El rector de la Universidad Central, Santiago González, realiza una reflexión crítica respecto de las fallas éticas en la juventud actual que ocupa cargos de responsabilidad, y se pregunta sobre el rol de las universidades.
Por Santiago González Larraín.- Los hechos acontecidos en el Ministerio de la Vivienda relacionados con la entrega de recursos a fundaciones respecto de las cuales se ha realizado un reparo ético constituyen, además de un posible delito, son un duro golpe a la fe pública, al criterio y a la solidez ética que en política estamos observando en nuestras nuevas generaciones.
No quiero generalizar, ya que sin duda muchos jóvenes actúan y orientan su quehacer sobre la base de sólidos principios éticos, pero llama a una especial preocupación cuando son los que han asumido la vida pública los que están fallando.
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Nuestra sociedad no debe mantener una actitud pasiva, ya que estos jóvenes, todos profesionales universitarios, han sido formados en nuestro país y las instituciones de educación superior algo tenemos que decir en cuanto a los principios y valores que estamos entregando.
Algo de culpa debe tener la excesiva tecnificación que, desde hace algunos años, se observa en los estudios superiores, relegando a un segundo plano los aspectos éticos y valóricos que se adquieren desde las ciencias sociales a través del estudio, por ejemplo, de la filosofía, la literatura y la historia.
La formación de un profesional no debe remitirse a enseñar técnicas y metodologías que entreguen competencias para desempeñar una determinada profesión, sino también a formar personas con una comprometida conciencia social y altos estándares éticos que orienten su desempeño en la sociedad.
Otro desafío para nuestra educación.
Santiago González Larraín es rector de la Universidad Central