Por Gianni Rivera Alfaro.- Una de las definiciones utilizadas para explicar el concepto de inteligencia artificial (IA) indica que esta es la habilidad de una máquina de presentar las mismas capacidades de los seres humanos, como el razonamiento, el aprendizaje, la creatividad y la capacidad de planear.
Si llevamos esto al área del aprendizaje de un segundo idioma, no hay dudas de que esta tecnología puede ser una excelente herramienta, ya que permite al estudiante posicionarse en diferentes situaciones y contextos en los cuales puede interactuar y desempeñarse, les permite también traducir de un idioma a otro de manera inmediata facilitando la comunicación y el entendimiento. Todo esto dentro de un contexto formal y estructurado.
Pero, ¿qué sucede cuando el contexto sale de lo formal? Imaginemos una conversación con un extranjero, donde le pido a una aplicación desarrollada con IA que traduzca, por ejemplo: “quedó la patá porque el gallo no aperró y se echó el pollo”… Creo que el resultado no será el esperado.
La IA podría no considerar los aspectos pragmáticos del idioma en el sentido de no representar aspectos culturales e idiomáticos, ni mucho menos la carga emocional que se quiere expresar. Es por eso que, sin quitarle la valoración que merece este nuevo desarrollo tecnológico, la IA está al servicio del ser humano y no al revés.
Gianni Rivera Alfaro es director de Pedagogía en Inglés en la UCEN