Por Juan Francisco Ortún.- Quienes tienen memoria y algunos años más pueden dimensionar en qué medida ha decaído el fútbol chileno ostensiblemente.
Es contradictorio ver cómo pese a los adelantos en todo tipo de aspecto, como implementos deportivos, estructuras para el desarrollo del balompié, técnicas de entrenamiento, alimentación adecuada y muchos otros más, el deporte “pasión de multitudes”, como le llaman en nuestro país, viene en un descenso considerable.
Basta con remontarse algunas décadas y ver con nostalgia cómo han desaparecido en casi todos los clubes las divisiones inferiores, los torneos para las diferentes categorías, estamentos en que se nutrían los primeros equipos y realmente formaban figuras que aparecían rutilantemente con la divisa del primer plantel y luego cruzaban fronteras.
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Ya prácticamente no existe la primera infantil, segunda y tercera, para pasar posteriormente a la división juvenil, la tan anhelada cuarta especial y el campeonato de reservas, que le servía a los técnicos para mantener en una buena competitividad a aquellos profesionales que no tenían una camiseta de titular en el primer equipo. Lamentablemente esto ha desaparecido.
Estadios vacíos, devorados por la televisión, han convertido al gran espectáculo futbolístico en una paupérrima actividad que ya a pocos entusiasma y donde lo único que vemos con preocupación es el aumento de la brecha con otras competencias de países que siempre estuvieron por debajo de balompié nuestro.
No, no se trata de los empresarios que en nuestro país se han enriquecido representando a jugadores y que han estado en el tapete noticioso juzgados por actividades reñidas con la ética y que muchos dirigentes no han querido ver o -mejor dicho- han mirado hacia el horizonte desentendiéndose de este negligente actuar.
No, no me refiero a ello. Hablo de otra tormenta que puede ser más complicada todavía y que trata del emplazamiento realizado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que le advirtió a la Asociación Nacional de Fútbol Profesional que tiene un plazo de 30 días hábiles para terminar con la relación comercial con las casas de apuestas en línea, cuyo ejercicio no está avalado por la ley chilena.
La tempestad arrecia y puede horadar íntimamente al fútbol chileno con justa razón. Clubes llamados grandes tienen como sponsor a estos casinos online y, como si fuera poco, uno de ellos auspicia el torneo de primera división.
El chaparrón acecha y la advertencia va en serio. La tormenta se viene y parece que se despliega con toda su inclemente fuerza.
Juan Francisco Ortún es académico escuela de Comunicaciones, U.Central
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