecto interno tan importante se debe, en lo esencial, al cambio de posición que tuvo la ultra derecha en Francia y en Europa respecto a la Unión Europea.
Pasaron, en pocos años, de ser partidarios de la salida de sus países de esa asociación a no cuestionar su permanencia en ella, lo que llevó a que fueran los problemas internos los prioritarios en la discusión pública.
El ascenso de la ultra derecha en Francia no es un fenómeno circunstancial. Pasó del 17,8% de los votos en la elección presidencial del 2002 al 41,5% en la del 2022 y hoy día podrían obtener la mayoría absoluta. Sus candidatos son los mas votados entre los obreros, empleados, jóvenes de todos los sectores sociales y últimamente también entre las mujeres.
Las explicaciones de este fenómeno son variadas, pero tienen mucho que ver con la incapacidad, no solo de las izquierdas, sino también del centro y las derechas tradicionales, de responder adecuadamente a los problemas concretos de la gente y a sus promesas de campaña.
Esto permite a RN plantear que ellos son la mejor alternativa puesto que no han gobernado nunca y, por tanto, no son los responsables de la situación actual. Sus críticas a los partidos políticos tradicionales son transversales y se dirigen esencialmente a las elites que, según ellos, han concentrado el poder durante años.
La pérdida del poder de compra, la inseguridad y la inmigración son dificultades reales que afectan la vida cotidiana de los franceses y la ultraderecha aparece como mas creíble para la gente respecto a las soluciones que propone.
Respecto a las consecuencias de la disolución de la Asamblea que decidió Macron, que prácticamente ha sido rechazada por una gran mayoría de los franceses por la inestabilidad política y social que puede generar, estas dependen evidentemente en parte importante de los resultados de la elección del nuevo Parlamento.
El régimen político vigente en Francia es el semi Presidencial, el Presidente de la República es elegido por sufragio universal y el primer ministro, por el Parlamento, lo que significa que el gobierno lo ejerce quien logre una mayoría parlamentaria. Si el Presidente la pierde, puede seguir ejerciendo el cargo, pero casi de una manera simbólica. Ya se ha dado esta situación a la que se le denomina cohabitación y ha funcionado sin grandes dificultades, pero en esos casos la diferencias entre el presidente y el primer ministro no eran tan importantes como lo serían con el triunfo de la ultra derecha.
Jordan Bardella, presidente de RN, un joven de origen social popular, creó una dificultad adicional a la ya existente, al plantear que si no obtienen la mayoría absoluta de la Asamblea no asumirán el gobierno, por que no podrían aprobar las leyes que necesitan para gobernar, a lo que Marine Le Pen agregó poco después que en caso de perder Macron debe renunciar.
La solución de esta crisis es extremadamente compleja. Los partidos de izquierda y los verdes constituyeron en 24 horas una alianza que no habían logrado en décadas, el Nuevo Frente Popular, y la derecha tradicional ya se había dividido, el presidente de su principal partido, el Republicano, llamó a una alianza con la extrema derecha.
Según todas las encuestas, la coalición de izquierda logrará el segundo lugar en la elección, pero lejos de RN y el macronismo terminará tercero, con un máximo de 20% de los votos.
La pregunta es como se puede constituir un gobierno en estas condiciones. Parece evidente que Macron no logrará el apoyo de la izquierda para asegurarle una mayoría en el Parlamento y, al revés, el macronismo no apoyará a la izquierda para que esta gobierne. En estos dos casos, si se llegara a un acuerdo, los gobiernos serían de minoría y, por lo tanto, muy inestables.
La eventual renuncia de Macron y el llamado a elecciones presidenciales, que lo más probable ganaría Le Pen, genera otro problema, pues si la ultra derecha no obtiene la mayoría absoluta de la Asamblea, dado que la constitución francesa impide durante un año el llamado a una nueva elección del parlamento, se vería obligada a negociar sus proyectos de ley con la posibilidad de que sean rechazados.
Como se puede ver, la estabilidad política y social de Francia parece en serias dificultades, lo que podría traer consecuencias equivalentes en toda Europa dado el ascenso importante de la ultra derecha en la mayoría de los países de la zona.
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