Resulta sorprendente e insultante que el Partido Comunista chileno mantenga una relación cálida y fraternal con el régimen culpable de la persecución y represión de sus camaradas comunistas iraníes.
Por Manuel Férez.- En enero de 1984, cinco años después del fin de la dinastía Pahlavi y la fundación de la República Islámica de Irán, se llevó a cabo en Teherán un juicio secreto en el que se juzgó a 101 miembros del ala militar del Partido Tudeh.
Mientras a la mayoría de los enjuiciados se les dio sentencia carcelaria, a los diez líderes del histórico Partido Comunista iraní se les sentenció a muerte. Las ejecuciones se llevarían a cabo el 25 de febrero del mismo año después de que los prisioneros sufrieran por un mes todo tipo de torturas y vejámenes en prisión.
El régimen de terror islamista establecido en 1979 en Irán tiene varias similitudes con el régimen dictatorial de Pinochet en Chile. Una de esas similitudes es su represión brutal contra comunistas y socialistas. El hecho de que hoy varios políticos e intelectuales chilenos comunistas callen ante los crímenes del régimen iraní es una contradicción que debe ser expuesta.
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El decreto del Ayatola Khomeini de disolución del Partido Tudeh; el arresto, persecución, tortura y exilio de sus principales líderes, así como la expulsión del país de todos los diplomáticos soviéticos bajo cargos de espionaje e interferencia en los asuntos internos iraníes, marcaron el devenir de los primeros años de una república islámica en donde comunistas, mujeres, judíos, cristianos y las minorías étnicas no persas como kurdos y ahwaz, serían las principales víctimas de un islamismo persa rabioso, intolerante y anti democrático que, montado en un falso discurso revolucionario, sometió a sus ciudadanos a un régimen retrógrado y violento.
Farhang Jahanpour señala en su artículo “Iran: the rise and fall of the Tudeh Party” que el fin de este partido comunista iraní y la expulsión de los diplomáticos soviéticos marcaron el triunfo del ala más conservadora de la nueva élite islamista sobre otras opciones menos radicales y abrió una época de represión a escala nacional contra todo aquel que se definiera como o fuera acusado de socialista o comunista, sionista, pro EEUU, feminista, o simplemente cuestionara las estructuras del régimen fundado bajo los principios islamistas del ayatola Khomeini.
Hace algunos meses tuve la oportunidad de entrevistar a Nasrin Parvaz, activista socialista iraní por los derechos civiles que sufrió en carne propia la represión del régimen de los ayatolas al ser arrestada en 1982. Nasrin pasó ocho años en prisión, tiempo en el cual sufrió vejaciones y torturas tan graves que la dejarían paralizada físicamente y con un tumor cerebral que le sería extraído muchos años después, viviendo ya su exilio en Londres.
A lo largo de la entrevista, Nasrin me relató cómo fue testigo del asesinato de muchos de sus compañeros socialistas y comunistas. El recuerdo de estas muertes la llevaron a publicar en 2018 dos libros: “One Woman’s Struggle in Iran, A Prison Memoir” (disponible en español) y “The Secret Letters from X to A”.
En estas obras Nasrin busca hacer justicia a la memoria de miles de iraníes que fueron silenciados, violentados, forzados al exilio y muchos de ellos asesinados por un régimen criminal que hoy, por una de esas ironías crueles de la historia, goza de la simpatía y complicidad de amplios sectores de la izquierda política chilena, principalmente la del Partido Comunista Chileno.
Habría que recordarles a esos comunistas chilenos que en 1988, cuando Chile aún padecía los estertores violentos de la dictadura de Pinochet, misma que persiguió sin piedad a comunistas y socialistas, el régimen fundamentalista iraní desató una serie de ejecuciones masivas de prisioneros políticos, (en su mayoría socialistas y comunistas). En esas ejecuciones masivas el actual presidente iraní Ebrahim Raisi, jugó un rol decisivo que le ganaría el apodo de “el carnicero de Teherán”.
Las masacres de 1988 dejaron una marca indeleble en la sociedad iraní pues, en cinco meses, se ajustició a, por lo menos, 20 mil personas algunas de ellas parte del Mojahedin-e-Khalq (MEK), grupo islamista-marxista y del ya mencionado Partido Tudeh en oscuros recovecos de prisiones a lo largo y ancho del país. Muchos de los responsables de esa masacre hoy son destacados personajes del régimen iraní y son los culpables de la represión que continúa siendo una constante de la república islámica.
De manera similar al caso chileno, la represión del régimen iraní originó un exilio de académicos, intelectuales, artistas y políticos. Estos exiliados formarían la base de una diáspora iraní asentada principalmente en países europeos como Suecia, Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos y Canadá, destinos que compartirían con muchos exiliados chilenos.
Esa emigración forzada de millones de iraníes produjo una literatura propia: la del iraní alejado de su patria, otra similitud que comparte con Chile y sus exiliados. Para aquellos interesados en esta temática recomiendo el estupendo libro de Sanaz Fotouhi “The Literature of the Iranian Diaspora. Meaning and Identity since the Islamic Revolution” en donde se exponen diversas crónicas y narrativas diaspóricas iraníes, muchas de las cuales mantienen similitudes con la experiencia diaspórica chilena durante la dictadura pinochetista.
Por todo lo anterior, resulta sorprendente e insultante que el Partido Comunista Chileno mantenga una relación cálida y fraternal con el régimen culpable de la persecución y represión de sus camaradas comunistas iraníes. ¿Cómo entender que el 26 de mayo de 2020 el Partido Comunista de Chile publicara una declaración en la cual saludaba y felicitaba a los gobiernos de Irán y Venezuela por su supuesta “victoria sobre el imperialismo”?
¿Cómo es posible que Daniel Jadue, miembro destacado del PC chileno, participe de HISPANTV, herramienta de propaganda de ese mismo régimen islamista iraní que persigue, asesina y encarcela a socialistas y comunistas? ¿Acaso los comunistas y socialistas iraníes no merecen la solidaridad del señor Jadue y demás miembros del Partido Comunista chileno?
El silencio del PC chileno a la represión del régimen iraní que, sólo en 2023, se saldó con 823 ejecuciones de ciudadanos, 2342 arrestos, 34 muertes en prisión y 122 femicidios, es reveladora, triste e insultante. Nos muestra un comunismo chileno que traiciona su historia de resistencia contra la opresión y nos enseña que para el PC chileno el imperialismo y colonialismo iraní (así como también el chino y ruso) no son sólo tolerables sino admirables.
Hay una contradicción evidente entre ser comunista y apoyar a un régimen misógino, homofóbico, anticomunista y violento con la disidencia como lo es el iraní. No hay justificación posible para esta doble moral del PC chileno. Exponer esta hipocresía es una obligación para todos aquellos que nos definimos como parte de una izquierda política que debería ser siempre desafiante ante el abuso del poder.