Por Patricio Hales.- No me gusta decidir si “apruebo” o “rechazo” la Nueva Constitución escuchando amenazas de crisis y estallidos de los totalitarios de hoy. Negarme el derecho democrático en el plebiscito rebela mi historia personal. Miro mi croquis de este Hong Kong que sufrió 500 años de amenazas y violencia de gobernantes, de portugueses, británicos, japoneses, de traficantes de opio y hoy del Partido único.
De mi viaje, testimonio el presente dibujando el rascacielos del Banco de China que diseñó Ming Pei (el mismo de la pirámide del Louvre) y lanchones con formas evocando la antigua China, herencia británica, comercio milenario y una economía de libre mercado controlada por el Partido Comunista Chino que dice “un país, dos sistemas”(¿?). Mientras en nuestro Chile se levantan dictadorzuelas y dictadorzuelos que en la Constituyente califican de traidores a quienes creen que deben obedecerles.
¿Qué barbarismo político se está incubando cuando califican de antidemocrática la posibilidad de votar libremente si aprobaremos o no la Nueva Constitución? El sectarismo totalitario olvida que el 80% consagró legítimas ambas opciones. Luché por la Nueva Constitución para votar “Apruebo”, pero defendiendo mi derecho al debate público. Quiero opinar de las propuestas ambientales que me atrajeron y sumarle incentivos para producir riqueza con nuestra naturaleza, junto con cuidarla; tener un Poder Judicial fuerte como anhelábamos cuando la Dictadura nos metía presos y no un “sistema” debilitado, confuso; reformar el Poder Legislativo sin demonizaciones infantiles que nos proponen un ente decaído, confuso y castrado.
Exijo sentirme parte activa de la Democracia. No acepto que, cuando nos reunimos con líderes políticos, nos acusen de antidemocráticos por participar públicamente del debate que nos prometieron que sería socialmente amplio. “Vamos a rodear la Constituyente”, decían los que hoy se encastillan considerando que reunirnos con los constituyentes y opinarles es antidemocrático. Es que se parecen a quienes, en el Hong Kong de mi croquis, deciden de qué se puede hablar y pobre del que diga lo que a ellos no les gusta. Me rebelo.