Una nueva Curiosidad de la Historia nos lleva hasta el siglo XVIII, con una historia de pasión entre un “indio” guitarrero y una joven hacendada que terminó mal para ambos.
Por Juan Medina Torres.- En el siglo XVIII, las normas sociales establecían que las mujeres debían ser decentes, recatadas, sumisas y permanecer siempre bajo la tutela de otros. Estas condiciones eran especialmente observadas en el mundo rural.
Sin embargo, hubo ocasiones en que el amor superó lo ordenado. Este el caso que se conoció cuando doña Petronila Zúñiga demandó a Julián Santos alias “el indio guitarrero”, por estupro, rapto y extracción de su hija Antonia Valenzuela, desde su hacienda ubicada en Chimbarongo.
Antonia Valenzuela tenía alrededor de 15 años cuando conoció a Julián Santos de unos 30 años. Según la historia de la causa, la ocasión se presentó cuando el indio guitarrero fue a la estancia de doña Petronila para cantar durante una fiesta. Era la forma cómo Julián se ganaba la vida, cantando en iglesias, fiestas de matrimonio y otras actividades sociales de la región de Colchagua.
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Para Julián y Antonia, el conocerse e iniciar un amorío fue un solo acto que, según él, fue provocado por la misma joven, que no era tan inocente, pues le gustaba andar a caballo, lacear animales y andar sola en compañía de hombres. Al parecer Antonia rompía todas las normas establecidas para mujeres en esos años.
El mismo Julián declaró en la causa procesal que Antonia no era doncella cuando la conoció, y era ella quien le hacía «halagos y cariños con demostraciones de amor».
Los encuentros amorosos continuaron hasta que Julián resolvió sacar a la Antonia de la estancia de la madre y llevársela hasta las minas de Petorca y luego al valle de Quillota, donde la pareja fue apresada por el teniente Juan de Sosa, a quién Petronila había enviado para su captura. Antonia fue encerrada en el monasterio de las Agustinas en Santiago y Julián en la cárcel pública.
El expediente de la causa es abundante en detalles y señala que luego de recuperar a su hija, Petronila entabló un juicio para salvar el honor de la Antonia, quien había sido prometida en matrimonio con otro más «decente» que el indio Julián. La causa judicial se inició por el delito de rapto y estupro, pero luego de que Julián dijera que Antonia no era tan recatada y ella lo había inducido al acto carnal, Petronila decidió agregar a la causa el delito de injurias y calumnias.
La causa se inició el 12 de septiembre de 1720 y terminó el 12 de mayo de 1721 y el indio guitarrero fue condenado a 6 meses en la prisión de Valdivia.